SAN PABLO, Brasil.- Se llama Walter Delgatti, tiene 31 años, le dicen “Vermelho” (el colorado) y es el hacker que filtró el chat privado entre fiscales y el entonces juez en el que se complotan para involucrar al ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva en la Operación Lava Jato.
La revelación cambió el clima político en el país a tal punto que ya fue comparado con el fundador de WikiLeaks Julian Assange o el espía estadounidense hoy refugiado en Rusia Edward Snowden.
“Este muchacho es importante para la historia de Brasil. Sería nuestro Snowden, nuestro Assange”, dijo la ex presidenta Dilma Rousseff.
El “muchacho” del que habla Rousseff es un estudiante de Abogacía que vive en Araraquara, en el interior del estado de San Pablo, la única ciudad que lleva diez días con cuarentena total porque colapsó su sistema de salud con la variante del Amazonas del coronavirus.
Delgatti está detenido desde 2019 -estuvo seis meses en la cárcel de Brasilia y ahora cumple domiciliaria- por haber hackeado la aplicación Telegram y haber filtrado millones de archivos de conversaciones de personalidades públicas, entre ellos la familia del presidente Jair Bolsonaro.
“Siempre pensé que esa información que había de Lava Jato era de interés público, nunca he filtrado nada que sea del ámbito privado de las personas”, aseveró en una entrevista con el portal Brasil 247.
Lo cierto es que Delgatti votó por Bolsonaro en 2018 y siempre admiró a Deltan Dallagnol, el jefe de los fiscales de la operación Lava Jato, la investigación por la cual se detuvo, condenó a Lula y, con ello, se lo inhabilitó de competir por la Presidencia ese año.
Ex empleado de cibercafés, autodidacta en sistemas, Delgatti contó que decidió filtrar los archivos porque se decepcionó de los fiscales. Cuatro de sus amigos fueron detenidos y acusados de asociación ilícita.
Delgatti logró contactarse con la periodista Manuela Dávila, ex candidata a vice de Fernando Haddad en 2018, la fórmula que reemplazó a Lula en esa elección. Dávila le recomendó al hacker contactarse con el periodista estadounidense Glenn Greenwald, que comenzó a producir notas sobre cómo se cocinaban las acusaciones.
Las filtraciones más graves involucraron operaciones ilegales de los fiscales, con aval de Moro, para investigar a testigos, extorsionar a acusados para ser delatores y usar a periodistas para operaciones de prensa. Expuso que Moro, además de juez, conducía las investigaciones y orientaba a los fiscales, sin avisar a la defensa de Lula y en contra de la ley.
Las denuncias de Greenwald en el portal “The Intercept” en 2019 no produjeron cambios institucionales en Lava Jato, pero si coincidieron con la renuncia de Moro como juez y su asunción como el primer ministro de Justicia de Bolsonaro.
En diciembre, todo el material confiscado en la detención de Delgatti fue liberado por el juez del Supremo Tribunal Federal Ricardo Lewandowksi. Más de un tera de información, con audios del fiscal Dallagnol, y conversaciones en las que admitían que tenían poco material contra Lula y que necesitaban trabajar en la convicción y en la divulgación mediante la prensa.
Delgatti habló en febrero con el portal Brasil247 y, un día después, fue amenazado por un juez de que si seguía declarando podía volver a Brasilia. “Lo último que quiero es volver ahí, no soy un delincuente”, dijo Delgatti. (Télam)