Como ya lo hizo en otros momentos críticos (2002, 2008 y 2013), la Iglesia de Tucumán convocó al diálogo a los distintos sectores de la sociedad. El objetivo: buscar las mejores salidas a la cuarentena, en una situación de postguerra. Reunir la mayor cantidad posible de datos y propuestas para colaborar e incidir en las políticas públicas y llevar adelantos proyectos creativos y de concreción inmediata.
La idea se empezó a ni bien el arzobispo, monseñor Carlos Sánchez, empezó a sorprenderse por el aluvión de gestos de solidaridad de los tucumanos, sumado a la ayuda social del Gobierno. “He convocado a una mesa de diálogo con los actores de nuestra sociedad civil, para conversar los problemas e inquietudes y descubrir juntos, posibles soluciones que nos conduzcan a aportar de manera eficaz, al bien común”, explica en un comunicado.
La primera conclusión de las dos reuniones que se realizaron fue diseñar un mapeo de las numerosas iniciativas solidarias que hay en Tucumán y ver las necesidades reales, a fin de redireccionar con equidad y eficacia las ayudas. Otro objetivo es “lograr que el Estado, con sus tres poderes, reconozca el valor de los proyectos viables y convierta en políticas públicas aquellos que lo requieran”. En suma: “pensar e impulsar a mediano y largo plazo el crecimiento de Tucumán”. Si da buenos resultados se aspira a que la Mesa de Diálogo continúe más allá de la emergencia.
Para envidia de cualquier político, los representantes convocados aceptaron en el acto la invitación del arzobispo. Por separado se informa las distintas instituciones que participan en la mesa, que van desde organizaciones solidarias, pasando por las sindicales, industriales, rurales y comerciales hasta las académicas. El gobierno, por ahora, no la integra.
En la primera reunión, el 27 de abril, por Zoom, el arzobispo les dio la bienvenida a los participantes. “Todos nos sentimos responsable por lo que pasa con esta pandemia. Los invito a ser pacientes, comprensivos y aportar al bien común”, les propuso. Les recordó: “este es el momento de la creatividad, de cambiar las pautas preestablecidas, de proponer un orden más humano y solidario para privilegiar los valores de la vida y la salud, del trabajo y el compromiso, de la justicia y la paz. Se necesitan nuevas ideas, un nuevo paradigma”.
Los invitó a todos a “ponerse la camiseta de corresponsabilidad como tucumanos”. “Cuidar y proteger nuestro sector es también cuidar y proteger nuestra provincia”, les dijo. Los animó a “no dejarnos enfriar el corazón por esta situación y a seguir caminando en la esperanza”.
La coordinación de la charla estaba a cargo de Luis Assaf. Luego Graciela Salazar, en rol de facilitadora, explicó con un Power Point los alcances de la convocatoria. Propuso superar la tentación de hacer una “mesa ingenua” y dejó en claro que la calidad del diálogo tiene que ver con aprender a debatir ideas y no personas y con tomar decisiones en base a propuestas y a datos. Después todos hablaron sobre lo que les preocupa.
Los representantes de la FET se mostraron inquietos por la asistencia crediticia del país, y señalaron que es el momento oportuno para rever variables económicas profundas. “Hay que buscar créditos adecuados para cada sector”, señalaron.
Jorge Rocchia Ferro (UIT) dijo que “el problema económico impacta en los bancos, los talleres de baja escala, el consumo y en la credibilidad”. Patricia Manso (Feput) planteó la parálisis de los consultorios y laboratorios y de las profesiones liberales.
Los directivos de las universidades pusieron a disposición sus recursos y plantearon la necesidad de un nuevo modelo educativo a partir de la pandemia. La pantalla se apagó dejando tarea por sectores: diseñar protocolos de bioseguridad y proyectos superadores para esta crisis que nos tiene a todos en la misma barca, como dijo el papa Francisco y lo recordó monseñor Carlos.