En los últimos días, el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) y la Asociación Citrícola del Noroeste Argentino (Acnoa) anunciaron la suspensión voluntaria de la exportación de limones argentinos a la Unión Europea (UE) desde el 1 de este mes y por lo que resta de la temporada. Tal decisión se debe a intercepciones en el destino de “mancha negra” de los cítricos, una enfermedad causada por el hongo Phyllosticta citricarpa, que no se encuentra en la UE y que, debido a ello, es considerada cuarentenaria (plagas o enfermedades que no están presentes en un determinado país y, por lo tanto, están legisladas mediante algún organismo de control sanitario para prevenir su ingreso, establecimiento y/o propagación).
En particular, la “mancha negra” es una enfermedad compleja y de difícil diagnóstico. El mismo hongo desencadena diferentes síntomas en los frutos: mancha típica, mancha pecosa, mancha virulenta y falsa melanosis. Para poder diferenciarlos resulta necesario adquirir cierta destreza y experiencia. Además, los síntomas se pueden confundir con los de otras patologías. El limón es la especie cítrica más sensible.
Ante este escenario, durante una entrevista para LA GACETA, Soledad Carbajo -del grupo de investigación en citricultura del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) Famaillá- brindó detalles sobre la enfermedad y recomendaciones para detectarla a tiempo y, de esa manera, evitar pérdidas.
- ¿Cómo se produce la “mancha negra” de los cítricos?
- El patógeno desarrolla dos estructuras infectivas: las ascosporas y los conidios. Ambas fuentes de inóculo causan infección y tienen importancia en la epidemiología de la enfermedad. Las ascosporas se desarrollan sobre las hojas caídas y, cuando se dan las condiciones adecuadas de temperatura y de humedad, maduran y son expulsadas hacia las corrientes de aire para ingresar a tejidos susceptibles (frutos desde cuaje hasta 4 cm a 5 cm de diámetro, brotes y hojas). Una vez en contacto con el tejido vegetal, ingresa y queda latente (sin síntomas) durante un largo período, hasta que pueden observarse los daños cerca de la cosecha o luego de esta.
- ¿Y en el caso de los conidios?
- Estos se forman en el centro de las lesiones de los síntomas en los frutos y las hojas. También, pueden desarrollarse en la hojarasca y en ramas secas. Esta fuente de inóculo necesita agua para dispersarse y alcanzar los tejidos susceptibles. Están recubiertos de una capa mucilaginosa y son más pesados, por lo que su dispersión se da hacia tejidos más próximos dentro de la planta. Las ramas también constituyen un reservorio del patógeno, incluso las viejas y secas. El hongo puede permanecer latente en ramas maduras y continuar viable luego de desprendidas por largos períodos de tiempo. En este sentido, es necesario determinar si dejar los restos de poda influye en un incremento de la enfermedad. Del mismo modo, las hojas son fuentes de inóculo, donde el hongo puede permanecer latente durante todo el ciclo o bien manifestarse con síntomas de mancha típica. Estas hojas luego caen al suelo y dan lugar a la formación de ascosporas o conidios.
- ¿Cómo se contagian los lotes?
- Las ascosporas son responsables de dispersar la enfermedad a lotes vecinos, a raíz de su anatomía: son pequeñas, aladas y livianas, y pueden ser transportadas por el viento a grandes distancias. Esta etapa es dependiente de las condiciones climáticas, por lo tanto, es muy variable de un año a otro, y entre diferentes localidades.
¿Las condiciones climáticas favorecen su aparición o desarrollo?
- En el caso particular del NOA, los inviernos y primaveras secas acentúan la caída de hojas, especialmente en plantaciones viejas o debilitadas, donde luego se desarrollan las fuentes de inóculo. Las condiciones propicias para la liberación de las ascosporas ocurren en especial de octubre a enero; coincide con el período de cuaje, desarrollo y crecimiento del fruto.
- ¿Cómo se puede lograr controlar la enfermedad?
- Pese a numerosos esfuerzos, muchas veces no se logran niveles satisfactorios de control, y la enfermedad se manifiesta en lotes donde está presente el hongo. En esas situaciones debemos plantearnos cuáles son las condiciones adecuadas para que se produzca la enfermedad y dónde está alojado el hongo. Responder estas preguntas será fundamental para comprender el sistema cítricos-“mancha negra”. El conocimiento de la biología de una enfermedad nos permite establecer las medidas más apropiadas para su manejo y control. Además, resulta clave monitorear permanentemente la presencia del hongo en los lotes, ya que es más fácil su manejo cuanto antes es detectado, evitando también el incremento del inóculo año a año.
- ¿Cuáles son los aspectos epidemiológicos clave de la “mancha negra”?
- Podríamos resumirlos en tres: largo período de caída de hojas y de liberación de ascosporas; fuente de inóculo y tejido susceptible permanente, y dificultad en el diagnóstico.
-¿Qué medidas recomendaría para el manejo y control?
- Realizar podas sanitarias, evitar el traslado de ramas o de cualquier material cítrico de un lugar a otro, eliminar frutos que hayan quedado sin cosechar, aplicar productos químicos protegiendo los tejidos susceptibles, monitorear la presencia de la enfermedad en el lote, y mantener la plantación con un adecuado plan de nutrición y de riego.
- ¿Qué desafíos a futuro nos impone la complejidad de esta enfermedad?
- Tanto para el sector productivo como para los diferentes organismos de investigación, el desafío es integrar estas prácticas y desarrollar nuevas estrategias de control, a fin de mantener la enfermedad en niveles bajos y de evitar su dispersión hacia lotes donde está ausente. Así se podrán garantizar los programas de exportación a mercados con restricciones sanitarias a la “mancha negra”. Es importante recordar que, una vez establecida la enfermedad en una quinta, la erradicación del hongo se considera imposible.