La cuarentena nos hizo valorar la comodidad a la hora de vestirnos. Y eso dejará una marca para siempre en nuestro guardarropa. En la nueva normalidad, la balanza se inclinará hacia un estilo más simple, menos adornado y sin barreras: la moda sin género tendrá un gran protagonismo, anuncian los diseñadores.
“La ropa sin género es un verdadero cambio de paradigma”Las semanas de la moda, que se celebraron recientemente (muchas de ellas vía streaming o con muy poco público presencial) dejaron en claro que las prendas unisex, adaptables a cualquier persona, están pisando cada vez más fuerte.
A la tendencia se la conoce como genderless (en inglés, sin género). Y son cada vez más las marcas urbanas que comienzan a introducir las mismas prendas en sus colecciones de hombre y de mujer. “Esto es algo que vino para quedarse”, afirma Gonzalo Villamax, diseñador tucumano que tiene su tienda en Valencia, España, y que en sus colecciones busca derribar las fronteras entre los géneros.
“Yo ya no la llamaría tendencia; diría que ya empezó a ser parte de un estilo de vida que no sólo involucra la vestimenta; es algo más completo, con lo que uno busca sentirse más cómodo e identificado dejando de lado algunos mandatos impuestos”, resalta.
Según Villamax, estamos en un momento bisagra donde muchos estereotipos y mandatos se están cayendo en todos los aspectos. “Este es un cambio social; vemos las nuevas generaciones y distintos colectivos que luchan por la igualdad, la diversidad y la libertad de cada persona a sentirse y verse como quiere. Todos tenemos el derecho de ser quienes queremos ser y la indumentaria es una forma más de representarlo”, puntualiza.
Para este reconocido diseñador, que dejó Tucumán hace dos años, lo masculino y lo femenino son sólo dos lados de uno mismo, y uno tiene el derecho de poder sentirse identificado con ambos o con ninguno.
La nueva colección de Villamax tiene 15 piezas diferentes -pantalones, camisas, vestidos-, la mayoría de las prendas son sin género. De hecho, en su local, los diseños están dispuestos en los percheros sin hacer distinciones. Hay prendas muy femeninas, otras masculinas, pero él aclara que no las piensa para un sexo definido: “cada persona es libre de identificarse con ambos y encontrar lo que mejor les queda, eliminando los prejuicios”.
Moldería
El mayor desafío al momento de diseñar indumentaria genderless es, sin dudas, las cuestiones físicas. La moldería suele estar adaptada a la distinta anatomía del cuerpo femenino y del masculino. ¿Cómo se hace para que las prendas calcen en todas formas de cuerpos? “Trabajo con cuatro talles sin género, pensados para que se adapten a cuerpos de mujeres y de hombres. Tener el taller en la tienda me da un extra donde puedo modificar y adaptar una prenda y también realizarla a medida. El patronaje es donde se trabaja para que la prenda sea ponible para quien la quiera usar y se sienta cómodo e identificado con lo que lleva”, puntualiza Villamax.
¿Cómo definirías una prenda sin género?, le consultamos. “Creo que las prendas no tienen género. Si nos ponemos a pensar, el pantalón era considerado una prenda masculina y en algunas culturas la falda es masculina. Nosotros encasillamos la ropa en géneros, del mimo modo que hicimos con los colores. Lo bueno es que eso cada vez está más desdibujado, porque en definitiva acá lo que importa es sentirse cómodo y contenido con lo que se pone”, reflexiona.
Gonzalo describe que en la actualidad las prendas sin género más usadas son la blusa y el pantalón. Pero que ya hay casos de hombres -como él- que se ponen vestidos. Según cuenta, desde que comenzó a diseñar siempre hizo ropa sin género. “Lo hacía más que nada por la indumentaria que a mí hubiese gustado ponerme y no conseguía. Estoy seguro de que lo que te pongas no define absolutamente nada; vos tenés que usar lo creas que te queda bien”, concluye.
Más libertad e igualdad
Lourdes Álvarez Farhat, licenciada en diseño textil e indumentaria y docente de esa carrera en la Universidad de San Pablo T, analiza que las prendas sin género forman parte de las prácticas sociales y un contexto que nos lleva a replantearnos aquellas creencias culturales, acompañada de prejuicios y estructuras mentales. “A esto se sumó la necesidad del confort 24/7 que despertó el confinamiento. Cada uno de estos ingredientes se mezclaron para dejarnos como resultado una moda que por fin nos pide que vistamos cómodos, con libertad e igualdad”, resalta.
Según la experta, el creciente interés y demanda de las prendas sin género, también se debe a que generalmente esta ropa deja de lado lo excéntrico, extravagante o barroco para concentrarse en lo sencillo y confortable, apuntando a lo clásico con prendas de tejidos ligeros, formas y colores planos, con tipología que se desprenden del homewear (ropa de casa).