Faltan menos de dos semanas para que se produzca el eclipse total de Sol en Río Negro, provincia a la que una delegación, organizada por el Observatorio Astronómico de Ampimpa (OAA) viajará para presenciar el evento en vivo. Dentro de ese equipo estará Sandra Correa, una profesora de economía (actualmente sin ejercer su profesión), que fue invitada por el propio OAA. “No trabajo en el Observatorio, de hecho los conocí por el eclipse del año pasado en San Juan, y la verdad que me encontré con un grupo muy lindo y estoy muy contenta de volver a viajar con ellos”, afirmó.

Era enero de 2019 y Sandra se enteró, a través de algunos colegas, sobre un sorteo que había lanzado el OAA con un premio particular: un viaje a San Juan para ver el eclipse total de Sol. Sandra participó sin dudar, pero nunca se pensó ganadora. “Participé como cualquier tucumano y listo, me olvidé, no es que estás pendiente a ver si ganás o no. Un día, como un mes y medio después, me llamaron y me dijeron que había ganado. No lo podía creer”, recordó.

A pesar de la felicidad que le significó ser la ganadora del premio, a Sandra le preocupaba el hecho de que aún estaba desempleada y sabía que no podía costear un viaje así. Algo que no fue un problema, desde el observatorio le aclararon que se encargaban de todos los gastos, todo el paquete que había ganado era gratuito.

En aquella expedición, la profesora conoció personas con las que cosechó una relación de amistad que perduró este año gracias a las redes sociales. “Un día hablábamos por el grupo de WhatsApp de un tema cualquiera, hasta que el director del observatorio (Alberto) Mansilla pregunta quién iba a participar del eclipse de este año. Me quedé callada porque no tengo la posición económica para costear el viaje. Unos días después, Alberto nos dice que tenía una noticia para todos y nos contó que yo estaba invitada. Es increíble saber que voy a volver a viajar”, contó Sandra, que se hará cargo del costo del pasaje, mientras el OAA se encargará de todo lo demás.

Experiencia

La expedición se acerca y Sandra está cada vez más ansiosa por el esperado día. “Es muy lindo, es volver a ver gente maravillosa, es un evento único. No sabía ni siquiera sacarle una foto al Sol, y ahí me explicaron cómo, dan mucha información sobre cómo es el evento. Además, el observatorio siempre elige un lugar que es privado, la verdad que es un evento impresionante, todo el trabajo del OAA es único”, dijo Sandra.

La imagen de la Luna tapando el Sol lentamente, el oscurecimiento del ambiente, el descenso de la temperatura, fueron representadas en diversas ocasiones a través de películas y libros. Según la expedicionaria, sin embargo, cuando uno lo vive en persona se da cuenta de que se trata de algo diferente, único.

“Uno está esperando algo que le contaron, pero la verdad es que nunca te imaginás la idea que es estar en el lugar preciso, en el momento en que se forma el eclipse. Es todo un sueño, no te alcanzan los ojos para ver todo lo que ocurre antes y después del eclipse”, expresó.

En un año que no fue el mejor, marcado por las restricciones de circulación que se llevaron a cabo para buscar controlar el covid-19, Sandra se carga de esperanzas para volver a vivir un momento único en la expedición.

“El solo hecho de verlo a Alberto, al equipo, la gente, me genera una expectativa de querer compartir la experiencia con todos ellos. Uno sabe que es el último eclipse que va a haber de acá a 40 o 50 años en Argentina, entonces hay que verlo ahora, este es el momento”, sostuvo.

Un fenómeno astronómico de tales magnitudes desata sensaciones difíciles de explicar en quienes lo presencian. Entre alegría, sorpresa, admiración, y más sentimientos invaden los cuerpos de los presentes.

“Estábamos todos emocionados hasta las lágrimas. Te das cuenta que traspasa a todas las personas, porque no es sólo el observatorio, sino toda la gente que encontrás allá… Es único, hay un antes y un después del eclipse”, concluyó. (Producción periodística: Homero Terán Nougués)