Asistió menos gente de la que se esperaba, pero igual los reclamos resonaron con fuerza frente a la Casa de Gobierno. Lo que a nivel nacional fue una convocatoria opositora en repudio al vacunatorio VIP, en Tucumán se convirtió en una movilización protagonizada por ciudadanos que protestaron principalmente por la inseguridad. Según fuentes policiales, entre las 18 y las 20 unas 800 personas se concentraron en las aceras oeste y norte de la plaza Independencia. Tanto la remodelación del paseo público como la renovación de numerosas calles céntricas obstruyeron la circulación y sumaron dispersión a la caravana fallida, que iba a iniciarse en la plaza Urquiza.
La confusión fue moneda corriente entre los primeros manifestantes que confluyeron a las 17 en barrio Norte. A pie y en auto, envueltos con banderas argentinas, se preguntaban dónde estaba la gente y cómo iban a recorrer una 25 de Mayo repleta de cortes. Ocurre que, a nivel nacional, las marchas fueron convocadas una hora antes de lo planificado en Tucumán por medio de las redes sociales. Al final, los grupos iniciales aguardaron en las cafeterías de la calle Santa Fe y dentro de camionetas cuyas bocinas no paraban de sonar.
Ocho cuadras al sur, cientos de indignados comenzaban a ubicarse como podían entre las redes y los escombros de las obras de refacción. Sobre un suelo sin asfalto, pasadas las 18.30, el himno nacional fue cantado con fervor frente al palacio gubernamental. “¡Viva la patria! ¡Que se vayan todos! ¡Por Tucumán y la República!”, fueron los principales gritos emitidos en conjunto. Las pancartas contenían consignas en contra de la corrupción y la impunidad, e insultos contra Juan Manzur y Cristina Fernández, entre otros funcionarios.
Por momentos, un parlante emitía músicas que eran bailadas con alegría por un grupo reducido en las escalinatas de 25 de Mayo 90. “Estamos de duelo. No es momento para eso”, replicó pronto Noelia Artaza. Ella es nuera de Juan Pedro González, el vendedor de bollos que fue asesinado el viernes en la zona sur de la ciudad. En reclamo de justicia, llegó acompañada de otros familiares de víctimas de la inseguridad. “Hemos venido por eso. Estamos destrozados. No nos vamos a vencer nunca. Era un trabajador honrado de 74 años”, dijo con los ojos cargados de llanto.
En el ambiente, cánticos patrios se mezclaban con el clamor en contra del Gobierno provincial y el nacional. A pesar del ruido, Alberto Lebbos, referente de la Comisión de Familiares Víctimas de la Impunidad, se acercó a Artaza para expresarle solidaridad y se puso a su disposición. “Yo pensaba que la marcha era sólo por la impunidad, pero la verdad es que es el denominador común a todo lo malo que nos pasa. Incluido el vacunatorio VIP”, reconoció Lebbos a LA GACETA.
Pasadas las 19, en el punto culmine de la marcha, él se convirtió en el principal orador del encuentro (una decena de ciudadanos se manifestaron con un megáfono). “Hay una falla sistemática y deliberada del Estado en la prevención del delito. Eso nos llevó a esta epidemia delictiva y a un genocidio de jubilados. Cada vez que haya una marcha, debemos ir y pedir por el fin de la impunidad”, solicitó Lebbos.
Por la salud institucional
A diferencia de Buenos Aires, en Tucumán no se vio a políticos de la oposición entre los manifestantes (algunos habían comunicado su adhesión). “Yo vengo de manera particular, como a cada banderazo. Pido una Justicia independiente y el respeto de las instituciones, que están avasalladas en el país y en la provincia. Tengo 71 años y nunca vi una decadencia como esta. Recién tengo turno para vacunarme en mayo y mirá cuántos amigos del poder ya lo han hecho”, fustigó Ana Raffo, que se acercó en soledad a la plaza con un cartel que decía “¡Fuera! No nos representan”. “Podría estar en mi casa, pero estoy muy preocupada”, añadió.
“Lo de la vacuna fue la gota que rebalsó el vaso. Es hartazgo”, gritó otra asistente con el megáfono. Juan Ortega, docente de adultos mayores, dijo que tanto el escándalo de las inmunizaciones VIP como la inseguridad lo motivaron a protestar. “Las dosis que se pusieron los que no debían podrían haberle dado más tiempo de vida a aquellos que murieron (por covid-19)”, reflexionó.
Junto con su sobrina, Vilma Castillo fue a la plaza desde una zona alejada del centro. “Vengo por una Justicia independiente, que es el pilar de una República. Estamos cada vez peor, hundidos en la corrupción”, consideró.
A las 19.30, la decena de personas que se quedó hasta el final analizaba estrategias para sumar más adhesiones a la próxima marcha, que ya tiene fecha: el 6 de marzo “contra la inseguridad”.