Las lágrimas terminaron de cubrir las mejillas de Milagros Amaya al mismo tiempo que escuchaba el final de la lectura de la sentencia. El acusado de matar a su pequeño hijo era condenado por el Tribunal a prisión perpetua. La mujer, sin embargo, ya estaba segura de que Claudio “Cococho” Argañaraz había sido el culpable del crimen de Benjamín, ocurrido en agosto de 2019 en El Colmenar.
“En un primer momento no creíamos que podía ser el asesino. Hoy, sí. Me convencí de que era el responsable cuando le preguntaron si quería hablar (por las últimas palabras antes del fallo) y respondió que no. Se negó hablar hasta el último día del juicio. Le dieron perpetua, pero los familiares podrán verlo en la cárcel. En cambio, yo visitaré a mi hijo en el cementerio; no lo veré más”, expresó la joven madre.
La Sala II, integrada por Gustavo Romagnoli (presidente), Luis Morales Lezica y Eduardo Romero Lascano, confirmó la máxima pena ayer para el imputado, al considerarlo autor de homicidio agravado por alevosía. La decisión fue unánime y se dispuso además que el joven, de 38 años, continúe cumpliendo la prisión preventiva.
“Estamos satisfechos con la sentencia. Esperaremos los fundamentos para conocer la interpretación que hizo el Tribunal. Aunque desde el inicio del juicio estábamos convencidos de la culpabilidad de Argañaraz. La familia lo único que quería era verdad y justicia, y no una pena por sí misma. Quedó clara la alevosía (el agravante): el imputado aprovechó el vínculo para llevarlo engañado y la indefensión del menor”, enfatizó César Barrionuevo, abogado de la familia de la víctima y de la Fundación María de los Ángeles.
“Se trata de un hecho lamentable, doloroso y aberrante, en ese sentido la condena es un acto de justicia. Tanto los trabajos periciales técnicos como los testimonios permitieron conformar un cuadro probatorio para demostrar que esta persona fue quien llevó a cabo el hecho y lograr una condena de esta naturaleza”, señaló Daniel Marranzino, fiscal de Cámara. “Los elementos de prueba estaban presentes y en eso basamos el pedido de perpetua. Argañaraz comprendía la criminalidad de sus actos y es penalmente responsable, como lo confirman los informes médicos”, agregó.
En sus alegatos, el funcionario judicial y la querella plantearon que Argañaraz había aprovechado su relación de parentesco e indefensión del menor para cometer el delito y que el móvil habría sido los sentimientos hacia Milagros. “Benjamín era arisco y no se dejaba abrazar ni besar”, dijeron, con base a las declaraciones de familiares durante las audiencias. Resaltaron asimismo que el “Cococho” había enviado audios amenazando a un conocido de la joven.
Pablo Cisneros, abogado del condenado, cuestionó la investigación preliminar y las declaraciones de María Alderetes, quien hasta antes del juicio oral había sido calificada como testigo de identidad reservada. “Ella ha sido un ángel enviado por Dios, si no hubiese quedado todo impune. Nunca dudé de ella”, enfatizó Milagros, con relación a la testigo. Esta mujer había reconocido al acusado, tras cruzarlo en el puente donde luego fue hallado ahorcado el niño luego. “Se hizo justicia; ahora Benjamín podrá descansar en paz”, acotó Griselda Amaya, la abuela del pequeño de cuatro años.