Gabriela Palazzo

Profesora de Introducción a los Estudios Literarios - Facultad de Filosofía y Letras - UNT

Leer la saga de “El cementerio de los libros olvidados”, de Carlos Ruiz Zafón, es una experiencia maravillosa de encantamiento, atracción y fruición, experiencia como sólo la literatura en manos de un maestro puede regalar. Puso a rodar, en medio del siglo XXI, una obra clásica, popular y universal, escrita para perdurar.

Adiós a Carlos Ruiz Zafón: el autor que se negó a llevar sus libros al cine

Todo comienza con un libro que llega a las manos de un niño y abre el portal a una matriz poderosa de intriga, amor, muerte y venganza en una Barcelona misteriosa de posguerra, novelescamente irresistible. Nos lleva a un mundo posible, construido con precisión e inteligencia; a un universo de personajes, lugares y diálogos vívidos, que nos lleva y nos trae en el tiempo con ritmo narrativo impecable, convocando las emociones más sublimes y terrenales. Son de esos libros que no se pueden soltar; que se leen en cualquiera y en todas partes; que nos esperan cada noche en la mesa de luz con una promesa infalible.

A la altura de los y de las grandes, Ruiz Zafón se fue demasiado pronto, dejando mucho contado y tanto por contar. Se fue, seguramente, sabiendo que había sellado el pacto entre su obra y sus lectores: “escribo para personas a las que les gusta leer. No escribo para un tipo de lector específico, no intento reforzar el prejuicio que pueda tener un lector. Escribo para los que disfrutan la textura del lenguaje, para aquellos que están dispuestos a perderse en una atmósfera particular y conocer a los personajes como si fueran seres reales. Esos son mis lectores”.