Emmanuel Lucenti ahora puede pensar con más tranquilidad porque abandonó la condición de varado. Lo mismo su familia, formada por Agostina, su pareja, y Camilo, su hijo de un año. El primer papel que les tocó en esta crisis sanitaria fue ese: el de estar lejos de casa en el momento en que la covid-19 fue declarada por la Organización Mundial de la Salud como una pandemia. Tuvieron que quedarse en Tiflis, la capital de Georgia, y si no aparecía un empresario que dio una mano, todavía seguirían en el país que está en el límite entre Europa y Asia.
“Fue un regreso muy complicado, pero gracias a Ricardo que nos ayudó pudimos volver”, le contó el yudoca a LG Deportiva. Ricardo Fernández Núñez es el hombre que ayudó a los Lucenti –incluidas su madre y una hermana- para ser repatriados, otro de los términos que tan en uso puso la pandemia. Lucenti ahora ya desempeña el rol que también tiene gran parte de la humanidad: está entre los que se adaptan, cambian y se replantean todo.
“Hay cosas positivas y negativas. Lo positivo es mucho más. Lo negativo fue cómo me dieron la espalda las instituciones. También hay gente que podría haberme dado una mano y no lo hizo, pero soy un agradecido lo mismo”, fue firme en sus palabras. Lucenti intentó comunicarse con organismos gubernamentales, pero no obtuvo respuestas más que de Fernández Núñez, que conoció su caso a través de los medios de comunicación.
En lo personal, lo que vivió fue un poco más dramático que en lo deportivo, aspecto al que ahora, felizmente, puede destinarle mucha más concentración. “Este tiempo es súper positivo para poder seguir recuperándome de la espalda porque los dolores siguen y no es fácil. Vaya o no a los Juegos Olímpicos, pude detenerme a pensar y hacer una autocrítica. Aprendí un montón y me siento con mucha más energía y mucho más maduro para volver a la colchoneta”, anticipó sus sensaciones el tres veces representante olímpico argentino.
Lucenti se radicará en Santiago del Estero. Familiares, amigos y una ciudad a la que él considera tranquila fueron los puntos que convencieron a su pareja y a él. “Queríamos probar un aire nuevo, acá tengo muchas cosas a favor y es un lugar más tranquilo. A mí me gusta la tranquilidad y una de las cosas que me gusta de Santiago es que la gente es muy amable y atenta. Si bien en Tucumán siempre me trataron súper, súper bien. Acá la gente es como que está ‘un cambio menos’ y eso me gusta”, reconoció el deportista de 35 años. En tierras santiagueñas está su amigo José Peralta, con el que compartió varias competencias. “Es uno de mis mejores amigos y director del Fénix Yudo Club. Él me permite sumarme a ellos y coordinar cosas. Podemos hacer una buena dupla y yo también puedo sumarle al hermoso grupo que tiene”, anheló. Y agregó con respecto a la elección del nuevo lugar para vivir: “analizamos también el bienestar de nuestro hijo para que crezca en un lugar donde tenga buena educación y las cosas estén seguras. Eso nos preocupa de Tucumán; poner en peligro la vida de mi mujer o de mi hijo por una cartera o teléfono es muy difícil para mí”, explicó Lucenti.
De pasar a planear el complicado viaje de regreso en plena pandemia, Lucenti planifica ahora cómo seguir su carrera y su vida, siempre ligada al tatami. “Tengo un plan A y un B. El primero es competir en el Panamericano del 20 de noviembre, en Canadá. Las cargas de trabajo están orientadas a eso. El plan B, calculo que no va a pasar mucho tiempo más para que digan si el calendario sigue este año, cosa que no creo. En ese caso aumentaría la carga y trataría de tener el mayor volumen posible para competir el año que viene”, dio las especificaciones de los trabajos que tiene planeado hacer en la medida en que la pandemia se vaya flexibilizando. “Lo mío no va detrás de Tokio. Hoy me levanto y elijo seguir siendo deportista. Lógicamente unos Juegos Olímpicos tienen todo de especial, pero vaya o no -remarcó- elijo seguir siendo un deportista de alto rendimiento”.