Raúl Granillo Ocampo fue secretario general de la Presidencia, embajador y ministro de Justicia de Carlos Saúl Menem. Aunque vive en Buenos Aires, donde están sus hijos y sus nietos, se encuentra en el pueblo natal del caudillo riojano desde el año pasado, cuando lo “agarró” la cuarentena. Su residencia es una finca céntrica, con una llamativa campana junto al portón de madera, ubicada en la calle principal, frente a la escuela. En el pequeño portón contiguo recibe a LA GACETA para dar una descripción de Menem, de quien –dice- “el tiempo hará un juzgamiento menos apasionado y muy positivo”.
-¿Cómo ha sido el Menem político en el poder?
-Creo que es un hombre que ha hecho una enorme transformación; la transformación genera gente que lo apoya y gente que no, y eso es lo que ha producido una enorme controversia. Desde mi punto de vista, creo que si uno tuviera que juzgarlo no debería juzgarlo por las palabras sino también por los hechos. Y si me permite le diría dos o tres cositas muy rápidamente para que se dé cuenta de la enorme fuerza que ha hecho hacia la institucionalidad del país. En primer término mucho se habló durante muchos gobiernos de que querían la libertad de expresión, pero el que privatizó los medios de comunicación en poder del Estado, que eran una herramienta que tenía el poder político, sobre todo el gobierno, para hacer política, fue él; lo hizo y dentro de los primeros seis meses de gobierno. En el tema del periodismo, él fue el que eliminó la figura del desacato y además incorporó a la Constitución de 1994 un tema que es muy importante para el periodismo, que es la protección de las fuentes de información. Además, hay dos cosas que son objetivas: la primera es la reforma de la Constitución de 1994. Muchos se olvidan de que es la única constitución a lo largo de toda la vida política argentina que es el resultado del consenso. Todos los artículos de esa constitución fueron votados por unanimidad. Si Ud. mira la de 1853, es una constitución que nace de la imposición del bando ganador, en este caso Urquiza, sobre Rosas; si mira la del 60, es la imposición de Buenos Aires sobre el resto del país; la del año 49 fue la visión de un sector de la sociedad que era el peronismo, pero no era la visión de otros; la del 57, ni qué hablar: aunque todos los constitucionalistas hablan maravillas de ella, se olvidan de que fue convocada por un gobierno de facto a través de un decreto. En cambio esta modificación cumplió con todos los requisitos y además se buscó tanto el consenso que se terminó votando todos los artículos por unanimidad. Y me gusta señalar algo muy importante y es el hecho de que por primera vez los derechos humanos tomaron jerarquía constitucional. Creo que eso se debe a la visión política de un hombre como él, a quien el tiempo hará un juzgamiento menos apasionado y estoy seguro de que va a ser muy positivo.
- ¿Qué pedía como presidente a sus funcionarios?
-Menem era un hombre profundamente respetuoso de sus funcionarios. Tenía ideas directrices que transmitía con mucha claridad y de ahí nos daba una libertad enorme para trabajar.
-¿Cuál es el legado de Menem?
-Si tuviera que sintetizarlo le diría que es la primera oportunidad en los tiempos modernos en que la Argentina se insertó en el mundo; es la primera oportunidad en que se modernizó fantásticamente; no nos olvidemos que la Argentina que él recibe es un país con hiperinflación, en que los servicios públicos se cortaban varias horas por día, enormes déficits de las empresas del Estado; bien, su visión fue que había que salir de ese modelo, había que generar la inserción de Argentina en el mundo para que se transformara en una parte importante de ese comercio que se estaba globalizando. Además en lo interno creo que hizo el crecimiento del sector más importante que tiene la Argentina en términos económicos, que es el sector del campo, permitiéndole una modernización, un salto productivo y tecnológico enorme. En lo institucional creo que esa Constitución que se inspiró en su gobierno más otras reformas que se habían hecho; el respeto hacia las formas legales, por ejemplo fue la primera vez en muchísimos años que los presupuestos empezaban a presentarse antes de que empezara el año en que debían aplicarse. Se hicieron leyes de contabilidad fiscal, de modernización del todo el sistema de control. Todo eso forma parte de su legado. Y si tuviera que darle un broche final, le diría que para mí el aporte más importante que hizo fue el de la generosidad para mirar al enemigo. Dejó de considerar al adversario político un enemigo, trató de incorporar al que pensaba de manera exactamente contraria a él al juego político; todo eso creo que estaba dentro de su visión de generar un gran consenso y superar estas brechas que nos han separado durante muchos años.