Los Pumas no son sólo el mayor símbolo del rugby argentino; también son la meta de un largo camino. Salvo muy contadas excepciones, quienes visten esa camiseta han debido superar primero un proceso de desarrollo de varios años dentro de lo que se conoce como “el sistema”, cuya estructura se compone principalmente de cinco academias regionales y los centros de rugby que funcionan en las 25 uniones provinciales. Al frente de esa estructura se encuentra Francisco Rubio, quien entre otras cosas ponderó la capacidad del rugby argentino para producir jugadores de buen nivel, algo que cobra mayor importancia ante el éxodo de figuras hacia Europa a causa de la incertidumbre en el futuro competitivo de Jaguares.

“Si repasás el plantel de Pumas que fue al Mundial de Japón, salvo (Juan) Figallo y (Juan Pablo) Socino, todos se habían formado acá. Y si el objetivo del sistema es que en los seleccionados nacionales haya la mayor cantidad posible de jugadores formados en Argentina, podemos calificarlo de exitoso. El objetivo competitivo no se cumplió, pero hay muchísimas variables y detalles que influyen en eso. Recordemos que esos mismos jugadores venían de llegar a la final del Súper Rugby. Hay que tener en cuenta que estamos compitiendo contra los mejores, pero con condiciones menos favorables. Pasa que los argentinos queremos ganar siempre, en todo”, analiza “Pancho”.

No obstante, se muestra comprensivo ante esa postura. “Se suele pensar que ganar es tener éxito y perder es fracasar. Yo lo veo distinto, para mí lo que importa es el camino. Nosotros hacemos lo posible para que nuestros equipos ganen, y estoy orgulloso de ese trabajo, al margen de si después se logra o no el triunfo. Lo vivimos desde adentro y sabemos lo que cuesta conseguir un resultado, pero no puedo esperar que otro haga el mismo análisis si no conoce eso. Quiere ver un espectáculo y es un punto de vista válido”, sostiene.


Materia prima hay

Con la confirmación de la partida de Agustín Creevy a Inglaterra, Jaguares ya vio partir a los tres capitanes que tuvo en estas cinco temporadas (también se fueron Pablo Matera y Jerónimo de la Fuente). “Pancho” no lo ve como un motivo de angustia, sino como una oportunidad de seguir probando la capacidad del sistema. “Si pudimos construir un gran equipo, podemos construir otro. Estoy convencido de que el rugby argentino es una máquina de generar grandes jugadores. Además, así son los procesos. Nos hubiera gustado terminarlo de otra manera, pero había un ciclo que se estaba cumpliendo para varios jugadores. Algunos quizás renovaban, pero otros no, y debemos generar el recambio. Esto simplemente aceleró un proceso que de todas formas se iba a producir”, explica.

Si bien entiende que las causas del éxodo van más allá de lo rugbístico (”la pandemia empeoró la situación económica del país, y si el jugador tiene una oportunidad en otro lado, ¿por qué no tomarla?”), muestra plena confianza en el trabajo de las academias y centros. “Nuestro trabajo es seguir generando jugadores que le pongan presión a los que están arriba y los obliguen a estar al máximo para defender su puesto. Un jugador de alto rendimiento necesita varios años para terminar de madurar. Los que se están yendo y hoy son figuras, hace algunos años no lo eran. Pero les dimos tiempo y oportunidades de equivocarse y aprender”, sintetiza.


Migración

Otro tema de análisis es hasta qué punto impacta en el sistema de desarrollo de jugadores para los seleccionados la diferencia de nivel que se viene observando entre la competencia de clubes de Buenos Aires y la del interior. Rubio asegura que no tanto como parece. “Más que eso, me preocupa la migración de jugadores del interior a clubes de Buenos Aires. Porque si bien estábamos notando que en los seleccionados había mayor presencia de jugadores de clubes de la URBA, después vimos que muchos de ellos habían surgido en clubes del interior. Por eso la UAR está trabajando para generar un torneo más competitivo en el interior. Hay chicos que ya están dentro del sistema y nos preguntan si deberían irse a jugar a Buenos Aires. Les decimos que no, que si jugando en tu provincia llegaste a un seleccionado, ¿para qué te vas a ir allá?”, alecciona.

Ese proceso de migración, advierte, también ocurre en el seno de las propias uniones, cuando jugadores se pasan a clubes más grandes para tener mayor vidriera. “Eso pasa desde siempre. Justamente, lo que buscamos con el programa de desarrollo que se lleva a cabo en las academias, es que los jugadores no tengan la necesidad de cambiar de club”, detalla.