“La ética de la cuarentena debería reposar en la solidaridad, en la necesidad del cuidado mutuo y colectivo. La solidaridad consiste en ese sentimiento de apertura frente al sufrimiento de los demás, frente al sufrimiento colectivo, especialmente frente al sufrimiento de aquellos grupos más vulnerados; y en épocas de pandemia no es ‘la mejor opción’; es ‘la única opción’”.

Así, contundente, describió la situación argentina Ignacio Maglio, presidente del Comité de Bioética de la Fundación Huésped y miembro del recientemente creado comité asesor en cuestiones bioéticas del Ministerio de Salud de la Nación. Y con la misma contundencia aseguró también a Télam que la protección de la comunidad está por encima de algunas de las libertades individuales.

“Estos principios nos permiten pensar en una construcción colectiva, en ayudar al que más lo necesite y en la solidaridad en cuarentena; eso se plasma en el convencimiento de que esa cooperación social es necesaria”, destacó Maglio, que también es jefe del departamento de Riesgo Médico Legal del Hospital Muñiz.

“La bioética aporta principios que puedan fundamentar la salud pública y orientar las estrategias sanitarias, que son, además de la solidaridad, el respeto por la dignidad personal, la justicia y la equidad -agregó-. Estos últimos principios nos permiten también establecer criterios éticos en la asignación de recursos escasos, uno de los temas más trágicos”.

El comité

“Nuestra función, como comité, es aportar reflexiones, desde el punto de vista ético, para otorgar fundamentos a las estrategias y a las políticas sanitarias que se tomen en el contexto de la pandemia, y se va a prolongar el tiempo que dure la pandemia”, informó Maglio.

Se trata de un nuevo órgano, bautizado como “Comité de Ética y Derechos Humanos en Pandemia Covid-19” (Cedhcovid19), que asesora a las autoridades para mitigar las consecuencias de covid-19, muy especialmente durante los momentos más sensibles de la pandemia, creado por resolución firmada por el ministro de Salud de la Nación, Ginés González García.

El aislamiento

La cuarentena -lo sabemos- planteó una serie de cuestionamientos sobre la libertad, la privacidad y los derechos individuales, y Maglio fue también contundente en este caso. “El aislamiento supone una ponderación ética, y me gustaría que tuviera más adhesión social por convicción que por la amenaza de la sanción penal”, precisó.

“La bioética debería estar atenta a los grupos más vulnerados -agregó- que serían, básicamente, los niños y los adolescentes; los pobres, y los adultos mayores; y, por supuesto, las personas con discapacidad”.

Cambio de paradigma

“Una de las cosas positivas que nos puede dejar la pandemia es la posibilidad de reflexionar y de repensar nuestro sistema de salud”, agregó

“Nosotros estamos acostumbrados a tener un sistema de salud centrado en el paciente, y esta pandemia, de alguna forma, nos sirve para transmutar a una suerte de nuevo pensamiento colectivo, de una atención pensada o centrada en la comunidad. Y esto nos vuelve a llevar a entender que la solidaridad es el único camino”, dijo.

“Esto tiene que crear una convicción profunda, en cada uno de nosotros, respecto de que nadie se salva solo, que es necesaria la otredad -resumió-; y cuando pienso en el otro también estoy pensando en mí”.