En la última década, el rugby se lanzó a una campaña de expansión de su área de influencia hacia el interior de la provincia. Ese fenómeno espontáneo, el rugby emergente, fue reflejándose en la aparición de al menos un club en casi todos los departamentos de la provincia, a excepción de un par en los que el fútbol siguió imperando de manera absoluta. Uno de estos era Burruyacú, el más grande de todos, que el pasado fin de semana finalmente tuvo representación en un torneo de rugby con la participación de Benjamín Aráoz Rugby en el torneo de tocata para clubes emergentes que se jugó en El Cadillal.

En realidad, el debut competitivo de este nuevo equipo fue sólo la presentación de un proyecto que ya viene gestándose hace más de dos años en Villa Benjamín Aráoz, e incluso mucho antes en la cabeza de Emanuel Rodríguez, ex jugador de Lawn Tennis oriundo de dicha localidad. “Siempre tuve ese sueño. La jurisdicción de Villa Benjamín Aráoz abarca como cinco o seis pueblos, es muy grande y hay mucha gente. El tema es que siempre giró todo alrededor del fútbol, porque es lo que la gente conoce. Yo tuve la oportunidad de venir a estudiar a San Miguel, de jugar en Lawn Tennis y de viajar a muchos lugares con el club. Y quería que otros chicos de donde vengo vivieran esa experiencia”, cuenta Emanuel, con el escudo de los “Benjamines” bien visible en el short blanco.

“Yo también jugaba al fútbol antes. Me invitaron varias veces a jugar al rugby, pero no quería. Hasta que un día me harté del fútbol y decidí probar. Y desde el primer momento, me enamoré de este deporte. La actitud de los chicos, el compañerismo, todo era diferente. Eso lo que hizo quedarme. En un momento también me entrené en Natación y un par de veces en Corsarios antes de dejar de jugar, pero yo quería hacerlo en mi lugar. El tema es que en Burruyacú no había dónde hacerlo”, relata.

COLORES. Son los de Sportivo B. Aráoz.

Entonces decidió encargarse de que lo hubiera. Junto a su hermano y unos amigos que habían hecho infantiles en el “Tennis”, le dio rienda al proyecto en 2018. No fue fácil. “La gente le tiene temor a lo que es nuevo. Están muy acostumbrados al fútbol. Costó empezar, pero en un momento llegamos a tener 40 chicos. Un buen número para competir. Pero en un momento se apagó el tema, más que nada por temor mío, no sabía cómo encarar el tema. Y al no tener competencia, es difícil que los chicos vayan a entrenarse”, recuerda Emanuel lo que pareció ser el fin de una lindo pero breve sueño.

No lo fue

Aunque dejaron de entrenarse, el contacto entre los jugadores sobrevivió gracias a los grupos de Whatsapp y a una que otra tocata ocasional para despuntar el vicio y coronarla con un asado. Hasta que, hace menos de tres semanas, Emanuel vio la publicación en Facebook sobre el torneo de tocata en El Cadillal y se la mandó a varios. “Con los que se prendieron armamos un grupo, le metimos pilas y lo armamos en dos semanas de entrenamiento hasta el torneo”, prosigue.

Los jugadores estaban, el compromiso también. Pero faltaba algo: camisetas. “Fue un revuelo ese tema. Yo soy empleado en un negocio de servicios del agro, al que van agricultores de la zona. Le propuse a algunos ser sponsors del equipo para hacer las camisetas y aceptaron darnos una mano. Y el tipo nos las tuvo listas en tiempo récord, porque tuvimos que armar todo muy rápido”, explica Emanuel, que decidió adoptar el rojo y blanco de la camiseta de Sportivo Benjamín Aráoz (similar a la de San Martín) pero en franjas horizontales. “Para diferenciarlo del fútbol y para que, si algún día jugamos contra el equipo de rugby de San Martín, no nos confundamos. Además, está inspirada en parte en la camiseta de Japón”, detalla.

Perspectivas

Emanuel espera que la partipación en el torneo de tocata sirva para que el proyecto Benjamín Aráoz Rugby despegue y sume nuevos interesados de la zona. “La mitad de los muchachos que jugaron el sábado no habían jugado nunca, sólo tuvieron esas dos semanas de entrenamiento. Y después de que subimos fotos al Facebook, se sumaron un par de chicos de El Cajón”, destaca.

Por el momento, su lugar de entrenamiento es bastante particular: una pista de avión. “Está bárbara la cancha. Es de un chico que hace fumigaciones y que muy amablemente nos permitió usarla. Nos entrenamos martes y jueves a la noche. Tenemos que poner unos reflectores, pero está bueno”, resalta.

El objetivo, por supuesto, es que algún día Benjamín Aráoz Rugby tenga su propia sede donde recibir a sus rivales. “Queremos competir. Ganar, perder, compartir y poder organizar algún torneo algún día”, asegura Emanuel.