El jefe del Servicio de Infectología del Hospital Padilla, Gustavo Costilla Campero considera que se deben exigir más controles y revisar mejor los protocolos en la provincia. Todo esto luego del escándalo del vacunatorio VIP que le costó el cargo al ministro de Salud de la Nación, Ginés González García, a quien el presidente Alberto Fernández le pidió la renuncia y fue reemplazado por Carla Vizzotti.
Costilla Campero, es infectólogo y trabaja en el Hospital Padilla hace 25 años como Jefe de Servicio en esa área. Su equipo se completa con enfermeras, farmacéuticas y algunos residentes que durante la pandemia han tenido que correr al ritmo de la Covid-19. Ahora, con el proceso de vacunación en marcha en todo el mundo, el especialista mira con preocupación el rumbo que ha tomado en Argentina la colocación de las dosis que van llegando, dicho sea de paso, a cuentagotas.
Como médico infectólogo y miembro de la Sociedad Argentina de Infectología, considera que los criterios para la inoculación deben revisarse en Tucumán. Y aunque no puede confirmar que en nuestra provincia existen casos de vacunación Vip, sugiere que por nuestra idiosincrasia, “los tucumanos no estamos exentos” de que algo así hubiera sucedido. El especialista accedió a una entrevista con LA GACETA. El diálogo se dio en estos términos:
¿Qué opina sobre la vacunación VIP?
- Es un tema que nos ha obligado a reflexionar a todos como ciudadanos. De hecho, como Sociedad de Infectología estamos discutiendo nuestra postura. No nos podemos quedar callados ante esto. Lo que tenemos que plantear es la defensa de la salud para que la mayor parte de la población sea beneficiada por la vacunación. Pero hay principios bioéticos imprescindibles de aplicar. El primero es el de equidad. Establece que cuando los recursos son escasos, hay que dar más a quienes más lo necesitan. Eso es tomar decisiones sanitarias con un enfoque de riesgo. La vacunación no puede ser como el Titanic, donde hay gente con boletos de primera clase o tercera. La valoración sobre quienes deben recibir la vacuna tiene que realizarse de acuerdo al riesgo. Y es necesario hacerlo cumplir. Otro principio médico es el de beneficencia, o sea, hacer el bien a todos. Sabemos que para limitar esta pandemia un 70% de la población debería vacunarse. El tema es que hay cierta escasez a nivel mundial y la pregunta inmediata que surge es ¿en qué tiempo podremos lograr eso? Ante ese escenario lo que debemos entender es que, aunque todos necesitamos la vacuna, la edad de quien la recibe debe ser el primer elemento a considerar. La covid-19 ha demostrado que esa es una variable clave a la hora de definir un riesgo. Lo mismo ocurre con otras morbilidades como diabetes, enfermedades cardiacas, obesidad, etcétera.
¿Cree que es ordenado y claro el proceso que se está llevando en Tucumán?
- Lo que sabemos es que el recurso es muy escaso. Por eso deberíamos ser más estrictos en los protocolos para asignar las vacunas. Uno que está en contacto con profesionales de todo el país, sabe que posiblemente se haya vacunado a personas que no lo necesitaban. Y Tucumán no está exento de eso.
¿Entonces usted cree que eso ha ocurrido en Tucumán?
- Acá podría pasar perfectamente, no quiero confirmarlo. Pero uno recibe comentarios de distintos lugares. ¿Puede haber sucedido? Si. Pero en un volumen tan grande, hay referencia de que puede haber sucedido.
¿Usted se refiere a gente que se colocó la vacuna y no era población de riesgo?
Sí, hubo casos de personal administrativo o personal no prioritario que se colocó las dosis. Y mientras tanto todavía hay personal de salud en actividad asistencial que no ha recibido la vacuna. Y allí el principio de equidad no se cumple. De hecho, hay gente que está accediendo a turnos para mayo o junio con más de 80 años. Así como circulan casos puntuales o anécdotas, podemos conocer de personas de diferentes niveles (políticos o judiciales), que accedieron a la vacuna, sin ser prioritarios.
¿Puede haber casos de vacunación VIP en Tucumán?
- Conociendo la idiosincracia, Tucumán no está exento ni a los favores ni a las gestiones y afinidades políticas. Por ello deberíamos exigir más controles, no solo internos, sino públicos y externos. Instituciones del medio deberían poder acceder a la información sobre cómo se distribuye y asigna la vacuna. Yo no puedo decir que quienes toman las decisiones a nivel central tengan una “mala voluntad” a la hora de priorizar a los tucumanos que se vacunan. Pero si es necesario discutir la interpretación sobre quienes deberían hacerlo.
Efectos en la población
El Hospital Padilla, a través del Servicio de Infectología que coordina Costilla Campero ha postulado a ese centro como una de las Unidades Centinelas que podrían comenzar a funcionar en todo el país para monitorear e investigar los efectos de las vacunas en la población.
Según explicó el especialista, se trata de un proyecto que debe ser analizado por autoridades nacionales.
“Por directiva de la OMS (Organización Mundial de la Salud), todos los países deben realizar un seguimiento sobre los efectos reportados por los pacientes. Para ello en Argentina, se crearán unidades centinelas especializadas y nos gustaría que el Hospital Padilla sea el centro de vigilancia activa en la provincia”, indicó en ese sentido Costilla Campero.
Hasta el momento en Tucumán los resultados de los informes reportados sobre efectos adversos de las vacunas están dentro de lo esperado. Aunque hubo un caso especial, de mucha significancia clínica, sobre una parálisis facial que está bajo investigación. El médico aclaró que el caso está bajo observación clínica para determinar si hubo o no una relación con la vacuna.
Para Costilla Campero, el talón de Aquiles del Sistema Provincial de Salud (Siprosa) ha sido el manejo de los recursos humanos en medio de la pandemia.
“Uno saca a relucir la capacidad operativa y la buena voluntad de la gente que trabaja, pero el manejo de los recursos humanos ha sido deficiente”, asegura. Y lo que es más grave, agrega: “las autoridades no están recibiendo esas señales”. De hecho, esta semana hubo nuevamente reclamos
El infectólogo, que trabaja hace 25 años en el sistema público de salud, entiende que aún hoy existen demandas insatisfechas, tanto salariales como laborales.
El coronavirus ha desnudado las estructuras de un sistema sanitario vetusto, indica. “Antes era un orgullo formar parte de una institución pública. Hoy hay mucha gente que prefiere irse al nivel privado, por el tema económico y por las condiciones de trabajo”, finalizó.