Por Honoria Zelaya de Nader

PARA LA GACETA - TUCUMÁN

No en vano, el tema de la memoria colectiva constituye en los últimos años uno de los tópicos más discutidos en el amplio campo de las ciencias sociales y en consecuencia mucho es lo que se ha escrito sobre la tensión existente entre memoria e historia, entre memoria colectiva e individual, entre la tiesura que enmarca el olvido y la rememoración. En síntesis, entre identidad cultural y memoria. Marc Augé, en Las formas del olvido, señala que la desmemoria no es una expresión antagónica del recuerdo, sino por el contrario es uno de sus componentes, ya que recordar u olvidar es hacer una labor de jardinero, seleccionar, podar…o replantar.

Frente a tal escenario y centrada en las voces orales y escrita de los vates tucumanos, empezamos la labor de jardinero y cosechamos, que la memoria intersubjetiva de los creadores tucumanos al perfilar al general Manuel Belgrano no sólo se centra en el creador de la bandera sino que es convocado desde diversas facetas, invalidando extravíos de la memoria que anulan núcleos culturales desde la facultad de simbolizar.

Capacidad de simbolizar

En la Literatura Infantil juvenil de Tucumán su señera figura se yergue desde diversos perfiles. Y si bien, prima como centro de interés, el triunfo de Belgrano en la Batalla del 24 de septiembre de 1812 y unido a este la intercesión milagrosa de la Virgen de La Merced, no omite el heroísmo y la entrega del pueblo tucumano, ni el del pueblo jujeño, ni la formación universitaria de Manuel, ni su amor por la infancia testimoniada por Alberdi en sus Memorias (al evocar a Belgrano, jugando con él, a los soldaditos de plomo, cuando el ilustre tucumano apenas contaba tres añitos),.ni su credo ferviente en la educación, entre muchos otras legitimaciones relevantes, surgidas de la voz del pueblo mediante expresiones que enmarcan cercanía, admiración y variado perfil.

Se hace presente en romances, letras de zambas, himnos, odas, novelas, coplas, memorias autobiográficas, vidalas o proyecciones histórico filosóficas, como el cuento Yo, Manuel Belgrano, de Fabián Soberón; en Hijos Míos de Silvina Firpo; en la oración de Belgrano A la Santísima Virgen de La Merced, de Mónica Cazón; en el protagonismo de la mujer en los campos de batalla en la novela La Juana Azurduy, de Abel Novillo; en Bernabé Aráoz. El Tucumano de la Independencia, de José María Posse; en las composiciones de Alonso de la Bárcena; en la Vidala de Héctor Roble Terán; en los poemas Un Nombre, de Estela Porta; y en el de Mirta Sema, quien líricamente lo perfila como ajada de ciudades ocultas en el polvo; en el rotundo e indiscutible enunciado de Santiago Rex consignado en la contratapa de su libro Batalla de Tucumán; en la narración Días de Novela. Vísperas, Días y Ecos de la Batalla de Tucumán de Luis H. Yanicelli, quien nos acerca al Belgrano hombre;,y al escenario social de la gesta, en las Odas de Adolfo César Marcello; en el Romancero Triunfal de Horacio Daniel Gallo; en la ternura que emana de los poemas para niños de Cristina Kresczman y de Alejandra Burzac; en los cuentos históricos para la infancia ¿Qué pasa, Manuel? de H. Z. Nader y Luciano Jorrat; en los textos escolares Aconquija (para cuarto grado) de Gustavo Bravo Figueroa; en “Para el alma del niño”, de Guillermina Jiménez de Caso; en Los Bigotes de la Hiedra (Canta Cuentos) de María Elvira Juárez y Rodríguez del Busto.

Mediante las palabras atravesamos el bosque del gato de Cheshire y mediante la Literatura Infantil Juvenil de Tucumán, tanto en las composiciones nacidas hace dos siglos como en las germinadas en los días que corren, podemos afirmar que el General Manuel Belgrano se yergue en ellas no sólo como el creador de la bandera sino como el hombre para quien la Patria no era sólo una insignia celeste y blanca.

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Honoria Zelaya de Nader - Doctora en Letras. Miembro de la Academia Argentina de Literatura Infantil Juvenil.