“Estamos analizando dos líneas: que se haya caído de manera accidental al río o que haya sido víctima de un delito cometido por terceros. Se trabaja a todo ritmo”, aclaró el titular de la fiscalía de Delitos Complejos, Pedro Gallo, que está al frente de la investigación de la desaparición de un niño de tres años que fue visto por última vez el domingo a la tarde en un barrio que está ubicado en Banda del Río Salí.
Brian Ezequiel Galván vive en el barrio La Milagrosa. Al vecindario lo abrazan la pobreza y la precariedad. Las calles son de difícil acceso y al paisaje lo dominan los basurales. De punta a punta es acariciado por las aguas del río Salí. Su abuela Clementina Rojas, de 38 años, se encargó de criarlo desde que nació. Poco se sabe de su madre, de 19 años, que dio a luz al niño cuando apenas tenía 15. Declaró en la Policía y guarda una prudencial distancia con los investigadores. La abuela del pequeño de tres años es la encargada de hablar con los medios y con los que tratan de resolver el caso.
Como un domingo cualquiera, Brian dejó la humilde vivienda en la que reside en el barrio y se fue a jugar a la casa de un amiguito, ubicada a unos 100 metros de la suya. Según denunció su abuela, se quedó allí hasta las 18 porque los familiares del otro niño debían salir. “Le dijeron que se fuera a la casa. Él les hizo caso, se subió a su pequeña bicicleta y no supimos nada más. Comenzamos a buscarlo los familiares, después se sumaron los vecinos y los policías”, explicó Rojas.
Las escenas de la búsqueda fueron frenéticas. Decenas de personas alumbrándose con sus celulares caminaban por los matorrales o removían los basurales para tratar de encontrarlo. Todo el esfuerzo fue en vano. La oscuridad de la noche y la lluvia fueron más fuertes que el esfuerzo de los buscadores. El rastrillaje se dio por terminado cuando las agujas del reloj marcaban las 22. Al día siguiente, muy temprano, más de 100 efectivos se sumaron al rastrillaje. Por orden del fiscal Gallo también comenzaron a trabajar las divisiones Delitos contra las Personas y Trata.
Cruda realidad
“No podemos creer lo que pasó. Ese chiquito era un ángel. Se la pasaba jugando de un lado a otro. Dentro de todo, no le faltaba nada”, explicó Rosa Jiménez. “Ni siquiera se me pasa por la cabeza que alguien le haya hecho algo malo. Tenemos terror que se transforme en otro caso Abigail (refiriéndose a Abigail Riquel, la niña que fue asesinada después de haber sido abusada en un descampado en octubre) porque sería muy grave”, agregó.
Don Julio Martínez vive hace más de 15 años en La Milagrosa. “Acá pasó de todo, pero nunca algo tan grave. Aquí siempre vivió gente muy pobre. Algunos fueron metidos en ‘cana’ por robar o por haber matado a alguien en un beberaje, pero nunca pasó algo tan grave, por eso todos andan alterados”, dijo el hombre de 65 años.
“El presente de esa familia es bastante complicado. Tuvieron muchísimos problemas y viven como pueden en medio de mucha miseria. No puede ser que ahora estén sufriendo otro golpe. En realidad, los que vivimos aquí ya estamos acostumbrados”, agregó Roxana Ablanedo.
Una hipótesis
Los investigadores encontraron la bicicleta de Brian en la casa de una tía que informó que la había dejado ahí y luego se retiró sin decir adónde. En las últimas horas se confirmó que tres niños lo descubrieron en medio del río. Lo llevaron hasta una canchita y, según consta en la causa, le advirtieron que el Salí estaba crecido y le dijeron que se fuera a su casa.
Una de las hipótesis que manejan los pesquisas es que el pequeño no hizo caso y volvió a meterse al río, que en esos momentos estaba crecido porque desde hacía varios días que estaban abiertas las compuertas de El Cadillal. “No creo que haya caído al agua. Los chicos se crían a la par del río y saben muy bien de los peligros. Es una cuestión natural”, señaló Serafín Heredia, habitante del barrio.
Desde el martes, los hombres de la Lacustre recorren en dos embarcaciones a remo las turbias y ahora peligrosas del Salí. Recibieron la orden de hacer un trayecto desde el puente Lucas Córdoba hasta el de Santa Rosa de Leales. “Paralelamente se hace una búsqueda a pie por los márgenes, apoyados por el helicóptero y drones”, explicaron desde la fiscalía.
Otras versiones
Con el correr de las horas, los familiares y allegados de Brian comenzaron a aportar datos a la Policía y a la Justicia. “Cada una de esas informaciones es debidamente investigada”, dijo Gallo a LA GACETA.
Rojas se presentó en la seccional 11ª y denunció que unos chicos del barrio contaron que un hombre delgado, al que no pudieron identificar y que se movilizaba en una bicicleta, capturó al menor, lo colocó en una bolsa negra de consorcio y se lo llevó. Los pesquisas buscaron sin éxito indicios que ayudaran a confirmar esa versión, pero hasta el momento no encontraron ninguno. “Muchos pueden decir que es una fábula de los chicos, pero no creo porque aquí no entran muchos extraños. Algo de verdad puede haber”, comentó Julio Tolaba.
Ayer a la mañana, por pedido del fiscal Gallo, los policías hicieron una inspección ocular en un domicilio del barrio. Vecinos señalaron que un criador de cerdos podría haber secuestrado al niño. Durante horas analizaron la casa y no encontraron ninguna prueba de interés para la causa. “En el barrio hay una especie de persecución por este caso. La gente está hablando muchas macanas sin darse cuenta de que pueden generar problemas a alguien que no tiene nada que ver”, opinó Jessica Pérez.
Algo similar sucedió cerca del mediodía de ayer. Una pariente acusó al padre biológico del menor señalando que el domingo por la noche lo podrían haber visto con el niño en la zona de San Cayetano. Personal de la seccional 4ª lo fue a buscar para interrogarlo. Cuando se identificó, se dieron cuenta de que tenía pedido de captura por otra causa, por lo que quedó demorado. “Algo extraño hay con ese hombre. Tienen que investigarlo más. Es pariente del chico, por ahí quiso vengarse de algo”, concluyó Juan Herrera, aportando más misterio al caso.