Muchos animales permanecen inmóviles o se hacen los muertos después de ser atacados por un depredador, con la esperanza de que se rinda y se busque otra presa. Un equipo de científicos de la Universidad de Bristol, Reino Unido, estudió este fenómeno en hormigas, consideradas como uno de los depredadores más feroces del reino de los insectos.

Sus hallazgos, que aparecieron esta semana en la revista Proceedings of the Royal Society B, sugieren que estudiar la duración de tal inmovilidad puede proporcionar una nueva comprensión de las relaciones depredador-presa.

El profesor Nigel Franks, de la Facultad de Ciencias Biológicas y director de la investigación, señala: “muchos animales se hacen los muertos en situaciones de peligro extremo, desde zarigüeyas y ciertas aves hasta cochinillas”.

“Incluso los humanos pueden hacerse los muertos in extremis -añade-. Sin embargo, hasta donde sabemos, nadie antes que nosotros nos ha preguntado cuánto tiempo debería una posible víctima hacerse la muerta”.

Impredecibles

El equipo de Bristol ha descubierto que hacerse el muerto en larvas de antlion (o mirmeleóntidos, una especie parecida a una libélula) es muy estratégico: permanecer inmóvil durante períodos completamente impredecibles, de modo que un depredador no puede saber cuánto tiempo permanecerá inactiva su potencial presa.

“Esta es una estrategia que debería poner a prueba la paciencia de un posible depredador y probablemente ha salvado a innumerables mirmeleóntidos de su destino”, añade el profesor Franks. “Nuestro trabajo muestra un nuevo camino hacia adelante para los estudios de evasión de depredadores: a saber, la importancia de los enfoques cuantitativos y analíticos que se centran en cómo los actos de comportamiento pueden cronometrarse estratégicamente”, afirma.