Me embarga una profunda tristeza por lo que sucedió con las dos Abigail. Son cosas tremendas. Me retrotrajo al 26 de febrero de 2006 cuando Paulina desapareció y tuvimos que empezar a buscarla con la ayuda de todos, menos de la Policía. Y la historia se repite porque se siguen tomando las mismas medidas. Esto se podría haber prevenido, hay una terrible hipocresía. El poder va a decir que es culpa de la sociedad, y es una falacia. La responsabilidad es del poder, que son los que tenen la capacidad de hacer. Los políticos siempre dicen que es un problema de larga data, que es un problema complejo y que es un problema de todos, y de esta manera cooperativizan la responsabilidad. Los políticos se blindan. Yo estoy de acuerdo con el garantismo, pero no con el abolicionismo. Hace cuatro años que estamos en emergencia de seguridad y la gente no tiene contención. No justifico lo que hizo este hombre, pero estaba fusilado por las drogas y seguramente nunca lo ayudaron. Lo primero que pensé cuando me enteré lo que había sucedido fue que ojalá no hubieran agarrado a un inocente. Combatir a un caníbal no es comerselo. Yo no soy un asesino. A pesar de todo lo que me pasó yo no busco “justicia por mano propia”. Quiero que a los delincuentes les hagan un juicio y que los condenen, pero también quiero que las cárceles sean dignas. Hoy tenemos un abandono institucional de quienes detentan los poderes, que no hacen lo que tienen que hacer. Aquí se debería haber dado un firme mensaje pacificador a la gente, y no se dijo nada. Tenemos que reestablecer los liderazgos porque en cualquier momento van a matar a un inocente. Es una interpelación a todos.
Es una interpelación a todos
Por Alberto Lebbos, padre de Paulina.
Alberto Lebbos. ARCHIVO LA GACETA / FOTO DE JORGE OLMOS SGROSSO