Disfrazado de astróloga o de mago, Catto Emmerich le pone humor a la cuarentena a través del facebook de Papalú Toons, la flamante versión digital de la revista creada por el historietista Sejo Delgado. Para poder interpretar a Venus, “la astróloga del pueblo”, el actor debe someterse a una sesión de maquillaje y sufre por tener que afeitarse. “Odio afeitarme. Es una cosa con la que renegué toda mi vida en el teatro y en la televisión. Me encantaría usar barba, pero muy pocas veces pude hacerlo. Elegí una profesión equivocada. Tendría que haber sido vikingo”, bromeó. Las restricciones impuestas por la pandemia lo sorprendieron mientras ensayaba la obra “Entre trenes”, de Carlos Alsina.
Humor gráfico: el nuevo formato digital de una revistaEl actor explicó que se trata de una obra en cuatro actos para un mimo, que narra las cuatro etapas de la vida humana: niñez, adolescencia, adultez y vejez. “Empecé a ensayar de nuevo hace varias semanas, a la espera del momento en que decidan reabrir las salas teatrales -comentó-. Ensayo solo, me filmo con el celular y le mando el video al director, ‘Bigote’ Aguirre, para que me marque algunas cosas. A ‘Bigote’ le decimos ‘el hombre de los subtítulos’, porque hay que subtitularlo para entenderlo cuando habla”. Los demás integrantes del grupo son Daniela Villalba, Ana Hynes y Carolina Bloise.
El exigente despliegue físico que requiere la obra lo obligará a bajar los diez kilos de más que le deparó la cuarentena. “Me encanta cocinar y me copé. Estaba convertido en un chef. Hacía pizzas, matambritos, medialunas... Tuve que decir basta”, contó el actor, que intenta atenuar los sinsabores de la pandemia. “Se me cortó el teatro, los eventos, muchas cosas -enumeró-. A la vez surgió lo de Papalú, que está genial. Bueno, ¡a reinventarse!”
Nacido en Mendoza pero “nacionalizado tucumano” -según dice- Emmerich está alejado por ahora de la radio, donde hacía un programa matutino por HeyFM (93.1). Decidió dejarlo tras ocho años porque -confesó- lo obligaba a madrugar demasiado. “Empezaba a las 9, pero yo a las 7 estaba en la radio. Siempre tuve la disciplina de llegar dos horas antes para estar bien preparado, lo mismo en televisión y en teatro -remarcó-. Esa gente que llega diez minutos antes, a mí me pone muy nervioso. Aquí en Tucumán tenemos un problema muy grave con la puntualidad”.
- ¿Cómo nació el personaje del mago?
- A Shonatan, “el peor mago del mundo”, lo amo porque con él me saco las ganas de decir: “soy inútil pero lo hago con estilo”. Yo lo había interpretado en un unipersonal, hace más de diez años, antes de irme a Buenos Aires a trabajar con Juan Alberto Badía. Lo usaba como separador entre un gag y otro. El unipersonal se titulaba “Tumor”. Tenía un poquito de humor negro. Recuerdo que había un segmento titulado “Noticias del Paraíso”, que era un noticiero de la Biblia, tomado del Antiguo Testamento, y que me valió los retos de una tía católica.
- ¿Y la astróloga Venus?
- La adivina surgió como producto de bromas que hacíamos con mi amigo Sejo Delgado. Yo soy un descreído de los “manochantas y curranderos”. No puedo creer que una persona que nace en la Argentina un 10 de abril de 1971 a las ocho de la mañana, como nací yo, tenga la misma vida que uno que nació el mismo día a la misma hora, en Suecia. No me jodan. Te puedo asegurar que el que tiene 49 en Suecia está un poco mejor que yo ¿eh? No tengo pruebas pero tampoco tengo dudas. Un día veíamos con Sejo los horóscopos que hacían por televisión los adivinos, el año pasado, para 2020. Pronosticaban un año lleno de viajes, de placer, de crecimiento para la humanidad... Nos reíamos mucho. Así decidimos hacer un personaje que sea una chanta total y que haga entrevistas a gente conocida de Tucumán.
- Hace poco publicaste que estabas emocionado por haber terminado el secundario.
- Me faltaban dos años, que los hice en uno. Había abandonado porque tuve que trabajar desde los 16 años. Era mimo callejero y lavacopas en un bar de la terminal de Mendoza. He sido lustrín, cosechador, limpiavidrieras, vendedor de seguros... hice de todo. Pero aunque dejé de ir al colegio, nunca dejé de estudiar. Me debía la satisfacción de obtener el título.