La pobreza

“Quien haya visto los ojos de un chico de la calle no podrá olvidarlos; si realmente los vio o simplemente miró sin ver. Quien haya visto esos ojos de desolación y terror ya no podrá mirar para otro lado. Como la señora que arrugó la nariz o el señor exitoso que enmarcó las cejas. Porque la pobreza no es una condición natural del ser humano. No la han creado los pobres sino el sistema. Es el dolor profundo, el grito ahogado vuelto mirada. Ya no valen las limosnas ni las excusas cínicas. Un chico está mirando el mundo un mundo. Un mundo atroz, un mundo estúpido y egoísta. Ya no valen las excusas ni los discursos. No tenemos perdón de Dios”.  Hay sectores de la sociedad que tienen una mirada desvalorizante hacia los pobres, a los que ven como seres inferiores y han construido hacia ellos una cultura de discriminación. Creemos que ya es hora de terminar con aquello de que “siempre hubo pobres” o que “son pobres porque no les gusta trabajar”. Y que los chicos de la calle están ahí porque son indisciplinados. Pero esto no es real. Están ahí porque no tuvieron oportunidades. “¿Y yo qué tengo que ver con todo esto?”,  dicen otros. Hay quienes dicen “¡Basta de asistencialismo!”, y llaman así a ciertos subsidios que se entrega a la población más necesitada del país, afirmando que lo que hay que hacer es “crear trabajo”. Pero esta falsa opción es inadmisible, porque los más desposeídos necesitan ayuda ya mismo. Según un informe de Unicef, en Argentina y en América latina mueren diariamente miles de niños menores de un año por pobreza, enfermedades gastrointestinales, respiratorias y por desnutrición. Hay que ayudar ya, porque la pobreza mata o causa daños irreversibles. En nuestro país es escandalosa la desigualdad entre ricos y pobres. Es realmente calamitoso que la población más rica tenga el 50% del ingreso nacional y la más humilde sólo el 1,6%. Ello genera formidables trabas a la posibilidad de un desarrollo justo y sostenido. Hay, además, un problema fundamental que se llama desocupación juvenil: según estudios comparados, las dos terceras partes de los delincuentes jóvenes vienen de familias destruidas por la pobreza... Creemos que la mayor amenaza que se cierne sobre el género humano no es la bomba atómica sino la insensibilidad.

Arturo Garvich

Las Heras 632

San Miguel de Tucumán

Habrá que rendir cuentas

He leído con detenimiento todas las cartas de lectores de ayer sábado 12; verdaderamente  todas son excelentes y dignas de reproducirlas. ¿Pero llegan estas cartas a los oídos de nuestros gobernantes? La verdad es que dudo, por cuanto tanto como el tema del aborto=asesinato de seres indefensos, como de la inseguridad que nos aterroriza y el permanente ataque a los periodistas de investigación, en especial a Irene Benito, hacen que nuestra Constitución nacional y también la de nuestra Provincia sean pisoteadas y desconocidas por nuestros gobernantes nacionales y provinciales. Algún día todos (me incluyo) debemos rendir cuenta de nuestros actos ante el Creador. Termino con una frase “Vida: no valdrías la pena ser vivida/ Vida que brindas amarguras y llantos,/ yo no soportaría tus quebrantos/ si no fueras preludio de otra Vida....” (del pequeño libro de Nacip Estofán: ALMA (febrero de 1942). Agradezco sinceramente a LA GACETA este espacio que nos brinda para que ciudadanos comunes nos podamos expresar en libertad.

Carlos Jorge Dumit

carmirdumit@arnet.com.ar

Juzgar a los jueces (I)

Un grupo de “Jubiladas docentes en acción” apoyamos el “Proyecto de reforma de la Ley de control de Gestión y Evaluación Judicial” presentado por el legislador Gerónimo Vargas Aignasse  (LA GACETA 07/12). Estamos de acuerdo que estos magistrados gozan de grandes privilegios y parecieran ser intocables a pesar de que son servidores públicos y no del gobierno que los tocó con la varita mágica. Se creen dioses del Olimpo y no se los puede ver ni tocar. Además no solo hay “pereza judicial” sino que como saben que no los controlan, hacen lo que quieren. Nuestro grupo de docentes tenemos en el juzgado Federal n°1 juicios para sentencia desde hace 10 años y ahora el juez fue premiado por su buen comportamiento y fue nombrado en otro cargo, dejándonos con el sabor amargo de la impotencia. Estamos de acuerdo que los jueces y fiscales deben ser controlados y evaluados por organismos competentes, idóneos y sin banderías políticas. Tienen que llegar a su fin la angustia y los pesares de todo ciudadano que recurre a la Justicia. Esperamos que los legisladores apoyen este proyecto, que se terminen las chicanas. El pueblo sabe quién es quién, no queremos que sigan “cantando el arroz con leche o al Antón Pirulero”. Además es importante que agreguen lo siguiente: 1) los jueces y fiscales no pueden nombrar parientes ni entenados sin concurso (conocemos varios que lo hacen). 2) Los cursos de perfeccionamiento deben ser pagados por ellos y en época de feria.

