Las redes sociales nos prometen entretenimiento, comunicación e información resumida. Pero también en ellas habita una deep web romántica. Un sucucho de tendencias y de masividad con tormentos de indeterminación relacional, caricias al ego y coqueteos sintetizados en reacciones a stories.

En lo que refiere al amor y relaciones, internet se ha prestado como un caldo de cultivo para nuevas formas de crear lazos de pareja. A tal punto de existir términos precisos que describen nuestras vivencias afectivas en la red.

Entre los más escuchados está el ghosting, con su resurgir desde el infierno debido a la disponibilidad de horas en la computadora y la situación del aislamiento-distanciamiento social obligatorio.

La palabra refiere a desaparecer como un fantasma. Sin contestar los mensajes de WhatsApp y fingiendo que nunca existió interés.

“Las actitudes y grados de formalización han cambiado con la llegada de las dating apps y las redes sociales. Hay estudios masivos que muestran una menor predisposición al compromiso y la anulación de la culpa. Desde lo psicológico, nos satisface saber que hay alguien dispuesto a atendernos. Eso levanta la autoestima pero, una vez que la necesidad de contención es saciada, el interés desaparece”, comenta el psicólogo de pareja Gabriel Callejas.

En estas circunstancias, la ansiedad e inseguridades pueden reavivar viejos traumas y malas experiencias. En especial, con la justificación de “no somos nada, entonces tampoco te debo explicaciones”.

Retornos indeseados

En un mundo de pecadores y batallas de ego, luego viene el zombing. “Se refiere a gente/amantes que desaparecieron de nuestra vida sin avisar y vuelven (como zombies) de manera repentina a través de likes o mensajes. Suelen pedir disculpas, buscar seducir, tener sexo o sólo saber que seguís disponible”, detalla la sexóloga María Victoria Puertas.

Una definición asociada e igual de reiterativa en esta época de introspección y de coronavirus es el haunting. Noción que define la conducta de una expareja que reaparece -de repente- luego de mucho tiempo sin mantener contacto.

“Lo que importa no es el término (absurdo o incomprensible) sino las alteraciones culturales y los sistemas de acción y de pensamiento que se reproducen en los portales de citas. Con el resguardo de una pantalla y sin el recurso gestual y corporal, las conductas narcisistas aumentaron”, destaca el coach Javier Trivino.

El especialista afirma que estas experiencias avalan la noción del amor como producto. “En marzo y abril, una constante fue el resurgir de viejos contactos. Hay quienes vivieron esto con enojo porque existe una especie de impunidad. El otro jamás pidió perdón por el pasado, y piensa que puede volver a seducirnos o a hablar sin aceptar sus errores”, agrega.

Finge y algo quedará

Al hablar de vínculos nefastos, el siguiente término es el benching. “Alude a perder el contacto virtual en forma gradual, sin retirarse del todo. Acá se mantiene la ilusión de que podría continuar la relación, nos dan pequeñas muestras de interés y nos colocan en espera cual banco de suplentes (de ahí la noción bench)”, acota Puertas.

En el otro extremo aparece el whelming. Esto es simular ser activos en el coqueteo para que nos consideren “solicitados”. Este término se vale de dobles sentidos, como mostrar en Instagram cenas compartidas sin etiquetas o enfatizar que poseemos un círculo social amplio.

Si de estrategias se trata, también figura el gatsbying, algo propio del periodo de enamoramiento y la previa a una relación cimentada. La artimaña es postear imágenes, publicaciones o stories que parezcan de consumo masivo entre nuestros contactos. La única diferencia es que sólo queremos impresionar a alguien en concreto.

A la larga, la visibilidad eterna y los planteos sobre métodos para captar la atención llevan a un agotamiento extremo. “Comparar los estilos de vida ajenos es casi natural, y en esta área el amor también sufre. En solteros o sujetos que mantienen relaciones tóxicas los me gusta o comentarios esporádicos en un perfil tienen un significado mayor. Es la búsqueda de aceptación, del deseo de ser amados y creer que lo que ocurre en internet puede ser real”, reflexiona Callejas.

El último destacado de la jerga online es el typecasting (encasillamiento, en español) y se focaliza en Tinder, Adopta Un Chico, Badoo, Match.com o cualquier otra plataforma de búsqueda “de a dos”.

La definición implica una superficialidad que ampara estereotipos y, en la práctica, se sintetiza en perfiles que envían mensajes pasivo-agresivos. Por ejemplo, las mujeres que detallan “hablame sólo si medís más de 1.70. Gracias” o los hombres que señalan “¿no sos como en las fotos? entonces invitás las cervezas para hacer que te parezcás”.

Parece casi inocente, hasta que luego ocurren los chascos y otro término aparece para compensar las incoherencias del amor 2.0.