Hay quienes aseguran que es casi imposible que haya un nuevo brote de dengue. Pero los investigadores saben que nunca hay que confiarse. Este virus, transmitido por el mosquito Aedes aegypti, trae cada vez más sorpresas. Por eso, médicos y biólogos creen que lo mejor es prepararse para un verano en el que podrían convivir los dos virus: el del dengue y el coronavirus que provoca la covid-19. El consejo es reducir al máximo la posibilidad de que haya insectos que nos puedan infectar.
Dengue: cuáles son los criaderos del mosquitoEl Ministerio de Salud de la Nación cree que para febrero y marzo de 2021 podría registrarse un aumento de casos de dengue. Este es el ciclo que la enfermedad sigue en forma regular en nuestro país porque se juntan varios factores: mucha humedad (lluvias), altas temperaturas y el regreso de los que se van de viaje a lugares donde circula el virus. Si vuelven infectados y son picados por los mosquitos que están en su casa, los Aedes se encargarán de picar y de enfermar a otras personas.
La última epidemia de dengue fue la más dura que nos tocó enfrentar a los argentinos y a los tucumanos. En el país, la temporada 2019/2020 registró la mayor cantidad de casos de la historia: 56.492 confirmados. En Tucumán, hubo más de 7.800 casos. Además, por primera vez, se reportaron muertes por esta enfermedad en la provincia.
Hay algunos elementos para pensar que este verano el dengue puede ser más benévolo. Por un lado, las restricciones a la circulación harán que viaje menos gente y por el otro, el ciclo de la enfermedad. Las epidemias tienen un ritmo particular que hace que no se repitan año a año. Por ejemplo, Argentina tuvo un pico de casos en 2016 y luego en 2019/2020.
Vigilancia temprana
Pero eso no significa que no tengamos que prevenir. “Los ciclos entre epidemias se van acortando”, advierte Giselle Rodríguez, investigadora del Instituto Superior de Entomología de la Facultad de Ciencias Naturales, y especialista en Aedes aegypti. Un trabajo que realiza la experta usando sensores demostró que, luego del alivio que nos dio la temporada invernal, ya se detectó la actividad de este mosquito en varios domicilios tucumanos.
Se trata de un sistema de vigilancia temprana, cuyo mensaje se traduce en: ya hay que sacar todos los recipientes en los que pueda reproducirse en mosquito, vector de este virus, que puede provocar fiebre muy alta, dolores de cabeza y musculares, náuseas, vómitos y sarpullidos.
El Aedes aegypti se cría en agua estancada, limpia o sucia. Por eso prolifera en patios, jardines y otros entornos urbanos. Sus huevos pueden permanecer dormidos todo el invierno. Cuando comienzan a subir las temperaturas y a caer las lluvias, nacen las larvas que luego evolucionan a los mosquitos adultos. Las hembras son las que transmiten el dengue con su picadura.
Por eso, el eje de la concientización está puesto en eliminar todos los potenciales recipientes donde se pueda juntar agua. “El objetivo debe ser trabajar a nivel de cada manzana, entendiendo el dengue como producto de un desorden socioambiental. Conversamos con los vecinos para que puedan identificar los criaderos del mosquito y eliminarlos. Si disminuimos los huevos, larvas y pupas del insecto baja muchísimo la probabilidad de una epidemia”, resalta la doctora Andrea Lascano, a cargo del Control y Vigilancia de Arbovirus del Siprosa.
Según la epidemióloga, no se espera un brote. “Por un lado, por lo que vemos a nivel internacional, por el momento no hay brotes en Latinoamérica. Salvo Perú, el resto no registra casos. Por otro lado, el movimiento poblacional disminuyó bastante. A esto hay que sumarle que luego de la cantidad de casos que tuvimos muchas personas ya están inmunizadas para el serotipo que circuló este año”, explica. Recordemos que la enfermedad dengue tiene cuatro serotipos: en Tucumán circuló el DEN 1 y el DEN 4. Cuando una persona se infecta, desarrolla inmunidad solo para el tipo de dengue que tuvo y puede volver a contagiarse con cualquiera de los otros serotipos y desarrollar un cuatro más grave de la patología.
“Igualmente no hay que confiarse y estar atentos a los movimientos migratorios, a los brotes epidémicos en regiones cercanas, a los pacientes febriles con antecedentes de viaje”, resalta Lascano.
Al límite
Aunque las fronteras no están abiertas, hay lugares del país que suelen tener todos los años casos de dengue. Por ejemplo, Salta y Misiones. No nos podemos relajar, dicen los infectólogos. Hay que reducir al mínimo la posibilidad de que haya dengue este año y al comienzo de 2021, especialmente porque la circulación de covid-19 ha puesto al sistema de salud al límite. Recargarlo con otra epidemia sería un riesgo.
“Además hay un dato fundamental: hay síntomas compartidos por ambos virus, como la fiebre y los dolores de cabeza y musculares. Diferenciarlos en los consultorios febriles es un gran desafío y a la vez un problema si se mezclan. Es posible que uno vaya con dengue y salga con covid. No sabemos lo que puede pasar. Hubo algunos casos, pero fueron pocos. La doble infección es un peligro porque implica complicaciones. No quiero ni imaginarme lo que podría ser el sistema con estas dos epidemias juntas”, señala el infectólogo Juan Manuel Núñez.
“Estamos esperanzados de que no haya brote de dengue este año. Pero sabemos que nada está escrito”, sostiene el doctor. En estos momentos, si una persona llega con síntomas de fiebre y dolor muscular se piensa primero en coronavirus. De todas formas hay algunas señales que diferencian una patología de otra: coronavirus tiene síntomas respiratorios y dengue, reacciones eruptivas; por ejemplo. Si hay dudas, las pruebas de laboratorio son esenciales.
Según Núñez, es fundamental que así como incorporamos el lavado de manos constante y el uso de tapaboca, tenemos que acostumbrarnos a limpiar, ordenar y descacharrar. El esfuerzo tiene que ser el doble este año.