La frase se volvió común después de que Carlos Menem dejara la presidencia en 1999, y más luego de que fracasara su intento por retornar a la Casa Rosada en 2003: todos fueron menemistas. Hasta Néstor Kirchner supo elogiarlo, suceso que sirve para entender por qué se llegó a decir que todos los peronistas, especialmente aquellos que luego ocuparon espacios destacados en el escenario político argentino, fueron menemistas: por la forma en la que Carlos Menem ejerció el poder político.
El menemismo trazó una huella. Hizo del verticalismo histórico del Justicialismo un ejercicio cotidiano, pragmáticamente profundizó el concepto, tanto que hoy se considera un esquema natural de gestionar el poder en el PJ. Sin embargo, el riojano aplicó su propio estilo, impuso un sello: delegando responsabilidades en la gestión a través de colaboradores fuertemente empoderados, pero centralizando las decisiones.
En Tucumán dejó la marca de su intuición política al apostar por Ramón “Palito” Ortega para gobernador de la provincia en 1991; tiempo en el que eligió a estrellas del espectáculo y del deporte para imponerse en los comicios, como lo fue Carlos Reutemann en Santa Fe. La administración de Ortega gozó de las ventajas de ser un elegido de Menem; tampoco iba a dejar que su ahijado político fracasara, porque se convertiría en su error. Domingo Cavallo, su ministro de Economía, fue un buen aliado económico de “Palito”.
Menem fue el que en 1991, a instancias del interventor Julio César Aráoz, convirtió a Tucumán en capital de la República los 9 de julio. No fue una década ganada o perdida la de 1989-1999, fue una década menemista por su impronta. Ese rasgo político del ex Presidente respecto de su manera de administrar el poder trataron de imitar sus sucesores; aunque añadiéndole al verticalismo que caracterizó al caudillo riojano la presión, excesiva, a través de los recursos federales para disciplinar a propios y extraños. Desde esa perspectiva política menemismo no es lo mismo que kirchnerismo. Con excepciones, tranquilamente en el peronismo se puede afirmar que todos los compañeros supieron ser menemistas.