La vida de Paola Estefanía Tacacho fue un tormento a partir de mayo de 2014, cuando conoció a Mauricio Parada Parejas. “Cuando Paola iba al gimnasio, el tipo escribía el nombre de ella a lo largo de todo el camino: en las paredes, en los postes, en cualquier cosa escribía el nombre de ella”, recordó Marcelo Rodríguez, uno de los mejores amigos de Paola Tacacho. “Lo hacía para que ella se diera cuenta de que estaba ahí, observándola todo el tiempo”, remarcó. Marcelo es profesor de inglés y conoció a Paola en 2007, cuando empezaron a estudiar juntos en el profesorado en la UNT. Desde que Parada Parejas apareció en su vida, Paola tuvo que cambiar varias veces de gimnasio, pero él aparecía nuevamente. Una vez entró al edificio donde vivía Paola, en calle San Juan al 200. Para hacerle notar que él había estado ahí, le dejó escrito un mensaje en una pared junto a la puerta del departamento. “No era una amenaza, era un mensaje que solo buscaba que ella se diera cuenta de que había estado; nunca dejó de hostigarla”, recordó Marcelo. “Él andaba por donde ella andaba, pero nunca tuvieron nada; ella apenas lo registraba. Ella llegó a cambiar un laburo para no tener que cruzarlo en el camino”, detalló Marcelo. El asesino la observaba todo el tiempo y se hacía notar. Paola, a veces, entraba en una crisis de nervios. Habían realizado las denuncias y él tenía una prohibición de acercarse a ella, pero siempre estaba esperándola en algún lugar por dónde ella estuviera, siempre aparecía. El viernes la esperó en Monteagudo al 500 y esa fue la última vez, porque la historia terminó con un femicidio y un suicidio. (Miguel Velárdez, LA GACETA)
Femicidio de Paola: “escribía su nombre en el camino”
El asesino siempre la hostigó.
Mauricio Parada Parejas, en una de las tantas veces que esperaba a Paola Tacacho.