Ramiro Nicolás “Chirola” Cervantes tenía 17 años y trabajaba de ayudante de albañil. El sábado por la tarde, el adolescente salió en moto para cobrar un dinero que su patrón le debía, según contaron sus familiares. En el trayecto, cinco delincuentes lo abordaron en Américo Vespucio y Canal Sur. Él forcejeó con los maleantes para que no le quitaran su rodado pero terminó siendo ejecutado de dos disparos. La Policía investiga si el ataque estuvo vinculado a una vieja enemistad.
El homicidio desencadenó un enfrentamiento en la entrada al barrio ATE, según indicaron las fuentes judiciales consultadas, dado que el crimen ocurrió a pocos metros de la casa de los suegros de Cervantes. Los asesinos, al ver que los allegados a la víctima se les venían encima, corrieron a esconderse en una vivienda vecina.
Juan Antonio Suárez, de 38 años, y su sobrino Ismael Pérez, de 22 años, se aproximaron al domicilio donde los homicidas se guarecían pero comenzaron a ser rechazados a tiros desde la puerta. Ambos resultaron heridos de bala y se encuentran hospitalizados y con estado reservado en el Hospital Padilla, donde los aires estuvieron caldeados esa noche. También resultó herida una tercera persona durante la balacera, identificada hasta anoche como “Tuerto”.
“Nosotros nunca habíamos tenido problemas con esa familia ni con nadie. Nunca nos metimos con ellos, pero ellos si andan en cosas turbias; ellos sí son problemáticos, por eso protegieron a los ladrones que mataron al chico para quitarle la moto. Los viernes, sábados y domingos se la pasan haciendo tiros cuando se sientan a tomar en el cordón”, aseguró Viviana Suárez, hermana de uno de los heridos. “La Policía no hizo nada; estamos muy molestos con todo esto. Seguro les dieron plata, si no, no se explica que no hayan detenido a toda esa familia. En la comisaría no nos llevaron el apunte, nos dieron a entender que esperaran a que uno haga justicia por mano propia”, protestó la mujer.
Con respecto al enfrentamiento, Suárez señaló que desde el refugio de los agresores comenzaron a disparar contra su casa. También señaló las marcas de municiones y de sangre que quedaron en una de las paredes de su vivienda. “Ellos son los asesinos; de esa casa sacaron la moto del chico asesinado; no es la primera vez que roban esos vehículos”, aseveró, indicando con el dedo a un grupo de personas que estaban sentadas del otro lado de la avenida. Cuando LA GACETA quiso consultar a esos vecinos, ellos optaron por el silencio. Una de esas personas aseguró que no era del barrio y que los dueños de casa no tenían nada que ver en el hecho.
Según cuentan sus familiares, Juan Antonio Suárez recibió un disparo en el ojo y podría llegar a perderlo. Su esposa, María Castillo, estaba muy preocupada. Durante el tiroteo, sufrió un ataque de nervios y se encerró con sus hijos en la vivienda, según contó. Su marido había salido a pedirle a su vecino que devolviera la moto pero fue rechazado a disparos. Las hermanas de Suárez aseguran que sólo pudo defenderse a pedradas. “Él no tenía armas, se lo escuchaba gritar que pararan con los tiros, que había criaturas en la calle. Resultó con heridas de perdigones en rostro, brazo y espalda”, agregó Castillo.
Tensión en el hospital
Cervantes, aún con vida y los demás heridos fueron trasladados por una ambulancia del servicio 107 hasta el hospital Padilla, allí los aires estuvieron caldeados debido a que la familia de “Tuerto” y de los otros heridos se habían encontrado en la entrada del nosocomio. El servicio de seguridad privado del hospital pidió apoyo policial para evitar un posible registro de incidentes. Personal de la Brigada y de Infantería se presentó en el centro asistencial para reforzar la zona. Según precisaron fuentes de la institución, a pesar del tenso momento la situación no pasó a mayores.
En el velorio de Cervantes, la gente se agolpaba en la vereda de un pasaje sin nombre de la zona sur para despedir al adolescente. Ricardo Cervantes, el tío de la víctima, recibía a las personas que se aproximaban para acompañar a los padres del chico en el duelo. “Pasamos la noche en el hospital. Yo estuve desde las 23 hasta las 4 allí y no se registró ningún problema”, aseguró ante los rumores que circulaban. “Tengo entendido que todo fue por una moto; es increíble, todo el tiempo vemos pasar a delincuentes que van armados mejor que la Policía para dañar a la gente. Hasta donde sé, nadie tenía problemas con nadie”, agregó. Melisa Susana Cervantes sólo pidió justicia por su hermano.
“Nunca existió una disputa con nadie. Hace 25 años que convivimos con todos los vecinos; el problema fue porque esta familia, a la que ni el apellido les conozco, ocultaron a los ladrones que mataron a mi yerno”, aclaró Laura Daniela Suárez.
“Los acusados son problemáticos; en esa esquina siempre se juntan, toman y se desconocen, o le roban al que pase de noche. No sabemos realmente qué pasó. A la víctima la ubicamos porque venía a ver a su novia aquí cerca; seguramente conocía a sus agresores pero no sé si habrán sido amigos, o enemigos”, consideró Antonio, un vecino que describió un poco la situación en el barrio. “Ahora están las consignas policiales, espero que no pase otra cosa luego”, indicó.
Cristina López, por su parte, señaló que no conoce demasiado a los involucrados, pero asegura que la inseguridad en esa zona es manifiesta. “No sería la primera vez que roban una moto o que te matan por nada”, enfatizó.
El ECIF y la División Homicidios de la Policía trabajaron en la escena del crimen y recolectaron vainas servidas; también obtuvieron testimonios en el barrio. Hasta el momento, la Unidad Fiscal de Homicidios que encabeza Ignacio López Bustos no descarta que puedan haber existido diferencias previas entre los involucrados en el crimen. Hasta anoche, los cinco sospechosos continuaban prófugos.