María Eugenia Ezquer de Muro

eugemuro@hotmail.es

Juzgar a los jueces (II)

Insólito: el PE pretende tener en sus manos al Poder Judicial. Tal es la noticia de LA GACETA (07/12) en la que el legislador Gerónimo Vargas Aignasse tiene listo un proyecto de ley para juzgar a todos los jueces desde la Corte hacia abajo por su idoneidad y desempeño en sus funciones. De ser aprobado, la mayoría de los jueces deberán someterse a una evaluación de sus conocimientos y sus aptitudes físicas y psicológicas “porque los jueces son servidores públicos, no semidioses, y buscamos que sus juzgados funcionen bien”. Pretende justificar cuando dice: “Esto no es un mensaje político, sino de la sociedad”. A primera lectura advertimos los lectores que es un fulminante mensaje disciplinario. Insólito porque a los jueces los designa el PE; se supone, al que mejor nota obtiene en el examen de idoneidad mediante concurso pero que en la práctica, curiosamente, ocurre que es premiado y nombrado el que ocupa el tercer lugar. “Serán sometidos a una evaluación de sus conocimientos y aptitudes físicas y psicológicas”, dice Vargas Aignasse, y en esa sociedad que invoca, ¿está condicionando a su propio PE? ¿Pretende subordinar al Poder Judicial? Sin banderías políticas, sin intención de polémicas, simplemente en mi condición de lector de LA GACETA, pregunto: ¿quién controla los actos y cumplimiento de obligaciones de los legisladores? ¿Se someterán también a examen de idoneidad, aptitudes físicas y psicológicas? ¿Se consideran semidioses? ¿Quién controlará sus actos y decisiones?  ¿Por qué gozan de fueros?  El legislador se atribuye ser mensajero de la sociedad pero tiempo atrás confesó en LA GACETA: “ahora que somos gobierno”; dejando bien marcada su subordinación política no obstante haber sido elegido para atender, oír y solucionar los problemas de “esa sociedad” a la que pertenece la clase pasiva. Lamentablemente, los 49 legisladores nos tienen totalmente olvidados a los jubilados, que seguimos reclamando que del gobernador y el intendente capitalino nos liquiden el 82% en nuestros sueldos de los haberes no remunerativos que percibe el activo que por ser “sueldos en negro” que no los toma y liquida la Anses. La última vez que fuimos atendido en el PL por el subrogante, Sr. Silman, y a requerimiento del legislador Aráoz, ocurrió hace cuatro o cinco años, con la presencia del entonces Fiscal de Estado, Dr. Leiva, en representación del PE, que hoy integra la Corte de Justicia. Tomó nota de todos nuestros reclamos, nos prometió una segunda reunión a las dos semanas y nada más. Un viejo pícaro jubilado, resignado, me decía, con la letra de un tango: “nos dijo hasta pronto pero no volvió”.

Ángel Ricardo Salguero

salgueroricardoangel@gmail.com

Víctimas o victimarios

Asumir los costos de gobernar es parte de la responsabilidad de administrar. La incapacidad de escuchar el reclamo popular agobiado por una extensa cuarentena-aislamiento, cercada por una economía en retroceso, una educación cerrada y una seguridad que encuentra dentro del mismo espacio político posturas tan disímiles como contradictorias que no logran acertar el camino a pesar de las protestas sociales. Discursos progresistas vs. discursos liberales durante décadas demostraron no atinar en el diagnóstico y tratamiento que hoy nos lleva a un crudo informe del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA) donde señalan que el 64,1% de niños y adolescente viven en la pobreza. Un índice de pobreza de 40,9% con un 10,5% de indigencia. En ningún sentido podemos aceptar y naturalizar la pobreza en nuestros niños, niñas y adolescentes, que carecen de todo tipo de contención familiar, escolar, social y por parte de las instituciones de gobierno. Sin dudas son víctimas invisibles. Así también distintos hechos de inseguridad recientes exponen a niños y adolescentes -menores en nuestro sistema penal- como victimarios. Mismos protagonistas en antagónicos escenarios que a la fecha continúa como asignatura pendiente que no permiten generar estudios por parte de la academia sobre la relación delito-pobreza que represente la voluntad popular. Un Estado moderno y eficiente tiene la responsabilidad y obligación de analizar y caracterizar porque en la historia de nuestro país cuando la pobreza aumenta, en igual sentido aumentan los delitos. Sostener que las desigualdades están estrechamente ligadas a la inseguridad es reconocer el delito vinculado a victimarios estigmatizados. ¿Por quién? Estamos frente a víctimas o victimarios, o en los umbrales de un nuevo paradigma en seguridad. En cualquier caso, urge la toma de decisiones, algo que lamentablemente no se avizora. Los reclamos siguen, pero ninguno de los responsables toma nota de ello.

Mariela A. Weisheim

mawl1980@hotmail.com

Las cartas para esta sección deben tener un máximo de 200 palabras, en caso contrario serán sintetizadas. Deberán ser entregadas en Mendoza 654 o en cualquiera de nuestras corresponsalías haciendo constar nombre y domicilio del remitente. El portador deberá concurrir con su documento de identidad. También podrán ser enviadas por e-mail a: cartasaldirector@lagaceta.com.ar,  consignando domicilio real y N° de teléfono y de documento de identidad. LA GACETA se reserva el derecho de publicación.