Desde que empezó a formarse, allá por 1984, hasta que se diluyó, ya en el nuevo siglo, lo que primero se llamó Monomarca Dodge 1.500, y luego TC 1.500 del NOA, constituyó un fenómeno de masas en el automovilismo de la región. Pasó por todo tipo de alternativas: tuvo vaivenes organizativos; carreras memorables; grandes fiascos; peleas y discusiones que a veces llegaron a escándalos; tribunas repletas de espectadores; roce con categorías nacionales y una febril actividad en talleres y equipos. Todo eso trascendió en el tiempo, como también lo hizo el carácter de categoría pionera, de integradora de los pilotos del NOA, de generadora de ídolos. Varios de los pilotos que estuvieron en ella probaron suerte después en divisiones superiores.

A mediados de la década del 80, en Tucumán estaba prácticamente parada la actividad automovilística. “Surgió la inquietud de armar algo. La idea prendió rápido”, contó Mario Berral, uno de los que estuvo en la primera reunión que se hizo en un taller de la calle Amador Lucero. Monomarca usó los Dodge 1.500 de competición como lo había hecho el TC2000 desde 1980. Una firma local proporcionó los chasis, y la preparación se hizo en distintos talleres locales.

Que había mucha efervescencia con Monomarca lo puede marcar un detalle, apenas se disputó el primer campeonato, en 1985: al final de la temporada, no se supo el nombre del campeón, sino hasta agosto de 1986. Se llegó al final con tres candidatos al título: Guillermo “Lelo” Alonso, Berral y Ramón “Lalo” Olaz. Este último se despidió del título por su temprano abandono en la carrera final efectuada en el “Nasif Estéfano”. Los dos primeros llegaron mano a mano al final de la carrera y entonces se cernió un manto de dudas sobre quién era el campeón. Terminada la carrera, lo era Alonso. Pero había un reclamo de puntos de una carrera anterior de parte de Berral. Finalmente, este terminó festejando.

En Monomarca se reunieron pilotos experimentados, con otros novatos. Varios tucumanos, pero también santiagueños, salteños, catamarqueños y, ocasionalmente, corredores de otras provincias. Los apellidos aparecían seguido en las crónicas de la época. El santiagueño radicado en nuestra provincia, Miguel Jorge (que corría con el seudónimo “Reynolds”) fue el más ganador de campeonatos, sumando cuatro. “Primero iba a ser dirigente, pero terminó corriendo. Me gustó hacerlo”, contó. El salteño de Rosario de la Frontera, Oscar Solís, sumó tres. El santiagueño Héctor “Toti” Farina, hoy administrador del autódromo de Las Termas, alcanzó dos. El concepcionense Luis “Cachín” Díaz también festejó un título, al igual que Olaz, el salteño Osvaldo Solís, el santiagueño Carlos Catalfamo y Lucas Mohamed. En estos últimos dos casos, corriendo con Fiat, cuando la categoría ya se había convertido en TC1.500 del NOA.

Estos son sólo algunos de los nombres que integraron la categoría, que en ocasiones llegó a presentar más de 50 autos, con pruebas que tuvieron series y repechaje. Vale nombrar a “Bony” Blasco, Rubén Salim, Eduardo y Adrián Formoso, Gustavo Sola, Jorge Seleme, “Micky” López, Braulio Elías, Carlos Acotto. Y a preparadores como Berral, Mansilla, Carretero, Chincarini, Matarrese, Cadiñanos, Montenegro. En fin. Muchos.

La categoría hasta tuvo televisaciones en directo, por los canales 8 y 10, fue telonera del TC2000 cuando vino en los 90; corrió en La Banda, en Salta, en Catamarca, en La Rioja, en Jujuy. Un gran dolor fue el fallecimiento en carrera de Osvaldo Solís, un 13 de noviembre de 1988, en el “Nasif”.

El final es para “Cachín” Díaz. “Los que estuvimos pusimos todo lo que teníamos en la categoría. El tiempo que vivimos fue hermoso. Me da nostalgia aquel tiempo. Pero lo bueno fue haber estado”.