Tina Gardella
Locutora e investigadora
Desde hace tiempo, la radio vive un proceso de grandes modificaciones. A veces por cuestiones propias del medio, internas o sea cambios que la propia dinámica radiofónica va provocando; y otras externas, que tienen que ver con las nuevas formas de relación a través de la digitalización sonora y de las redes sociales. No son campos diferentes sino que dialécticamente se van construyendo y modificándose.
La radio: dueña y señora del aire desde hace 100 añosHacia el interior, uno ve que los roles están desdibujados, que las voces han cambiado dentro de la identidad que marcan. Por ejemplo, el tucumano es estentóreo, habla a los gritos, le gusta llamar la atención. Alguien que no conoce estas formas se puede asustar y pensar que se está expresando de mala manera, pero así se relaciona. En la radio, más allá de lo artístico que tienen las formas del decir, el lenguaje radiofónico basado en tonos, en matices y en intensidades de la voz sigue predominando. Aun así, con estas marcas identitarias, han ido cambiando las formas del decir. Hemos ganado en una forma más natural, más cotidiana, sin que sea doméstica.
100 años en el aire: el pulso de la radio tucumana en la voz paternal de “Golo”En los roles, cuando comencé, el locutor o locutora cumplían espacios muy específicos en publicidad, presentación de programas, identificación de la emisora y dar la hora. No estaban, como ahora, tan naturalizados los datos del tiempo -hoy se los espera-. Eran otros ritmos. El periodista (había muy pocas mujeres) redactaba; la locución informativa la hacía alguien en un tono que supuestamente expresaba veracidad. La voz debía tener carácter indiscutible -“esto es así; el informativo de tal hora”-. Esas formas se han vuelto más amenas y hay una gran hibridación, con periodistas que conducen programas como si fueran locutores; y locutores que dan su opinión, sin esperar habilitación.
Los 100 años de la radio: un ejercicio saludable de la libertadEs la mirada interna de estructuras que han ido cambiando, porque la radio es un medio que acompaña mucho los cambios de la sociedad. Es un medio generoso. La radio no te pide que dejes de hacer lo que estás haciendo para que la atiendas, para escucharla. No como otros medios, que necesitan cierta atención. La radio te propone: “vos seguí haciendo tus cosas; yo mientras tanto te acompaño. ¿Qué pierdes?”. No te pide nada a cambio.
Desde una mirada externa, obviamente esta sociedad no sólo audiovisual sino de una cultura del entretenimiento, ha hecho que vaya incorporando, con ciertas complicidades, las redes sociales y la digitalización sonora. La radio on demand -a la carta- todavía no está establecida, porque no se la puede hacer sin pensar que hay un escucha; así como aprendés a decir las cosas en radio de una determinada manera, también se aprende a escuchar radio. Pocas veces se presta tanta atención a la recepción. Hay formas de escucha para establecer la radio on line, los podscasts, la digitalización del sonoro, una movida que viene de los jóvenes para quienes ya es absolutamente natural. Ahí se cumple el concepto de McLuhan, porque el celular y su pantalla son la extensión del cuerpo.
La radio es un servicio. Y no puede dejar de ser un servicio público. No es determinante que sea pública, universitaria, privada, AM o FM. La radio trabaja en el aire, que nos pertenece a todos. La centralidad que ha tomado en la pandemia es extraordinaria. Hay encuestas de las universidades Austral, San Andrés, Palermo y Belgrano que dan cuenta de que primero están los portales de diarios, y en segundo lugar la radio. Es porque en la forma en que se da la noticia, da cuenta de que el locutor o el periodista se juegan la vida; es su voz la que lo dice.