Barbijo, sanitización de manos y suelas de zapatos, aulas ventiladas y grupos de cinco alumnos, y dos por mesón. De esa manera 45 chicos con problemas de aprendizaje, concretamente dislexia, fueron los primeros en volver a la presencialidad, en septiembre de 2020, mientras la mayoría de los alumnos seguían encerrados. Fundemi no es una escuela, pero se le parece mucho. Es una fundación sostenida a pulmón por un equipo multidisciplinar dedicado a enseñar a los niños a aprender, a ayudar a los padres a acompañar y, en breve, a capacitar a otros docentes.

“La escuelita”, como le llaman los chicos, se ubica en Garizio y Lola Mora, de Lastenia, Banda del Río Salí. Es la única ONG que trata la dislexia con un modelo “no sanitarista”, según su directora, la profesora María Angélica Chávez, autora del método que aplica. Por eso llegan hasta allí niños de lugares tan distantes como Delfín Gallo, Tafí Viejo, Los Chañaritos y la capital, después de muchos fracasos en sus escuelas y colegios.

“Los chicos vienen con un sentimiento de frustración y baja autoestima y nos cuesta mucho sacarlos de ese lugar”, señala la psicopedagoga Sonia Sosa. “La dislexia es una dificultad en el aprendizaje que tiene una base genética pero que no es una discapacidad. La padece entre el 10% y el 12% de la población mundial y el 15% en el país. Por eso sostenemos que no se debe hacer una adaptación curricular, como se realiza en el caso de discapacidad, sino una adaptación de las estrategias de aprendizaje. Es decir, no se trata de hacer los contenidos más fáciles sino de usar las herramientas pedagógicas correctas para que estos niños puedan aprender los mismos contenidos que los otros chicos”, explica Chávez.

Ella es autora del sistema EMI Estrategias Metodológicas Inclusivas, que ha condensado en un libro. Su proyecto se creó y fue probado varios años en la escuela N° 330 de Los Ralos, donde era directora. Su experiencia para ayudar a chicos con dislexia y Dificultades Específicas del Aprendizaje (DEA) mereció un premio de la fundación La Nación.

“Los chicos aprenden mediante asociaciones sensoriales, por eso trabajamos con material didáctico de muchos colores, con elementos sensitivos y con imágenes y sonidos. Cuando ellos aprenden a usar las herramientas pueden aprender cualquier cosa”, dice María Angélica, cuyo propio hijo, Emiliano, inspirador de su proyecto, es la prueba cabal del éxito de su método. “Mi hijo tenía 10 años y lo mandaron a una escuela especial. Tenía dislexia. Gracias a él llegué a este método y él ahora estudia Medicina, habla inglés fluido y prepara alumnos para enfermería”, cuenta con orgullo.

EQUIPO. María A. Chávez (segunda desde la izquierda) junto a Sonia Sosa, María Jiménez, Claudia Carrizo, Eugenia Herrera y Pía Bustamante.

María Angélica indica que la ley nacional N° 27.306 de dislexia y DEA exige a las escuelas que hagan las adaptaciones necesarias para facilitar el aprendizaje de niños con esas problemáticas. Pero la ley no se cumple. La norma ordena dar prioridad a la oralidad, tanto en la enseñanza de contenidos como en las evaluaciones, otorgar más tiempo para tareas y evaluaciones, evitar las exposiciones en voz alta frente a los demás compañeros y los copiados extensos y ajustar los procesos de evaluación a las singularidades de cada alumno.

La docente propone la urgente puesta en práctica de un paradigma pedagógico que evite el fracaso escolar de tantos chicos con dislexia. “Para ayudarlos -propone- docentes y padres tenemos que aprender a mirarlos para darnos cuenta de sus necesidades y proporcionarles las estrategias que les permitan ser libres y no estigmatizarlos con una adaptación curricular ni con un rótulo de ‘este un chico con tal o cual problema’”.

¿Sabés reconocer la dislexia?

1- En la lectura, los chicos con dislexia confunden las letras; cambian sílabas, repiten, suprimen o añaden letras. No comprenden lo que leen.

2- En la escritura, invierten, omiten, sustituyen o adicionan letras. Escriben de corrido sin separar las palabras. No hay ortografía.

3- En matemática, pueden realizar cálculos mentales pero les cuesta escribirlos. También les resulta difícil calcular el tiempo.

4- Coordinación motriz: tienen dificultad para atarse los cordones de las zapatillas, coordinar derecha e izquierda y reconocerlas. Lo hacen por asociación.

5- En el espacio: se pierden en los lugares, salvo que busquen puntos de referencia. A los chicos con dislexia les cuesta ubicarse en un lugar.

6- Capacidad intelectual: Es absolutamente normal. Los chicos con dislexia no tienen ninguna enfermedad ni discapacidad.

7- Autoestima baja: los niños con dislexia suelen tener autoestima baja producto de las burlas y los reclamos que les hacen en la escuela ante sus equivocaciones.

8- Necesitan directivas claras y concretas. De lo contrario no las comprenden y se frustran, lo que lleva muchas veces a la depresión.