Una historia que supo de miradas diferentes, de coincidencias y de milagros. “Son todos peregrinos Señora del lugar… tú naciste por la gracia de Dios… así somos esclavos de tu bondad divina… así somos esclavos de tu infinito amor”, cantan los catamarqueños.

Nestorio, obispo de Constantinopla entre 428 y 431, no está de acuerdo con que a María se le otorgue el título de Madre de Dios, ya que considera que el correcto es el de Madre de Cristo. Sin embargo, el concepto no es compartido por miles de cristianos ni por altos dignatarios de la Iglesia. En el año 431, en el Concilio de Éfeso, el papa Clementino define el dogma de la Inmaculada Concepción, al sostener que María ha sido concebida sin pecado original.

Señal de Dios

El 7 y 8 de diciembre de 1585, durante la Guerra de los Ochenta Años, tiene lugar la Batalla de Empel, en la que un tercio del ejército español, comandado por el maestre de campo, Francisco Arias de Bobadilla, queda atrapado en la isla holandesa de Bommel. Son apenas 4.000 combatientes que poco pueden hacer ante la imponente fuerza enemiga que los acecha. Escasos de ropa y de víveres, saben que es imposible salir victoriosos.

Al cavar una trinchera, un soldado encuentra un objeto de madera: una tabla flamenca con la imagen de la Inmaculada Concepción. ¿Es una señal que les envía Dios para que luchen con ánimo y bravura? Los españoles marchan sobre el hielo. Atacan por sorpresa a los holandeses en el amanecer del 8 de diciembre. Su victoria es tan resonante que el almirante enemigo dice: “Tal parece que Dios es español al obrar tan grande milagro”.

En una gruta de Choya

La costumbre de venerar a la Inmaculada Concepción es traída a América por los sacerdotes franciscanos hace más de 500 años. La aparición de la imagen de Nuestra Señora del Valle tiene lugar entre 1618 y 1620 en una gruta de Choya, provincia de Catamarca. Según los antiguos documentos, el pueblo de Choya estaba situado a un kilómetro de su actual emplazamiento.

Españoles encomenderos y pueblos originarios en su gran mayoría cristianos conforman su población; viven de la labranza y del pastoreo. Un día, un indio al servicio de don Manuel de Salazar percibe voces de indiecitas que caminaban recelosas, temiendo que alguien las sorprendiera. Como era de noche, regresa a los ranchos de Choya. A la mañana siguiente, vuelve al paraje y encuentra un sendero que era muy transitado. Camina cinco kilómetros, remontando la quebrada, cuando a unos siete metros de altura aparece un nicho de piedra bien disimulado. Al final del nicho observa rústicos asientos y restos de fogones, e incluso huellas de danzas. Trepa el nicho y al fondo, halla una imagen de la Virgen María en su advocación a la Inmaculada Concepción. Es pequeñita, muy limpia, de rostro moreno y manos juntas. Después de varios meses y de estar seguro de su descubrimiento, le cuenta todo a su amo. Le dice que la veneraban, que estaba allí entre las piedras, que era morochita como los indios y que por eso la querían.

Morena milagrosa

En 1764, las autoridades de Catamarca deciden recoger información oficial acerca de los milagros de la Virgen del Valle, que es compilada por el padre Antonio Larrouy. En los documentos consta una declaración de María Josefa Robles, vecina de San Miguel de Tucumán, que en ese momento residía en Catamarca, en cumplimiento de una promesa que había hecho a la Virgen Morena. Según consigna el historiador Carlos Páez de la Torre (h), la mujer narra que un grave accidente la “había arrojado a la cama y no hallaba remedio que le aprovechase”. Su padre se pone en manos de la Virgen del Valle, le pide por la salud de su hija y promete que si se cura, la llevará a Catamarca para que la visite. En poco tiempo, María Josefa se cura, pero como su padre muere, ella no cumple con la promesa. Al poco tiempo vuelve a enfermar: “una especie de locura”. Les pide a sus hermanos que la lleven a ver a la Madre del Cielo, ellos no quieren trasladarla en ese estado. Insiste y en el trayecto comienza a sentirse cada vez mejor y llega a Catamarca totalmente repuesta.

1854, 8 de diciembre. El papa Pío IX promulga la bula “Ineffabilis Deus”, que proclama como dogma de fe católica la Concepción Inmaculada de la Virgen Santísima. Coincide con su colega Clementino en su teoría de la concepción de María y sostiene que es “doctrina revelada por Dios”.

Bajo el cielo luleño

1923, 26 de noviembre. Una negritud conquista cielo con vientos muy fuertes. En la finca de Felipe Auvieux, a unos cuatro kilómetros de la ruta 301 hacia el oeste (Lules), los obreros se preparan para recoger la cosecha, pero a raíz del vendaval, el patrón ordena a todos a volver rápidamente a sus casas. En el campo se halla trabajando Luis Delgado, mudo de nacimiento. Los devotos de la Virgen comienzan a rezar el Rosario. Cuando cesa el meteoro, Delgado regresa al pueblo y narra con señas que le ha sucedido algo extraordinario: una intensa luz fuerte ha caído del cielo al lado de un algarrobo.

Con el párroco Miguel Rezzer y otros obreros, vuelve al lugar, y comienza a cavar con un cuchillo al lado del árbol. Enormes son la sorpresa y la alegría al hallar una pequeña imagen de María Inmaculada. Inmediatamente comienzan a limpiarla. El Milagro de La Reducción ha sido una bendición, nada de la cosecha se pierde y Auvieux, que es protestante, comienza a creer en la Virgen del Valle. Desde 1927 se la venera en la vieja capilla y posteriormente es trasladada al nuevo santuario de La Reducción, el 8 de diciembre de 1966, cuando monseñor Juan Carlos Aramburu era arzobispo de Tucumán.

Celebración mundial

El 8 de diciembre se conmemora en todo el mundo la solemnidad de la Inmaculada Concepción, en la que la Iglesia celebra el dogma de fe que revela que, por la gracia de Dios, la Virgen María fue preservada del pecado desde el momento de su concepción, es decir, desde el instante en que María comenzó su vida terrena. 

En la Argentina, se realizan celebraciones en su honor en distintas diócesis, santuarios, parroquias y capillas que la tienen como patrona, pero también en varios templos que no están especialmente puestos bajo esa advocación.

VIRGEN INDIA

(Vals: Letra y música de Lidoro Gelacio Albarracín y Antonio Argentino Albarracín)

Virgen morenita,

Virgen milagrosa,

Virgen morenita

te lego mi cantar.

Son todos en el valle devotos de tus ruegos.

Son todos peregrinos Señora del lugar.

Virgen morenita,

india fue tu cuna,

porque india tú naciste por la gracia de Dios.

Así somos esclavos de tu bondad divina.

Así somos esclavos de tu infinito amor.

Así será, Virgen mía:

mereces el respeto y la veneración.

Por eso yo te canto, te elevo mis plegarias

y pido que escuches mis ruegos por favor.

Virgen morenita,

Santa Inmaculada,

Virgen morenita

Señora del lugar,

tú gozas del respeto y del cariño de tus hijos,

así los peregrinos te rezan en tu altar.

Virgen morenita,

india te llamamos,

porque india tú naciste por la gracia de Dios.

Así somos esclavos de tu bondad divina.

Así somos esclavos de tu infinito amor.

Así será, Virgen mía:

mereces el respeto y la veneración.

Por eso yo te canto, te elevo mis plegarias

y pido que escuches mis ruegos por favor.