Adentrándose en el corazón de los barrios de los alrededores del canal Sur, se puede presenciar a flor de piel la solidaridad que surge naturalmente entre los vecinos, ayudándose los unos a los otros, haciendo lo imposible por mitigar los daños que dejó la tormenta.  

Tucumán fue azotada por uno de los peores temporales de los últimos años. En la noche del lunes se desató una tormenta que se extendió hasta la madrugada, arrasando todo a su paso y dejando importantes daños materiales. Casas tapadas de agua, voladuras de techos, importantes pérdidas materiales, cortes de agua y de luz son algunos de los estragos producidos por la tormenta en toda la provincia, pero con especial énfasis en la capital y el Gran San Miguel de Tucumán.

Cientos de familias debieron ser evacuadas de sus casas y ayer, lentamente fueron volviendo a la normalidad. Y en ese curso, la solidaridad es lo que más ayudó a recuperarse de a poco. Es el caso de algunos vecinos de los barrios Los Chañaritos, San Francisco, Diagonal Sur II y alrededores.

Tenemos, por ejemplo, a la familia Solórzano, compuesta por varios adultos y 12 niños que viven en dos casillas muy precarias que se encuentran enfrentadas. Mientras dormían, el agua comenzó a taparlos y tuvieron que autoevacuarse. “Necesitamos ayuda urgente, nos quedamos sin mercadería, sin un lugar donde dormir, nos quedamos sólo con lo puesto”, cuenta María Cristina, abuela de los niños.

Lo que más preocupa a la familia es la salud de los chicos que se encuentra en alto riesgo por la contaminación. “Tenemos un nene de nueve años que tiene problemas de huesos, esto le hace muy mal. El más pequeño tiene tan sólo un año. Nadie nos ayuda”, cuenta entre lágrimas María de los Milagros López, mamá de cinco niños.

En el barrio Diagonal Sur II, por la calle Allende, a la orilla de la vía, próximos a la familia Solórzano, vive Mónica Mellantar junto a sus tres hijos pequeños. “Tenía mucho miedo, la tormenta se llevó hasta los animales. Hace un año que vivimos aquí, es la segunda vez que rebalsa el canal y nos llena de agua”, afirma Mónica.

Otros testimonios

Andrea vive con sus dos hijas en una casa pequeña hace dos años. “Comenzó a rebalsar el canal y la casa se llenó de agua, a tal punto que con ayuda de los vecinos tuvimos que hacer dos agujeros en la pared para que salga el agua”, afirma. Que sus hijas no tuvieran miedo era su mayor preocupación, por lo que decidió llevarlas a otro lugar hasta que pase la tormenta. Esta no es la primera vez que Andrea tuvo que pasar por esta situación, el año pasado ocurrió algo similar, pero asegura que ahora fue peor; tuvieron muchas pérdidas materiales.

Ya eran casi las dos de la madrugada, cuando Isabel del Valle Márquez tuvo que regresar a su hogar desde pleno centro porque los vecinos le comunicaron que el agua había entrado a su casa. Tiene dos hijos y viven a la par de su madre. Isabel afirma que cada vez que llueve, se inunda la casa, pero no tienen a donde ir. “Nos viene saliendo el agua sucia hace mucho tiempo, nadie hace nada, ahora va a ser peor”, comenta Silvia, hermana de Isabel.

Al frente de la casa de Isabel, vive Aurora Márquez, madre de las hermanas, tiene 54 años. Hace 10 años vive en el lugar y es la segunda vez que se inunda su casa. En esta oportunidad, se volaron las chapas del techo. “Vivo sola con mi hija que acaba de tener un bebé, no cobro nada” afirma Aurora. Por otro lado, plantea que la solución tiene que ser de fondo “¿De qué sirve que me den cosas si no arreglan las calles? No arreglan nada, todo lo que logramos juntar se lo lleva el agua una y otra vez”.

Esta tormenta no sólo se llevó los objetos materiales que estas familias carenciadas lograron adquirir con tanto sacrificio a lo largo del tiempo, sino también se lleva las esperanzas acumuladas de tantas promesas incumplidas y los derechos de una vida más digna ¿Alguna vez habrá respuestas efectivas a estas reiteradas suplicas? es lo que se preguntan los vecinos del lugar. (Producción periodística: Mariana Ávila).