La investigación científica es fundamental en los países más desarrollados del mundo. Así, los avances en materia tecnológica les permite alcanzar metas antes impensadas. Las maquinarias, la robótica, los avances en medicina y demás desarrollos científicos hacen evidente su necesidad para marcar el ritmo de crecimiento de estos países. Ahora bien, es importante destacar qué ocurre cuando la investigación se trata de una ciencia social y su necesidad no se ve tan clara a simple vista. En ocasiones, algunas personas no encuentran demasiado sentido en algunas investigaciones de sociología, ciencia política, antropología o historia, por nombrar algunas.
Tanto es así, que desde hace un tiempo se cuestionan muchas de las investigaciones que se realizan en el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) por dirigir fondos públicos a estudios con “fines inútiles”.
“Muchas de las críticas que se hacen a las ciencias sociales en este momento en nuestro país tienen, en mi opinión, un origen dudoso. Pienso que no provienen de una intención honesta de discutir e intercambiar pareceres, sino de provocar y molestar”, dijo Ana María Vara, doctora en Estudios Hispánicos por la Universidad de California. y docente de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam). “Comprender nos permite dar sentido a la realidad y operar sobre el mundo natural y el mundo social y cultural para, si lo creemos conveniente, modificarlo de acuerdo a los objetivos de la comunidad”, agregó.
“El rey león”
Un ejemplo de investigación que recibió crítica pública fue la que se hizo sobre la película El rey león”. Vara utilizó esa investigación como ejemplo de las múltiples utilidades de las ciencias sociales. “En primer lugar, es fundamental recordar la importancia de los relatos en la formación de los niños y, más en general, en la cohesión social, la transmisión de valores y la conformación de una identidad comunitaria”, explicó.
Muchos de nosotros -la mayoría- vimos las películas del pequeño león que se convierte en rey y eso nos dejó alguna huella en nuestra infancia y, más tarde, en nuestra vida. Entender esto es crucial a la hora de repensar en las producciones infantiles, sobre todo en las de consumado éxito. “Madres y padres leemos cuentos a nuestros hijos. Los elegimos con cuidado. Los cuentos que se leen en cada generación van cambiando al igual que las sociedades, y los elegimos con atención porque sabemos tácitamente que ayudan a nuestros hijos a aprender a razonar y a conocer y controlar sus emociones, pensarse a sí mismos y a los otros, entender cuáles son los valores de nuestra sociedad”, sostuvo. Y, según la especialista, es por eso que es importante comprender cuáles son los valores que propone y qué tipo de relaciones y roles sociales promueve a nuestros niños.
Industria y empleo
El análisis de Vara no se queda ahí, sino que ve de qué otra forma se aplica este estudio: “estas producciones generan una gran actividad económica y crean muchos puestos de trabajo. En nuestro país, la industria del cine tiene una pujanza enorme y un potencial para convertirse en una industria de exportación a todo el mundo”.
“Estudiar cómo Hollywood alcanza tantos públicos diversos y conseguir tan altas recaudaciones puede contribuir a encontrar el modo en que nuestra industria despegue”, agregó. Y citó un claro ejemplo de esta situación: el Oscar a Mejor Película que alcanzó Parasite. La película surcoreana se convirtió en la primera de habla no inglesa en recibir ese premio de la Academia, algo que según Vara no fue casualidad, sino resultado de las políticas de promoción de la producción audiovisual que el país asiático inició en la década de 1990.
Financiamiento
Por su parte, Daniel Campi, director del Instituto Superior de Ciencias Sociales (ISES), afirma que en el amplio espectro los aportes de las ciencias sociales son muchísimos. A su criterio, debería haber una eficaz articulación del sector público en las áreas y organismos gubernamentales, tanto a nivel municipal, provincial y nacional.
La ciencia viene sufriendo recortes presupuestarios en los últimos años, algo que dificulta cada vez más la producción de conocimiento por parte de los investigadores. Esta situación fue -y sigue siendo- criticada por los científicos, que entienden que para realizar su tarea con mayor profundidad necesitan de un desembolso superior. Al respecto, Campi dice: los esfuerzos que se hicieron en los últimos años fueron, aunque valorables, muy insuficientes”.
A su vez, la socióloga tucumana Cristina Garat no sólo cuestionó la cantidad de recursos que se destinan a la investigación científica, sino que hizo énfasis en la diferencia entre los fondos asignados a las ciencias duras en comparación con las sociales.
“El financiamiento en las ciencias sociales es históricamente un problema porque el Estado destina muy bajo presupuesto. Es notoria la diferencia que existe entre las condiciones edilicias de las facultades de ciencias sociales o humanidades y las ciencias exactas o medicina. Hay una jerarquización del conocimiento que se traduce en el presupuesto asignado en cada una de estas áreas”.
Para Garat esto implica un problema que se hace visible en el momento en que se necesita de la aplicación de estos conocimientos. “Pensemos en la situación actual: la pandemia. Esto conlleva un interés muy claro de acelerar el conocimiento del virus, pero también necesitamos ver las cuestiones vinculadas a solucionar los problemas sociales que esto trae aparejado, como el aumento de la violencia intrafamiliar, la pobreza, etcétera”. (Producción periodística: Homero Terán Nougués)