ATLANTA, Georgia.- El control del Senado de Estados Unidos, y con él la capacidad de bloquear o promover la agenda del presidente electo Joe Biden, se definía anoche en elecciones de segunda vuelta en Georgia, después de una campaña vertiginosa que rompió los récords de gasto y participación temprana.

Trump y Biden viajaron a Georgia en la víspera de los ocmicios, lo que deja en claro que todos los ojos están puestos en Georgia. Están en juego dos escaños en el Senado estadounidense, que decantarán la balanza hacia el bando republicano o el demócrata y, con el control de la cámara, se sentenciará el futuro de la implementación de la agenda de Biden.

Los senadores republicanos titulares David Perdue y Kelly Loeffler trataban de evitar ser superados por los demócratas Jon Ossoff, un realizador de documentales, y Raphael Warnock, pastor de una histórica iglesia negra en Atlanta, en un estado que Biden ganó por estrecho margen el 3 de noviembre. Esta fue la primera vez en una generación que un demócrata ganó en el estado sureño.

Desde un autocine de Atlanta, Biden dijo que Georgia tiene en sus manos la posibilidad de ayudarle a “implementar su agenda progresista”, según publicó la cadena de televisión estadounidense NBC News.

Señaló además que esta elección “puede trazar el curso no sólo para los próximos cuatro años, sino para la próxima generación”.

El presidente electo no hizo referencia explícita a la polémica llamada telefónica filtrada el domingo por la prensa estadounidense, en la que se escucha a Trump que presiona al secretario de Estado de Georgia, Brad Raffensperger, y lo insta a que salga a “buscar los votos” necesarios para dar vuelta los resultados.

Sí se refirió a los reiterados esfuerzos del presidente por revertir los resultados electorales y a su insistencia en teorías infundadas de fraude. Criticó también la completa lealtad que Trump exige a los senadores republicanos, entre ellos a los candidatos en Georgia. “Tienes dos senadores que creen haber hecho un juramento a Trump, no a la Constitución de los Estados Unidos”, lamentó.

Desde Dalton -en el noroeste, una localidad clave para la participación republicana-, Trump apostó a avivar el voto republicano y que la base electoral del partido acuda a las urnas.

El todavía presidente insistió en la idea del fraude. “Fueron unas elecciones amañadas, pero continuamos luchando”, publicó el periódico especializado “The Hill”.

Trump también presionó públicamente a su vicepresidente, Mike Pence. Dijo que espera que les ayude, en referencia al papel ceremonial que tiene hoy en la confirmación por parte del Congreso de la victoria de Biden.

“Espero que nuestro gran vicepresidente nos ayude. Es un gran tipo. Por supuesto, si no lo logra, no me gustará tanto”, escribió en Twitter el magnate neoyorquino.

Los republicanos sólo necesitarían uno de los dos escaños disputados, con el que revalidarían la mayoría por una holgada diferencia y permitiría al líder de la mayoría republicana, Mitch McConnell, bloquear las iniciativas de Biden, como por ejemplo, sus candidatos a ocupar los cargos de la nueva Administración.

En cambio, si los candidatos demócratas, Jon Ossoff y Raphael Warnock, logran arrebatar las dos sillas en el Senado a los republicanos, David Perdue y Kelly Loeffler, conseguirían un empate, con la mitad de la cámara para los republicanos y la otra mitad para los demócratas, lo que dejaría en manos de la vicepresidenta, Kamala Harris, el voto de desempate.

El control de la Cámara Alta estadounidense es la última carta para los republicanos, que han tratado de hacer de la segunda vuelta plebiscito sobre el legado de Trump y su capacidad de poner freno a la futura Administración de Biden.

Los demócratas esperan que el incremento de la votación anticipada en Georgia les de una ventaja en un estado tradicionalmente republicano y cuyos votantes suelen acudir a depositar su voto presencialmente el mismo día de las elecciones.

Se espera que el resultado demore varios días o incluso semanas en conocerse, según la agencia de noticias Bloomberg, lo que ya ocurrió con el recuento de las elecciones del 3 de noviembre en Georgia. (Reuters)