“Un entrenador o un director ya no se dedica sólo a delinear estrategias y armar el equipo. Hoy, hay que hacer de psicólogo, preparador físico, médico. Hay que escuchar los problemas de tus jugadores. Pasás a ser un administrador o una especie de gerente deportivo”. Con esas palabras, Deivis Barone definió lo que vive un director técnico. “Fue un paso importante, no sólo para mí. Yo tenía pensando hacerlo mucho antes de retirarme para seguir vinculado al fútbol. Quería, cuando terminara mi actividad profesional, mantenerme en este ambiente”, remarcó el uruguayo, que completó el curso en 2013.
“Personalmente le dedicaba 24 horas al jugador de fútbol porque cuando no te ven es cuando más tenés que cuidarte. La alimentación y el descanso eran fundamentales para mí. Ahora como técnico no me alcanzan las 24 horas. Estoy metido al ciento por ciento porque en esta profesional hay que estar en todos los detalles”, comparó el trabajo y las diferentes responsabilidades que tiene un futbolista cuando juega y luego cuando asume el trabajo de estar al frente de un plantel.
“No alcanza con tirar una pelota para que jueguen. Es mucho más que eso y hay que sentirlo. Tenés que ser un apasionado de tu trabajo”, aclaró sobre las exigencias que debe tener la persona que qiera dedicarse a la formación de jugadores.
Barone tampoco perdió la oportunidad para remarcar la importancia que tiene una buena preparación previa para ocupar un puesto de las características de un entrenador. “La responsabilidad es enorme. Hay que estar al frente de un plantel de 25 o 30 muchachos que piensan diferente. Cada uno es un mundo distinto y uno tiene que tener la capacidad de alinearlos e ir en busca del mismo objetivo por el bien del equipo”, indicó.