La vuelta a clases en el contexto de pandemia llegó con un sabor a algo nuevo pero diferente. Si bien los chicos retornaron a sus instituciones, la “normalidad” se vio transformada por rituales protocolares de higiene para suprimir los efectos de la covid-19 y las aulas, con cursos con menos alumnos.
Mario Carretero es doctor en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid e investigador en Flacso-Argentina. Durante su carrera se especializó en psicología cognitiva y aprendizaje y desde ese lugar analiza la vuelta a clases en Argentina y el mundo.
“La escuela aporta a los niños la posibilidad de construirse como personas. En el ámbito cognitivo en primer lugar, en lo social, emocional y como ciudadano. Un chico que está dentro del sistema educativo tiene más capacidades, en todos los sentidos, que quien no está”, analiza Carretero sobre la importancia de la vuelta a clases: “los chicos, especialmente los menores de 10 años, no deben estar privados de la educación presencial”.
Sobre las diferentes modalidades de enseñanza, la llegada de las clases por Zoom como algo cotidiano y los desafíos del sistema educativo, dialogó con LA GACETA desde Madrid, en esta entrevista exclusiva.
¿Cuáles son las ventajas o desventajas de las modalidades educativas que se instalaron en pandemia: las clases online y la presencialidad?
Primero hay que dividir la enseñanza en tres aspectos: lo referido a los materiales educativos, a las actividades y a los niveles educativos.
Los materiales educativos ya estaban siendo orientados a un formato digital y la pandemia aceleró ese proceso. Muchas editoriales de texto ya producen paquetes digitales cerrados para su uso educativo. Es un sistema que ha venido para quedarse. Personalmente creo que es positivo porque no tiene mucho sentido que un chico de cualquier edad o ámbito cultural tenga un celular -mejor o peor- y lo use fuera o dentro de clases y, luego esté usando el papel y lápiz solamente en clases. Las dos cosas tienen sentido y son útiles. Es necesario que la escuela se conecte con lo digital porque cada vez tendrá una presencia más grande y la escuela no puede vivir al margen.
Con respecto a las actividades, lo digital no las sustituye, especialmente a la interacción social, el diálogo, respeto, convivencia. Las plataformas virtuales como Zoom, Meet no sustituyen la interacción en persona y no ocupa la misma función con niños más pequeños de los primeros niveles educativos.
En definitiva, las ventajas de lo digital en los materiales son fantásticas pero hay una gran desventaja en los vínculos directos y sociales entre los alumnos o alumnos y docentes.
¿Hacia dónde va o debería ir la educación para poder brindar enseñanza de calidad? ¿Qué se necesita para esto?
Es la pregunta del millón y hacen falta muchísimas cosas; solamente voy a mencionar algunas porque la educación es un fenómeno que aborda muchos ámbitos, política educativa, diferencias sociales y culturales entre otras cosas.
Yo creo que hay dos problemas fundamentales o prioritarios: uno es la capacitación de los docentes que permanecen en el sistema. Es fundamental que tengan capacitaciones adecuadas y permanentes, salarios dignos y un reconocimiento por su trabajo.
También me parece decisivo que las jornadas sean extendidas. En muchos países existe la educación en media jornada, de cuatro horas. Esto es insuficiente -con o sin covid-, es la mitad de la educación. Una enseñanza de calidad requiere una estancia en la escuela de entre seis y siete horas, un turno completo. Todo lo demás es un simulacro. De otra forma, los profesores deben trabajar en varios establecimientos porque los salarios son bajos y tienen media jornada.
Sé que es difícil y complicado, por los problemas de financiamiento en educación, pero hay que tener un horizonte; si no cambiamos esto, a mediano o largo plazo no va a cambiar la escuela.
Hoy vemos a la educación como una comunidad de aprendizaje, es decir, que vinculen el aprendizaje con el resto de la comunidad: el barrio, las familias, y ahí tiene que haber un proyecto diferente, con enfoques didácticos, pero lo importante es que atraiga a la familia y la comprometa con el proceso de la educación.
¿Qué pueden hacer los padres para colaborar en el aprendizaje escolar?
Los docentes mostraron el mismo compromiso que el personal de Salud durante la pandemia. Por lo que todos tenemos que arrimar el hombro para que la enseñanza funcione de la manera más estable posible. Se puede combinar con enseñanza online, pero es importante recuperar la presencialidad.
Los padres y familiares tienen que darse cuenta de que deben contribuir a la educación, con o sin pandemia mediante. La escuela no puede ser quien brinde la educación exclusivamente; delegar todo en ella es un gravísimo error. Por esto, los padres deben participar en la escuela, conversando con los docentes, en la gestión en conversación con los docentes, interesándose en hacer actividades con los chicos.
Con la pandemia una parte de la educación recayó en las familias y posiblemente debamos seguir cumpliendo esa función de interesarse, compartir, reflexionar, juntarse con otros padres, hacer iniciativas en equipo para que no sean todas tareas aisladas o en la computadora, sino pensando todo como una comunidad de aprendizaje.
Los chicos tienen radares y observan la actitud de los padres. Si se dan cuenta que a los padres no les importa la educación, van a interiorizar eso. Por eso hay que mostrarles que sí nos importa, más allá de la educación formal. Los chicos absorben toda la cultura en casa con lo que se ve, habla y lee, por ahí pasa la responsabilidad de los padres.