Maneras de estudiar hay muchas: algunos eligen hacerlo con música, otros utilizando grandes resúmenes o diferentes colores para los temas, o incluso hacerlo de noche. En paralelo, hay un gran número de jóvenes que optan por acompañarse de un reloj o de una app para estudiar con la famosa y viral técnica “Pomodoro”, un método de gestión de tiempo que puede aplicarse para el estudio y que permite organizarse fraccionando o dividiendo la jornada en periodos de lectura, seguidos de pequeños descansos.
Seguramente quienes hayan estudiado alguna vez han experimentado problemas para hacer foco en el texto. El método Pomodoro consiste en dividir la jornada de trabajo en unidades de tiempo de 20 a 25 minutos, en las que se debe prestar atención sólo en una tarea (en este caso, el estudio). Cuando se cumpla el periodo, se debe hacer un descanso de cinco minutos para luego volver a las actividades otros 20 o 25 minutos. Luego de realizar esto cuatro veces, hay que tomar un descanso más largo antes de reiniciar el ciclo.
La idea de esta técnica es ejercitar la concentración, fijando toda la atención durante ese periodo de tiempo en la actividad que se está realizando. A diferencia del tradicional “sentarse hasta que duela”, el método Pomodoro alienta a enfocarse en el estudio porque se avizora siempre una pausa pronto: hay una meta, un fin al que llegar, y es ese próximo descanso.
Victoria Díaz es estudiante del Profesorado de Ingles y cuenta a LA GACETA que conoció la técnica “de casualidad”. “Realmente no estaba buscando específicamente una técnica para estudiar. Leí sobre ella en una nota de una página donde daban tips para concentrarse mejor y, cómo este siempre fue mi mayor problema, decidí investigar más. Averigüé sobre qué se trataba y me pareció una buena idea”, narra la estudiante que ya había probado anteriormente otras técnicas de estudio, pero sin éxito.
La joven asegura que ha mejorado bastante su productividad desde que implementó el método. “Fraccionar el tiempo me ayuda a concentrarme porque es cómo que mi cabeza se predispone al saber que son periodos cortos de tiempo y no horas”, agrega.
La técnica se llama Pomodoro (tomate en italiano), porque según se dice, su creador, el italiano Francesco Cirillo se basó en un reloj de cocina con forma de tomate para crearla. Los intervalos de tiempo también se llaman pomodoros, y cada uno de ellos, tiene una duración de 20 a 25 minutos.
Victoria, en vez de un reloj de cocina, utiliza una app para el móvil. “La que yo utilizo se llama Focus To-Do. No he probado tantas apps pero me quedo con esta que es muy buena y no es difícil de entender y usar”, admite. Recomienda el método a estudiantes y da un consejo: “tengan conducta y respeten los tiempos de cada Pomodoro como así los descansos, para aprovechar al máximo la técnica”, concluye.
Nahir Borges es alumna de la carrera de Ciencias Políticas y afirma que decidió implementar la técnica porque al estudiar suele dispersarse mucho y distraerse con el celular y la computadora. “Me ayuda mucho a concentrarme porque siento que me tengo que regir por el tiempo y seguirlo, lo que me motiva, hasta a ahuyentar algunos pensamientos que me desconcentran, porque tengo que aprovechar el tiempo”, expone sobre su experiencia.
La estudiante añade que ha visto un cambio positivo en su productividad: “si me canso me obligo a seguir para poder cumplir con el tiempo establecido y tener un descanso sin necesidad de sentir culpa por estar distrayéndome”, agrega.
La técnica es también modificable según las necesidades de quien la utiliza. Nahir, por su parte, a veces hace pomodoros de 50 minutos y descansos de diez. Se ayuda de la aplicación nombrada anteriormente, pero también usa otra, llamada Forest. “Siempre se lo recomiendo (el método) a mis amigos o a conocidos universitarios porque siento que te motiva mucho a concentrarte y en cierto modo te genera menos presión cuando descansas, porque justamente el descanso es lo que hace que puedas seguir prestando atención correctamente”, finaliza sobre la técnica.
Ana Díaz es estudiante de la carrera de Técnica en Diagnóstico por Imágenes y utiliza el método desde que empezó a cursar la carrera, hace dos años. “Cuando empecé mi primer año no sabía que iba a tener tanto contenido que estudiar, en comparación a lo que daban en la secundaria. Así que decidí buscar y probar distintos métodos hasta que conocí el Pomodoro y me funcionó perfectamente”, recuerda la joven.
Explica que decidió incluirla en su vida porque se dio cuenta que la ayudaba a dar lo mejor de sí en sus exámenes. “De hecho, gracias a esta técnica aprobé con notas altas mis exámenes parciales y los finales los llevo al día”, acota.
Sobre el método, reconoce que “fraccionar el tiempo para estudiar y dedicarme solo a eso por 25 minutos me mantiene súper enfocada y puedo comprender más y no olvidar lo que estudio. Cuando llega mi tiempo de descanso, es lo más, porque sé que voy a poder relajarme un ratito”.
La joven utilizaba en un principio una app móvil, pero ahora que ya sabe cómo funciona el método, utiliza solo un reloj. Recomienda también la app Focus To-Do ya que la considera completa, porque incluye música de fondo e incluso un “modo estricto” que sirve para bloquear apps de redes sociales y evitar distracciones.
Finalmente, deja un mensaje para los estudiantes que todavía no usan la técnica: “no pierden nada con probarla. Más si están en la universidad y necesitan organización para estudiar las materias. Se cuán difícil puede llegar a ser organizarte en esta etapa: pienso que es un método para nada estresante y, por el contrario, te ayuda a mantener en orden tus materias y tu mente”.
