El jueves jugará la primera fecha del torneo 2021. Acaba de volver del entrenamiento y se resguardó en su departamento de la ciudad de Cluj-napoca, donde ahora la temperatura es de 10 grados bajo cero. Para esta noche esperan nieve. En Rumania, donde juega el tucumano Lucas Chacana, los inviernos son helados y secos.
El tucumano tuvo que amoldarse al frío, a las costumbres de sus pobladores como el hecho de que los rumanos no tienen un horario más o menos estándar para la alimentación. "Aquí pueden almorzar a cualquier hora. A veces en las concentraciones sirven el almuerzo a las tres de la tarde y las seis, te sirven la cena, cuando yo a esa hora estoy tomando mate", dice sonriente Chacana desde Rumania en diálogo con LAGACETA.com. "El tema es que, después de un par de horas, tengo un hambre bestial y tengo que comer algo", agrega.
La profesora de inglés
El futbolista llegó a Rumania en enero del año pasado. Luego la pandemia frenó toda la actividad. Sin embargo, el fútbol volvió antes a Rumania en comparación con Argentina. "En julio volvimos a los entrenamientos y en agosto ya empezamos a jugar, aunque sin público", advierte.
El año pasado, Chacana se sumó al Politehcnica Iasi, equipo que milita en la primera división. Pero, este año, jugará para Universidad Cluj, equipo que lleva el nombre de la ciudad, ubicada al noroeste de Rumania.
"Tenemos la posibilidad de ascender y vamos a intentarlo -resalta-, son 10 o 12 partidos para lograr ese objetivo", detalló.
El idioma rumano no lo domina, pero ahora empezó a estudiar inglés, que le permitirá comunicarse mejor con su entorno. Tiene una profesora muy particular: Florencia, su hermana.
Dos o tres veces por semana, depende de la rutina de entrenamientos, Lucas se conecta por video con su hermana "la Teacher" para avanzar con el curso de aprendizaje. Sin embargo, en el club tiene mucha suerte, porque el ayudante de campo del DT habla español y es el encargado de traducir las indicaciones del entrenador.
Un periplo
El encierro por la pandemia fue difícil. Desde marzo hasta diciembre no pudo moverse de Rumania. Antes de la Navidad se abrieron las fronteras y planeó un viaje hasta Tucumán para compartir con la familia. Fueron 56 horas de un viaje que parecía interminable.
Salió de su ciudad rumbo Bucarest (la capital de Rumania) en ómnibus. Ese recorrido lo hizo en ocho horas. Luego en Bucarest pudo subir a un vuelo hacia Ámsterdam, capital de los países bajos. Allí esperó 13 horas hasta poder tomar otro vuelo rumbo a Buenos Aires. En Ezeiza, no conseguía pasaje a Tucumán. Era 22 de diciembre. Los padres no sabían nada del viaje, porque "Luquitas" quería darles una sorpresa. Sin dudar un instante, se tomó un taxi desde Ezeiza hasta el barrio Vial, en Tucumán, en un trayecto que le llevó 15 horas de viaje, casi sin pausa.
"Llegué a la una de la madrugada a la casa de mis padres -recuerda Chacana-; me bajé del auto, golpeé la puerta de casa y salió mi mamá y mi papá -relata-; no podían creerlo, nunca los había visto así, sorprendidos, me querían abrazar, pero les tuve que decir que no; que esperaran a que me diera un baño, porque venía de aeropuerto en aeropuerto; entonces después de bañarme sí pude abrazarlos", recuerda.
Pasó Navidad y Año Nuevo en Tucumán con su familia. En los primeros días de enero volvió a Rumania para cumplir su contrato en Universidad Cluj. "Este es un gran club, tiene muchos fanáticos, la gente te espera después de los entrenamientos para alentarte, te motivan, son muy futboleros, en ese sentido, me hacen acordar a los hinchas de San Martín", remarca.
Los autos y la ropa
Mientras, Chacana conversa desde su departamento en la ciudad de Cluj, el frío se cuela por las ventanas. La temperatura es de 10 grados bajo cero. La ciudad tiene varias universidades, acostumbra a tener cierta vida nocturna y presume de sus monumentos que datan de la época sajona y húngara.
Una de las características que más llama la atención de "Luquitas" es que los rumanos suelen ser muy de mostrar sus bienes materiales. "Aquí compiten quien tiene el mejor auto,
la mejor vestimenta, se preocupan mucho por lo que te pueden mostrar más por fuera, que por dentro. Uno va por la calle y ve a los hombres y las mujeres bien vestidos. Si alguien va con jogging lo miran como diciendo que hace acá -detalla-. A veces salgo como en Tucumán, con ropa deportiva, voy al quiosco, así nomás con ropa deportiva y ves a todas las personas como si estuvieran en un shopping. Ellos se fijan mucho en esas cosas", advierte.
A comer "Mămăligă"
Lo que más extraña de Tucumán es compartir tiempo con sus seres queridos. Pasar un fin de semana con la familia, los amigos. "Pero son cuestiones de la vida y hoy me toca estar aquí y estoy contento, voy a tratar de hacer las cosas de la mejor manera. Tratar de disfrutar y ojalá que logremos el campeonato", afirma.
Por el frío constante, la dieta de los rumanos incluye muchas sopas de diferentes sabores. Pero una de las comidas típicas es la "Mămăligă". "Es nuestra polenta con salsa. Se sirve muy caliente. Viene con salsa, con carne -señala-. Tiene más o menos ese sabor, ese estilo. Pero para mí es mucho más rica la polenta nuestra", remarca.