Es marca registrada. En Tucumán, Nonino remite a sucesivos espacios culturales (algunos de ellos, con funcionamiento simultáneo) donde la música, el teatro y el arte conviven. Cada uno tiene un agregado geográfico distintivo (Sur o Yerba Buena) a partir de la identidad común. Desde esta noche, habrá otro más: a las 22 se inaugura Nonino La Suipacha, en Suipacha 1.127 (entre Italia y Uruguay).

“Es una sala muy coqueta, muy linda, muy bonita. Exclusivamente vamos a hacer actividades culturales y artísticas, no gastronómicas, lo que nos diferencia de otras experiencias. El centro de la actividad será el artista y sus propuestas, con el acompañamiento del público que venga a participar de un buen momento”, le dice Carlos Podazza a LA GACETA, impulsor de la iniciativa junto a Ana Marcilla.

La responsabilidad del estreno estará en manos de Quique Yance y Mariela Narchi, con un repertorio de tango y folclore norteño en el recital que ofrecerán desde un pequeño escenario y con Eduardo Issa Osman como invitado especial en percusión. En las paredes ya están colgados cuadros y en las mesas, las velas invitan a la intimidad.

- ¿Qué se podrá ver en Nonino La Suipacha?

- Estamos abiertos a todo tipo de manifestaciones inclusivas, queremos abarcar toda clase de propuestas. Somos concientes de que el tipo de público que podamos recibir en este lugar estará relacionado con el tipo de espectáculo que presentemos. Ya tenemos pedidos de fechas para poder estar acá, y el próximo sábado vamos a reponer “La nuit en rose”, una propuesta escénica que nos dio muchísimas satisfacciones hasta el año pasado, al punto que la última función fue en un Centro Cultural Virla lleno y que nunca pudimos volver a hacer. El espacio también permite exponer obras de arte y hacer instalaciones.

- El nombre se repite...

- Nonino implica una cuestión de continuidad de mis proyectos. Lo tuve toda la vida, y lo comencé a concretar hace 32 años, cuando abrí el primer espacio en calle San Juan. Me siento exactamente con las mismas ganas que entonces; hoy estoy acompañado por Ana, con quien estamos palo y palo preparando todo, volteando paredes, pintando y acondicionando de a poquito desde principios de año. Y La Suipacha es darle el anclaje geográfico, con toda la connotación que tiene esta calle.

- Abrir un espacio en pandemia implica afrontar un riesgo extra.

- No es algo que surgió de pronto, ya lo veníamos pensando de a poquito, generando ideas que nos llevan a tener una sala linda, bien hecha, con un moviliario de excelencia. Quisimos abrirlo en este año por una cuestión cabulera, tal vez. Obviamente inauguramos con todo el protocolo sanitario y con una capacidad reducida a la que tendrá finalmente: la idea es que puedan participar unas 60 personas. Fue un año en el que no nos detuvimos, sino que pensamos muchos proyectos, y el principal es este. En Nonino La Suipacha también estamos dando talleres, como el mío de guitarra, y seguramente se sumarán otros, porque la idea es expandirnos.

- ¿Es una apuesta al futuro, más que a la coyuntura?

- Estamos seguros de que este proyecto integral tendrá continuidad el año que viene, porque estamos convencidos de que la gente vendrá porque hay avidez de lo cultural. Sentimos que estamos abriendo caminos. Salimos del circuito normal, que generalmente son bares o pubs con espectáculos. Lo nuestro es al revés, porque no sabemos cómo se hace lo gastronómico ni nos interesa aprender a esta altura de nuestras vidas.

- En esa zona no hay propuestas similares en cercanía...

- Es un punto geográfico interesante, estamos cerca de la avenida Sarmiento y de la Plazoleta Mitre, y venimos a sumarle esta propuesta. En la zona hay un barrio con profundas carencias, no sólo culturales sino de cuestiones básicas para la calidad de vida. Nosotros tenemos contacto con sus habitantes, justamente a partir de sus necesidades. Si antes te pedían plata, hoy te piden comida y ropa.