De especialistas
La técnica pomodoro es sólo una de las cientos de maneras que hay de estudiar. Especialistas en pedagogía nos cuentan la importancia de la optimización del tiempo, el autoconocimiento y por qué es útil hoy que los estudiantes puedan aprender técnicas de estudio.
“Si bien las técnicas de estudio o cualquier método te pueden dar una serie de pasos o pautas para estudiar, el tema de cómo estudiar es algo muy personal y subjetivo. Cada estudiante tiene que adaptar la forma de estudiar a sus posibilidades y características personales”, explica Gladys Caram, Profesora en Pedagogía y Licenciada en Psicología. La profesional asegura que lo importante en cuanto a la organización del tiempo es el uso de las estrategias de aprendizaje: “más que la cantidad de tiempo, es la calidad, o sea, cómo yo lo aprovecho al máximo”, afirma.
Pomodoro -sigue- es uno de los tantos métodos que hay para estudiar. “A ese (el método que se elija) lo importante es cómo yo lo adapto a mis posibilidades, a mis capacidades y a mi subjetividad”, advierte. En este contexto la concentración es muy importante. “Yo voy a estar concentrado en la medida en que esté estudiando de una manera estratégica, significativa, dónde yo comprenda lo que estudio, donde establezca relaciones, donde tenga un papel activo y comprometido con lo que estudio”, agrega.
Cuando hace referencia a estudiar de manera estratégica, la especialista se refiere a utilizar las técnicas de estudio de una manera consciente, sistemática, según las posibilidades y capacidades de cada uno, aprovechando el tiempo y organizándose de la mejor manera posible.
Tomar conciencia
Caram dice que es imprescindible ser consciente de que se está estudiando. “No es solo estudiar, sino saber para qué estudio, con conciencia y en función de mis objetivos”, subraya. Considera que la concentración se relaciona a eso, al tomar conciencia del para qué se estudia, generando preguntas, interrogando al texto y también estudiar de forma comprensiva, no de memoria. “Relacionarlo con otros contenidos, con la realidad, con mis experiencias, nunca estudiar en forma aislada, atomizada, repetitiva, mecánica”, aconseja.
En lo que respecta a la concentración, la profesional añade: “Es normal que haya problemas para concentrarse. Las dificultades pueden ser mayores o menores según cada persona y pueden estar atravesadas por un componente emocional”, asevera la psicóloga. Por esto “es muy importante conocerse, lo que en psicología se llama metacognición: saber cuáles son mis capacidades, mis limitaciones, mi tiempo de concentración”, expresa para contar luego que, de haber muchas dificultades en la concentración y no encontrar técnica que pueda ayudar con ello, es propicio hacer un análisis profundo de la persona y ver qué componentes emocionales están influyendo para impedir que el estudiante pueda hacer foco en sus actividades.
Encontrar mi método
Finalmente, la especialista en pedagogía dice que el Pomodoro puede ser útil, como también otros métodos, siempre y cuando se use en función de esa toma de conciencia. “Capaz que yo adapto un método, lo quiero forzar y, si no lo logro, puede aparecer mucha frustración”, ejemplifica e invita a los estudiantes a buscar una forma de estudiar en función de los componentes emocionales, afectivos y subjetivos de cada uno.
Esta clase de métodos permiten organizar el tiempo, fijar metas y mejorar la capacidad de concentración. La psicopedagoga Natalia Jiménez Terán explica que la organización del tiempo es un factor clave para poder estudiar mejor. Organizar el tiempo de estudio -dice- permite lograr más con menor esfuerzo.
“Cuando se aprende a administrar el propio tiempo, se puede mejorar nuestra concentración, definida como la capacidad para centrar toda la atención en el estímulo seleccionado”, expone. El problema -sigue- es que hoy en día los chicos, adolescentes y adultos están inmersos en estímulos, por eso a veces es más difícil mantener la atención y la concentración, y eso genera dificultades de aprendizaje.
Las técnicas
Para Jiménez Terán, contar con técnicas es sumamente beneficioso. El mundo en el que vivimos -considera- incrementa la necesidad de ejercitarse en métodos para lograr concentrarse. Así, la organización en el estudio se vuelve lo más importante y recomienda “centrarse en una cosa a la vez, estar relajado, hacer actividades para entrenar la concentración y la atención, evitar distracciones u objetos que distraigan y diversificar tareas, esto es, cambiar de una materia u asignatura porque, a nivel mental, esos cambios ayudan a reiniciar o a iniciar el proceso de la atención nuevamente”, asevera.
La profesional admite que se enfrenta a niños y adolescentes con cada vez más dificultades de concentración o con la falta de métodos para estudiar. “Los chicos no tienen métodos de estudio, no tienen técnicas ni hábitos tampoco”, advierte. Por esto, la también master en neuro psicopedagogía recomienda que los chicos de quinto o sexto grado puedan ir conociendo métodos y técnicas de estudio para no chocar al entrar en la secundaria y frustrarse por no tener entrenada la concentración y la atención. Si bien esto puede aprenderse por los padres, la psicopedagoga opina que es una materia pendiente en las instituciones educativas. “Si los chicos no las tienen (las técnicas) no las pueden utilizar. Las podrían tomar de la institución educativa, pero las tienen que conocer. Sería bueno que empiece a haber una equivalencia entre lo que es el aprendizaje y lo que son los métodos, que incluyen el ejercicio de la concentración y la atención”, añade.
Hay que enseñar
Las técnicas de estudio existen. Ambas profesionales coinciden en que es importante que la escuela sea el lugar que favorezca el conocimiento y uso de las estrategias de aprendizaje en todos los niveles. “Hay que mostrar que existen (los métodos) y cuales son, que cada uno elija el que mejor le venga, el que mas se asemeje a sus posibilidades, el que mejor se adecue a su persona”, finaliza Natalia Jiménez Terán.