En la actualidad, el rugby femenino tiene un lugar propio y bien ganado a fuerza de trabajo y perseverancia. Prácticamente, todos los clubes que han surgido en los últimos años en Tucumán, lo han hecho ya de movida con un equipo de mujeres. Sin embargo, hasta no hace mucho, era poco más que una rareza. En esa transición de lo excepcional a lo común, con cada vez más chicas eligiendo al rugby, mucho tuvo que ver la exposición que logró Cardenales encadenando éxitos sin parar durante varios años a nivel provincial, regional y nacional. Esa monarquía absoluta que impusieron las “purpuradas” en el rugby femenino argentino tuvo un comienzo muy concreto: el Nacional de Clubes 2012, que tuvo como sede precisamente al club de Silvano Bores al 400.
Las “Huarminales” (apelativo que mezclaba el legado de las “Huarmis”, precursoras de la disciplina en Tucumán, con la identidad del club) habían estado a las puertas de ganar el título nacional el año anterior, en Chaco, que finalmente quedó en manos de las locales de Sixty al cabo de una definición parejísima y resuelta en la última jugada, por una conversión de diferencia.
Rita Cazorla, capitana de aquel Cardenales, rechaza la “sangre en el ojo” como fundamento motivacional de su equipo para la edición 2012. “Eran las ganas de mostrarle al rugby nacional que no era casualidad todo lo que veníamos haciendo. Que sin dudas éramos el mejor equipo”, sostiene la apertura, remarcando esto último. “Es que de eso se trató siempre Cardenales: de ser un equipo, más allá de las grandes individualidades que tenía”, explica.
La escuadra dirigida por Rolando “Rudy” Medina pasó la etapa clasificatoria ganando su grupo sin despeinarse. Al día siguiente, en semifinales de Oro, superó también con facilidad a Centro Naval, de Buenos Aires. En la otra llave, el poderoso Sixty - con Lettizia Alcaraz y Viviana Garat como principales figuras- le pasó por encima a Capri, de Misiones. Así, se aseguraba otra final entre las “purpuradas” y las chaqueñas. El clima gris y lluvioso, impropio de octubre, le añadió una cuota extra de dramatismo a la escena. “Era como en las películas, cuando se viene una gran batalla y empieza a llover. Estaban todos los condimentos. Mil sensaciones en el cuerpo, pero el objetivo claro. Recuerdo tener un nudo en el estómago hasta que sonó el silbato del kick off y todo eso se desapareció. Fue como abrirle la jaula a un cardenal. Teníamos plena confianza, sabíamos que era el momento. Lo sabíamos todas”, describe Cazorla, casi como volviendo a ese lugar y a ese instante. Junto a ella, estuvieron como titulares Patricia Moa, Silvana Castro, Silvana Gómez Juárez; Fátima Juárez, Florencia Romero e Isabel Fontanarrosa.
En la modalidad seven, todo es mucho más breve e intenso. Y en apenas dos minutos, Sixty aprovechó la primera oportunidad que tuvo para sacar ventaja. La referí Laureana Pappaterra había sancionado una infracción de Moa con tarjeta amarilla, por lo que “Nales” quedó en inferioridad numérica, y la habilidosa capitana Alcaraz aprovechó ese espacio para llegar al ingoal. “No lo quiero ni recordar. Ahí vino el try de ellas. Me tocó sufrir desde afuera esos minutos, fue una mezcla de muchos sentimientos”, recuerda Patricia.
El primer tiempo se cerró 5-0 a favor del equipo de Resistencia. A Cardenales le quedaban siete minutos para remontar o al menos igualar para forzar una definición a muerte súbita. Su mejor carta ofensiva era la velocidad de su goleadora, “Isa” Fontanarrosa, que al minuto de iniciado el complemento, capturó una pelota en extrema defensa, disparada por la ingresada Paula Loza, y se subió a la moto por el andarivel izquierdo. No estuvieron ni cerca de alcanzarla. “Fue el try del alivio, porque no lo podíamos abrir al partido”, recuerda la wing, máxima anotadora de ese torneo. Con la conversión, “Nales” pasó al frente y tomó el control.
Dos minutos después, Cardenales jugó rápido un penal e “Isa” aumentó con otro try, y sobre el final, Rita anotó el definitivo, pisando hacia adentro y abriéndose paso entre la defensa. El festejo fue inolvidable, pero era sólo el comienzo de algo más grande. Con ese 17-5, se iniciaba una era dorada para Cardenales: fueron cuatro títulos nacionales consecutivos (precedidos de los provinciales y regionales), todos obtenidos sin sufrir ni una sola derrota. Las “purpuradas” eran invencibles, al punto que todos evitaban cruzarse con ellas. “Éramos el rival a vencer”, concede Patricia. En los últimos años, estuvo todo más repartido, y no hubo un equipo que mostrara tal dominio. De hecho, desde entonces nadie pudo retener el título dos años seguidos. Pero Cazorla promete que Cardenales “pronto va a dar que hablar de nuevo”.