Las escenas pueden ser tanto grotescas como tentadoras depende quien las vea al ingresar a YouTube. Pero en ambos casos nos lleva a cuestionarnos cómo es que los alimentos pasaron de ser una herramienta para la supervivencia a un recurso para el entretenimiento.
Desde hace años, los laberintos de internet albergan una tendencia que mezcla el pornfood con el más sincero voyeurismo. Esta es el mukbang: un estilo de video en el cual sus usuarios consumen -frente a la cámara- copiosas cantidades de comida. “Hasta que explote el botón del jean”, si se quiere.
En 20 minutos, hay quienes son capaces de devorar docenas de hamburguesas con extra queso, pizzas picantes tamaño familiar y pollo frito en baldes. En otros casos, hay opciones de mesas dulces y panales de miel que crujen cuando el comensal acerca el micrófono.
El origen de estos videos se remonta a Corea del Sur, aunque la ingesta calórica desconoce de fronteras y hay youtubers especializados también en Latinoamérica y Europa.
Algunos BJ (nombre con que se identifica a los usuarios) llegan a tener 400 millones de reproducciones por publicación. Lo que equivale a un sueldo en dólares que les permite vivir de la actividad. Sumado a contar con canjes publicitarios y donaciones a cargo de sus hambrientos seguidores.
El menú de alternativas mukbang es infinito y hay videos que separan los alimentos hasta por colores o enfatizan su performance en los sonidos relajantes que provocan los alimentos (una especie de pseudo ASMR). El truco está en engullir y seguir engullendo con leves conversaciones casuales y onomatopeyas para demostrar que lo disfrutan.
Todo un deleite si no fuera por la patología alimentaria que subyace detrás. “Esta clase de contenidos esquematizan los trastornos por atracones. Los cuales se caracterizan por ingerir raciones superiores a las necesarias y habituales. En el proceso se puede mezclar productos dulces con salados e incluso probar comida fría (o en casos extremos cruda)”, señala el nutricionista Francisco D’Onofrio, coordinador del Programa de Atención Integral de la Obesidad, del Ministerio de Salud Pública.
En respuesta, los seguidores de esta práctica en envase descartable (catalogada por sus opositores como fetichista) afirman que el mukbang evita que se sientan solos durante los almuerzos o las cenas. Sin embargo, el mayor justificativo es el deseo que provoca ver elfast food. En este sentido, es usual que en los comentarios se le pida a los youtubers chupar los huesos de algún filete, exprimir al máximo los aderezos en un sándwich o sorber la sopa.
“Lo peligroso es que los adolescentes incorporen estos hábitos perniciosos en sus rutinas. Aunque se vean para pasar el rato, los videos no dejan de ser una normalización de los atracones. Y, quienes los disfrutan, pueden que ya sufran o hayan sufrido algún desorden alimenticio porque hay una identificación con aquel que come”, agrega D’Onofrio.
De igual forma, la nutricionista Claudia Pandolfi afirma que las consecuencias van en ambas direcciones. “Para seguir el ritmo semanal de las grabaciones, los BJ deben someterse a purgas y ejercicio extremo para evitar subir de peso. Además el consumo permanente de alimentos ultraprocesados multiplica el riesgo de infartos, problemas cardíacos y obesidad”, asegura.
Espejos digitales
Antes que la antítesis de la “cultura de las dietas”, la psicóloga Carolina Mustafá incluye al mukbang como otro ejemplo de hambre emocional. “Hemos aprendido el erróneo concepto de que la comida llena huecos afectivos y es la solución al malestar que sentimos. Y con internet, la culpa ha descendido un peldaño. Por un par de likes hay alguien más que prueba y abusa de la comida que también nosotros anhelados y sin que suframos sus efectos negativos”, reflexiona.
La especialista afirma que cada vez es más frecuente que los jóvenes busquen contenidos que les sirvan para hacer proyecciones. “Muchos adolescentes y veinteañeros guardan en sus celulares fotos de modelos a las que aspiran imitar o, por el contrario, archivos que les recuerdan que no deben hacer o comer para acercarse a su ideal de belleza. Es un juego de autoestimulación y psicología en el que la crueldad con uno mismo y la represión priman”, acota.
Además, Mustafá pone un foco de alerta en el número de desafíos virales de este tipo que circulan en las redes sociales. A la lista de #challenges se suman los retos de “consumir 10.000 calorías en un día”, “vivir una semana comiendo con 5 dólares” o “probar el desayuno más calórico del mundo”.
Excesos
"Ami Ami" es otra de las figuras que marca polémica. La youtuber, vigente desde hace 5 años, debió ser hospitalizada varias veces por indigestión. Al mes gana alrededor de 10 mil dólares por comer fideos y postres.
Interacción incluida
"Bannzz" fue uno de los primeros usuarios que creo un canal de mukbang. En sus videos, los seguidores pueden interactuar en vivo y elegir qué cosas debe comer primero. También le aportan donaciones a través de una aplicación coreana que permite recompensas económicas según las reacciones al contenido.
En español
Uno de los primeros videos de la youtuber Laura Eats, en el se ve a la BJ comer una pizza de pollo y pollo con salsa barbacoa y tomar un litro y medio de gaseosa.