El reciente incendio ocurrido en San Javier mostró una rápida respuesta tanto de parte del Estado como del sector privado, pero dejó al descubierto la falta de una política seria de prevención. Esto es lo que expuso con gran claridad Ricardo Grau, director del Instituto de Ecología Regional, del Conicet, durante una entrevista con LG Play.
El especialista destacó que los fuegos estuvieron circunscriptos en un espacio de sólo algunas decenas de hectáreas, y que fueron de relativamente poca intensidad. Se quemó hojarasca y no afectó tanto los árboles. “El efecto ecológico ha sido modesto. También ayudaron las condiciones meteorológicas del fin de semana, la baja temperatura y la baja intensidad de los vientos, que permitieron que los brigadistas y los hidroaviones hicieran un trabajo eficaz”, subrayó.
Advirtió, no obstante, que más allá de que el impacto de estos fuegos no haya sido dramático, esto tiene que servir como una alerta. “No podemos reaccionar como se hizo. Se prendió fuego en una posición muy visible, porque estaba prácticamente al frente de Yerba Buena, y salimos a tomar decisiones rápidas, que en este caso funcionaron. Pero sería mucho más razonable tener una política de manejo de fuego y de prevención”, puntualizó Grau.
Agregó que la provincia no cuenta, por ejemplo, con un monitoreo de los combustibles y de las condiciones meteorológicas. “De modo tal que uno suba a San Javier o a Tafí del Valle y se encuentre con un letrero que diga: hoy hay peligro alto de incendio”, explicó.
Grau dijo que eso es habitual en los lugares donde se hacen políticas de manejo de fuego. “Hay un monitoreo y hay información para el público, que lo alerta para decirle: mire, este no es el momento de ir a hacer un asadito, o de ir a fumar al borde de la ruta o en el sendero, porque ese es el problema central: los fuegos se escapan, no son necesariamente intencionales sino más bien fuegos accidentales, pero que tienen un origen humano, es decir, los enciende alguna persona”, destacó.
Consultado respecto de por qué podría ocurrir esto, el especialista especuló que se debe a que los incendios no resultan tan devastadores. “Pasan relativamente rápido. En 1001 sí hubo unos fuegos súper intensos en la Quebrada de Los Sosa, camino a los Valles, y hace seis o siente años, en San Javier. Pero pasan, llega noviembre y con él las lluvias, y pasa. Y con suerte, el año que viene no habrá incendios”, detalló.
“Los fuegos tienen esa característica compleja, dependen de las fuentes de ignición, de las condiciones meteorológicas, de las condiciones del combustible seco y fino en ese momento (hojarasca) y como no es algo muy previsible, las políticas de corto plazo no reaccionan a eso. Dentro de dos meses, quizás nos olvidamos”, describió.
En ese sentido, Grau exhortó a contar con una política de mediano plazo sobre el control del fuego y a impulsar un debate sobre esta materia.
Aclaró que seguimos corriendo riesgo de nuevos fuegos porque hay mucha hojarasca y los pronósticos de lluvia no son alentadores.
Respecto de la recuperación de las zonas que quedaron bajo las llamas, Grau vaticinó que en un par de años ya se habrán superado los efectos. Y comparó con lo ocurrido en 2001 en la Quebrada de Los Sosa. “Han pasado 20 años y todavía hoy y por varias décadas más vamos a seguir viendo los efectos, muchísimos árboles quemados, estructuras de bosques alteradas”, enfatizó.