La lenta y relativa mejoría de la situación pandémica en los países de las grandes ligas de Europa insinúa condiciones más favorables para el retorno de algunas actividades. Entre estas, el fútbol, que debido a su popularidad alrededor del globo mantiene ansiosos a millones de fanáticos.
Sin embargo, a raíz de la complejidad específica de todo lo que gira en torno de la disciplina, no sería de las que más en lo inmediato volverían a la normalidad. De hecho, la prosecución de la temporada en Alemania, en Inglaterra, en Italia y en España se encuentra en serio riesgo.
En ese sentido, esta semana resultará decisiva para que se convengan protocolos viables para regularizar los entrenamientos y la competencia oficial -que se descuenta que, al menos por un tiempo se realizará sin público-, o para que los Gobiernos apliquen un criterio restrictivo, por razones de emergencia sanitaria.
Desde esta última perspectiva, sería cortada de raíz la aspiración de que las competencias se reanuden hacia la segunda semana del mes que viene. Salvo en Alemania, donde la pretensión es sensiblemente más ambiciosa.
Más allá de las características singulares de cada país, sus federaciones comparten la voluntad de tomar distancia de lo que ya habían decidido en Bélgica, en los Países Bajos y en Francia, en orden cronológico.
La Jupiler League de Bélgica fue dada por terminada con la coronación del Brujas -falta aún la venia formal de la Unión de Asociaciones Europeas de Fútbol (UEFA)-; la Eredivisie neerlandesa fue cancelada, con el casillero de campeón vacante, y en la Ligue 1 de Francia, el título resultó adjudicado a Paris Saint-Germain, que llevaba 12 puntos de ventaja al Olympique de Marsella.
En Alemania, cuyo campeonato es liderado por Bayern Münich, cada equipo dispone de un agente sanitario; y en el mejor de los casos se prevé que antes y después de los partidos se le haga un test a cada jugador, a la vez que se cumpla constantemente con una estricta normativa de higiene.
De todas maneras, la palabra definitiva la tendrá la canciller, Angela Merkel, cuya eventual autorización podría hacer que la Bundesliga vuelva a jugarse incluso durante este mes.
Por el contrario, la Premier League sufre un escenario de mayor complejidad. El Gobierno inglés ve con ojos menos optimistas la propuesta formulada por los dirigentes, de que los partidos se jueguen a puertas cerradas y con un máximo de 400 personas en el estadio -incluidos los periodistas, obligados también a hacerse la prueba de la covid-19.
En Inglaterra, cuyo torneo es dominado con holgura por Liverpool, varios planteles empezaron a entrenarse; aunque todos los jugadores llevan tapabocas y utilizan vestuarios separados.
En España se prevé que las 11 fechas pendientes de la liga se jueguen entre el viernes 12 del mes que viene y el domingo 26 de julio, bajo protocolos homologados la semana por el Ministerio de Sanidad.
De tal suerte, el torneo suspendido en marzo cuando era liderado por Barcelona marcha hacia su fase de cierre mediante una secuencia que incluye prácticas individuales desde mañana, y grupales desde el lunes de la semana que viene, y entrenamientos completos desde el martes 26.
En Italia, la Serie A pende de un hilo. Persisten controversias entre la plana mayor del Calcio y el ministro de Deporte, Vincenzo Spadafora, más allá de que el Gobierno haya autorizado desde hoy los entrenamientos individuales al aire libre.
Así planteado el escenario, pulsa una amenaza que por lejos trasciende al fútbol pero que desde luego lo incluye y supone un elemento imposible de ser omitido: el riesgo de una segunda oleada de contagios.
Ante ese panoama no habría que descartar que tras una teleconferencia de notables -Merkel, Boris Johnson (Reino Unido) y Giuseppe Conte (Italia), entre otros- arroje como decisión conjunta que, ante la duda, mejor será que la pelota vuelva a rodar hacia finales de agosto, pero ya en el contexto de la temporada oficial de 2020/2021. (Télam)