Por el afán de cuidarlos, de lograr que disfruten sus tiempos de infancia, por reducir las dificultades de sus hijos, muchos padres (o tutores) resultan sobreprotectores, una tendencia nada positiva para los chicos y que puede traer consecuencias negativas a futuro. “La sobreprotección puede tener que ver, en el fondo, con los propios temores del adulto que los proyecta en el niño. También suelen tener cierta dificultad para soportar la separación de su hijo y cederlo a la ‘cultura’”, explicó Florencia Delgado, psicóloga especializada en niños.

Para la psicoanalista María Elena Elmiger ser sobreprotector con el hijo es negativo, impide que el niño crezca y aprenda por su cuenta. “Hay que pensar que en realidad ser sobreprotector es una forma de no ser padres, porque es mucho más fácil hacerles las cosas a los hijos que ser un padre. Un padre es alguien que les dice que no a los hijos, y eso es más difícil”, señaló.

Y esto se expresa, según Elmiger, aún más en estos tiempos de redes sociales, incrementados durante la pandemia de coronavirus, en los que los padres de chicos de primaria acostumbran compartir un grupo de WhatsApp, a través del cual se envían las tareas y están al tanto de toda la vida escolar del niño. “Esta costumbre se fue instalando y vemos padres que saben qué tareas tienen los hijos, pero los propios chicos no lo saben. Esto no sólo se ve en niños pequeños, sino también en chicos de secundaria”. Y añadió: “son los niños los que tienen que saber cuáles son sus propias tareas y resolverlas, en todo caso, si no saben algo, les pedirán ayuda a los padres”.

Es en este tipo de actitudes que los padres sobreprotegen a sus hijos, haciéndolos ajenos a sus problemas, que terminan tomándolos como si fueran de otros. De acuerdo con Elmiger, los padres pueden ayudar a sus hijos a resolver sus problemas, lo que no significa resolverlos por ellos.

DEJARLOS RESOLVER. Los padres que están muy encima de sus hijos y no les dan el espacio necesario para que se encarguen de sus tareas del colegio, no les permiten aprender a solucionar sus problemas por sí mismos, una actitud que podría dificultar la relación de los chicos con el “mundo exterior” en el futuro.

“Esto que está ocurriendo deja a los chicos ‘atontados’, en una inocencia infinita, como si no fuera trabajo o responsabilidad de ellos hacerse cargo de sus tareas. Es bastante grave no sólo para el niño, que se convierte en irresponsable y queda ‘tontificado’, sino que para el padre también porque se apropia absolutamente de lo que debe ser del hijo”, afirmó.

Relación con el exterior

La sobreprotección se entiende, para Delgado, según las posibilidades que tiene ese niño para salir al mundo exterior. “Una persona nace siendo absolutamente dependiente de sus padres y a lo largo de la vida ese proceso tiende a una separación cada vez mayor. Los padres no sólo deben satisfacer necesidades básicas como alimento o abrigo, sino que deben introducirlo al mundo y acompañarlo para que se vaya apropiando del mundo por su cuenta”.

Y es en ese exterior donde el niño encuentra a otros y se relaciona con los demás. Las psicoanalistas sugieren que si un chico pierde esa posibilidad de contactarse con el mundo exterior por su cuenta, se podrían dificultar sus relaciones sociales en el futuro. “A veces un chico está demasiado cuidado o mimado y se empobrece su acceso al exterior”, sostuvo Delgado. “La consecuencia clara es que tendrá más dificultades para acceder al mundo y a las cosas que ofrece, con el empobrecimiento tanto de su subjetividad como de sus recursos”, añadió.

En este empeño por hacerles la vida “más fácil” a los hijos, los padres no se dan cuenta de que les hacen daño y que esto podría afectarlos en su normal desarrollo en el futuro. “Es bastante difícil darse cuenta solo porque nadie sobreprotege o se excede voluntariamente, en general se percatan cuando aparece alguna diferencia que puedan notar respecto del exterior, como señalamientos que vengan de la escuela, de algún tercero al ámbito familiar, etcétera”, dijo la profesional.

La psicóloga María Albana García indicó que, para darse cuenta, los padres deben estar atentos a las manifestaciones que puedan tener los hijos en este sentido. “Los padres se dan cuenta si los pueden escuchar a sus hijos. Escuchar sus desbordes, sus excesos de aburrimiento... Cuando digo escuchar no me refiero solo a oír, sino captar, darse cuenta. Darse cuenta que no pueden hacer sus deberes solos”.

En este sentido, los niños no son los únicos perjudicados, ya que los padres también sufren consecuencias por estar todo el día encima de sus hijos.

“Si toda la atención y todas las miradas están puestas sobre el hijo, significa que no están puestas sobre otras cosas, como el ocio, los intereses personales, la pareja, lo que fuere”, expresó Delgado. Esto implica una cierta pérdida de la autonomía de estos adultos y, según la psicoanalista, se expresa en la falta de libertad que a veces sienten los padres.

Aunque, en definitiva, para la psicóloga Elmiger la importancia aquí radica en los chicos. “No sólo deja sin tiempo a los padres, también deja sin tiempo, sin responsabilidad, sin palabra e ideas propias a los hijos, y esto es lo más grave”. (Producción periodística: Homero Terán Nougués)