Juan Falú - Director cultural en la Cancillería
Hay dos días oficialmente dedicados a la guitarra nacional y su ejecución. Fueron promovidos por el Inamu, a cuyo frente hay un director proveniente del rock nacional y con una mirada simbólica de la cultura musical argentina excesivamente condicionada por su propia cuna (lo que, por supuesto, debe respetarse). Él promovió el día del guitarrista en homenaje a Pappo.
Sin cuestionar a este gran artista -quien se habría disgustado seguramente con la mirada recortada del director Diego Boris- asistimos azorados a la impunidad de que desde un cargo público se propongan fechas cuyas simbologías debieran ser más generosas y ajustadas a la increíblemente bella historia musical de nuestra tierra.
A partir de los cuestionamientos recibidos, desde el Inamu se agregaron días de homenaje -aprovechando la generosidad del almanaque- para compensar grotescamente sus propias miradas sesgadas. De ahí que, después, de proponer el día del Guitarrista (por Pappo), se sacó de la galera el día de la Guitarra (por Eduardo Falú). Toda una picardía.
Todos los días del año podrían referirse a algún referente de la guitarra nacional.
Entrarían Eduardo Falú, Atahualpa Yupanqui, Grela, María Luisa Anido, Jorge Cardoso, Juanjo Domínguez, Ricardo Moyano, Luis Salinas, Aníbal Arias, Miguel Ángel Girolet, Carlos Moscardini, Tito Francia, Daniel Amaya, Carlos Martínez, Quique Sinesi, Irma Constanzo, María Angélica Funes, María Herminia Antola, Víctor Villadangos, obviamente, Pappo y una lista interminable de guitarristas.
Por mí, que se toque la guitarra con pasión, homenajeando siempre la memoria de los mayores que la engalanaron. Y que el almanaque se festeje cotidianamente con respeto y los mejores sonidos. Y que las decisiones de cualquier funcionario público puedan basarse en la sabiduría propia o ajena, pero no en un narcisismo generacional, como en este caso.