A pesar que durante los tres años y medio que estuvo en el club, Atlético no consiguió el ansiado ascenso a Primera, el paso de Diego Armando Barrado por el “Decano” dejó una huella. Una huella que que se reconoce fácilmente por su capacidad técnica y por la humildad que mostró dentro y fuera de los campos de juego.
A los 39 años, este volante creativo que nació un 27 de febrero, en Bragado y que hoy está radicado en Navarro (ambos en provincia de Buenos Aires), trabaja en la empresa de un amigo que exporta miel y analiza detenidamente su futuro futbolístico. Justamente volviendo de su nuevo trabajo a casa, donde vive junto a su esposa Nadia y sus hijos Agostina (13 años), Jazmín (10) y Julián (9), mantuvo una charla telefónica con LG Deportiva para comentar las vivencias que le dejó su pasó por la entidad de 25 de Mayo y Chile y también contó de su actualidad.
- Hasta la cuarentena ¿cómo era tu vida deportiva?
- En 2018 me desvinculé de Juventud Unida de Gualeguachú y me vine a vivir a Navarro, donde mi mujer tiene su familia. Mi idea prioritaria era empezar a despedirme del fútbol y sobre todo cuando empecé a trabajar en la empresa de mi amigo, me hablaron de un club que se llamaba EFIM y que militaba en la Liga de Lobos, entonces me convencieron para seguir jugando. Es todo amateur y juego por el amor que tengo por el fútbol pero fue bastante lindo hasta que llegó la pandemia
- ¿Cómo imaginás tu retiro?
- Podría ser uno de los futbolistas a los que la pandemia lo obligue a colgar los botines. Como la mayoría, ahora no estamos entrenando y eso me hace pensar seriamente en eso. Si la vida lo quiso así, lo voy a aceptar, porque soy un agradecido por todo lo que me dio el fútbol dentro y fuera de un campo de juego.
- ¿Cómo llegás a Atlético?
- En diciembre de 2010, fui a Tucumán con un grupo de amigos para estar en el casamiento de Lucas Ischuk. Allí surgió la posibilidad de ir a jugar a Atlético. Yo en esos momentos estaba en River y en un primer momento vine sólo por tres meses (a comienzos de 2011) para jugar la segunda parte de esa temporada. Me fue y me sentí tan bien que me terminé quedando tres años más.
- ¿Qué significó Atlético en tu vida futbolística?
- Fue una experiencia muy linda, porque me encontré con una ciudad que no conocía y a la cual había llegado antes sólo para jugar contra los equipos tucumanos. Tuve la suerte de que, desde que llegué, recibí el cariño de la gente, que también lo recibió mi familia. Comprobé cómo se vive el fútbol allí, sobre todo los hinchas de Atlético y de San Martín. Pero si hay algo que me hizo sentir bien fue que tuve el cariño de los hinchas “decanos” y el respeto de los de San Martín. No pude salir campeón, pero eso no cambió el respeto que recibí siempre.
- ¿Qué es lo mejor que te pasó en esos 42 meses que viviste en Tucumán?
- El cariño de la gente, primero. Después, es un provincia que voy a recordar siempre porque allí nació Julián, el más chico de mis hijos y eso me llena de orgullo.
- ¿Y en lo futbolístico?
- Lo que más recuerdo son los partidos contra San Martín. Uno por la Copa Argentina. Lo eliminamos en cancha nuestra en 2013, fue uno de los recuerdos más emocionantes que viví en el fútbol. El otro que recuerdo fue el del gol de Gastón Stang, también en nuestra cancha.
- ¿Y una tristeza?
- No poder ascender. En el primer torneo (2010/11) estuvimos cerca, pero nos caímos en la segunda parte.
- ¿Qué sensación te deja la actualidad de Atlético?
- Una alegría enorme porque hoy ocupa el lugar que se merece, no sólo en el orden nacional, sino que ya empezó a codearse con autoridad con los mejores equipos del continente. Cada vez que juega, me preparo frente al televisor para vivir el partido como un hincha más. Hoy disfruto que al equipo en el que estuve le vaya tan bien.