Tuvieron un año complicado, no lo niegan. La pandemia los sorprendió y los dejó sin trabajo en las ferias. Debieron amoldarse a la nueva realidad, amigarse con las redes y reinventarse para poder sobrevivir. Artesanos tucumanos cuentan sus experiencias en un año diferente y sus sensaciones hoy. Agradecen el IFE y adelantan cómo se preparan y cuáles son sus preocupaciones de cara a una segunda ola de covid.

Tiempo, paciencia y mucho amor. Esos son los ingredientes para lograr una gran artesanía. Es un trabajo minucioso, que necesita de mucha atención en la confección de cada objeto. Con sus manos, los artesanos brindan lo mejor de sí y, hoy, como cada 19 de marzo, se homenajea su labor. El año pasado muchos lo festejaron en casa, ya que la última gran feria se realizó el 8 de marzo de 2020. Luego, llegó el coronavirus. Este año están más liberados y con más posibilidades para vender, pero todavía siguen intentando ponerse de pie.

Con temor

Avelino Naveira y su esposa son artesanos desde hace más de 30 años. La profesión los unió y, con el tiempo, crearon un proyecto juntos en el que hacen joyería artesanal contemporánea. Define 2020 como un año muy difícil y complicado. Admite que la única ayuda que recibieron fue el IFE, que fue su único ingreso, junto a alguna que otra venta por Facebook y el auxilio familiar, que les permitió subsistir. En este contexto, las redes sociales se volvieron un gran apoyo: “no teníamos experiencia en redes como para promocionar las cosas, pero de a poquito fuimos aprendiendo como usarlas y más que nada publicar fotos de los trabajos que íbamos haciendo. Han tenido mucha repercusión, se han comentado mucho, pero la venta no es la misma que cuando uno ve las cosas”, reflexiona el hombre, que afirma que el trato con el público es el que brinda más posibilidades de venta.

ANA GARCÍA. En su caso, pudo mantener las ventas de sus productos textiles.

El artesano dice que la vuelta a la feria fue recién casi a fines de 2020 y que no todos sus compañeros pudieron regresar. “Deben haber quedado muchos en el camino, deben estar trabajando en otra cosa, porque no éramos la misma cantidad (cuando volvieron) que antes de la pandemia”, comenta. Desde hace poco más de un mes, Avelino y su mujer no asisten a la feria, a pesar de que las ventas en su regreso se mantenían “como si nada hubiera pasado”. “Nosotros no estamos yendo hace varias semanas porque nos hemos contagiado de covid”, añade con delicadeza. Lo que sucede es que su suegra falleció por la enfermedad y la familia se vio afectada por ello. “Nos da un poco de temor volver a la feria, porque no sabemos si el contagio fue ahí o no. Pero lo necesitamos”, asegura.

Todavía meditando si regresarán o no al ruedo, adelanta que de empeorar la situación epidemiológica les tocará ponerle más energía a las redes sociales y comercializar por ese lado. “No nos va a quedar otra”, acota. Si bien durante estos meses tuvieron que aprender a vender en ese medio, cuando les llegó la enfermedad dejaron todo de lado. “Nuestra intención es reactivar (la venta online), porque con el tema de la salud en la familia nos hemos sentido muy golpeados y hemos abandonado también el trabajo en las redes”, concluye.

Preocupación

Ana García se dedica a la artesanía textil. Desde 2012, cuando quedó sin trabajo, empezó a vivir de su hobby. Se considera una privilegiada, puesto que, a pesar de todo, pudo seguir trabajando y manteniéndose con sus ventas. “Gracias a Dios he podido pilotearla con los pedidos que tenía, clientas de otras provincias que me hacían pedidos grandes y los chiquitos de Tucumán”, explica.

AVELINO NAVEIRA. Tuvo covid-19 y todavía no ha decidido si volverá a la feria.

Por supuesto, tuvo que acercarse a las redes sociales y empezar con ese nuevo canal de ventas. Así aprendió a trabajar por pedido y admite que incluso hoy, es una suerte seguir viviendo de la artesanía. “Hay muchos artesanos que no pueden volver a la rueda esa de vivir de esto, muchos han tenido que salir a buscar otra cosa”, lamenta. También, gracias al IFE, pudo cubrir durante 2020 los gastos fijos de servicios, ya que tiene su propio taller. “Lo que salía de pedidos y venta, era para comer”, añade.

Su gran preocupación hoy y de cara a la segunda ola, son los precios de los insumos. “He visto mucha diferencia en los insumos que compraba antes, a los que puedo comprar ahora, es mucho menos”, cuenta. La mujer expone que el artesano, en general, no puede vender a precios excesivos, por lo que el margen de ganancia siempre es poco. Ahora, con los aumentos en el costo de los materiales, se hace más difícil adquirirlos.

A ella la primera ola de covid la encontró con un gran stock de materia prima que le permitió seguir trabajando y que hoy no posee. Antes de la pandemia accedía con antelación a los materiales para meses y ahora sólo puede comprar para trabajar unos pocos días. “Hoy por hoy, si me sale un pedido grande y se cierra todo (por un segundo aislamiento), no sé si lo podría cubrir”, explica, ya que los insumos que compra en parte vienen de Buenos Aires.

(Producción periodística: Nicolás Sánchez Picón)