Este año 2020 se está diferenciando como pocos de los anteriores, está marcando a fuego que será el de la pandemia, el de la enfermedad sorpresiva y mortal, el del tiempo que unió a la humanidad en una lucha mundial en contra del coronavirus, con sus debilidades, fortalezas y hasta con sus miserias. Cuando llegue diciembre, cuando cada ser humano decida mirar hacia atrás estallando en emociones y sentimientos para encarar el tradicional balance de fin de año, cada uno podrá hacerlo desde la individualidad pero no podrá desprenderse de la existencia de una nueva noción de conciencia social a causa de la covid-19, porque a todos los hombres y mujeres de países desarrollados, en vías de desarrollo o subdesarrollados los invadió y los hizo llorar sin fijarse en razas o credos. Los igualó en la riqueza o en la pobreza. Los hizo más iguales.
Obligará a una reflexión en un nuevo marco, a pensar en los balances tradicionales que no se podrán hacer porque el coronavirus trastocó planes y desarrollos personales, a realizar proyecciones enmarcadas en la incertidumbre que provoca la continuidad de la enfermedad, aún sin cura. A prepararse lo mejor posible para el futuro, a pertrecharse lo mejor posible, física y mentalmente.
El final del 2020 retará a pensar qué hacer para lo que se viene, ya sea en los últimos meses de la pandemia -a los que se supone que la vacuna pondrá fin- y también para la pospandemia. El desafío es cómo enfrentar los últimos meses de este año, cómo seguir aguantando, y cómo iniciar el que viene, cuando se está harto, cansado, estresado, molesto, incómodo, irascible, acotado en movimientos, con problemas económicos y más pobre que en marzo.
¿Cómo hacerlo?, ¿cómo encarar esta etapa clave en las que todos se toman un momento en las fiestas de fin de año para la introspección, para cerrar balances y realizar proyecciones? Frente a la incertidumbre y las dudas, los expertos salen en ayuda al proporcionar consejos para tranquilizar, pero sobre todo para que se afronten con mejores herramientas los tiempos por venir, con el final del coronavirus o con la nueva normalidad que llegará para quedarse, con nuevas conductas y hábitos. ¿Qué dicen los especialistas respecto de cómo encarar el futuro? Básicamente: cerrar temas pendientes entendiendo que los tiempos se han modificado, generar espacios propios de descanso y de disfrute, priorizar objetivos, ser flexibles y poner foco en los aspectos positivos. Una psicóloga consultada por LA GACETA usó un refrán de las abuelas para pararse frente a las dificultades nuevas: si la vida te da limones, haz limonada.
O sea, no bajar los brazos, no dejarse vencer, ser resilientes, ir preparándose para aceptar la idea de que en las celebraciones de fin de año el concepto que se impondrá será el de la virtualidad, donde los abrazos, las muestras de cariño, de acompañamiento y los brindis no serán presenciales. Porque son precisamente las reuniones sociales, los encuentros familiares y la interacción con conocidos sin distanciamiento en lugares cerrados lo que favorece la propagación del virus; y los especialistas advierten que la situación epidemiológica no variará en diciembre respecto de lo que está ocurriendo hoy. La humanidad ha sido desafiada, el coronavirus le enrrostró su debilidad, pero también descubrió el camino para enfrentarlo y para pensarlo cuando finalice el 2020: dando batallas individuales, solidarias, sin egoísmos y pensando en bienestar general.