Los trabajadores de la salud de todos los países se están ganando el reconocimiento de la población, debido a la titánica que realizan para enfrentar ese enemigo invisible que es el covid-19.
Y nuestra provincia no es una excepción a esta regla, debido al altruismo que muestra todo el personal sanitario a la hora de actuar. Uno de estos trabajadores es el ex jugador de Jorge Newbery, de Ñuñorco y de Atlético, Ricardo Amaya (43 años), que desde cinco años maneja una ambulancia del Sistema Provincial de Salud (Siprosa), por la zona de La Cocha y de Taco Ralo. Cada mañana deja su Aguilares natal para estar junto a sus compañeros, que se están preparando para encarar la parte más complicada de la pandemia.
“Todos los que estamos afectados al sistema de salud estamos viviendo una situación especial. ¡Uy, estresante! Uno diariamente está expuesto a contraer el virus; y sabe que la peor parte de la batalla aún no llegó”, expresó. Durante la entrevista que dio a LG Deportiva reconoció su propia preocupación y la de su familia. “Sabemos que al momento en que se intensifique la pandemia nosotros vamos a ser los más expuestos, porque nos tocará vivir el tema desde muy cerca”, dijo.
Debido a ello, ni bien el Gobierno nacional decretó la cuarentena obligatoria para mermar la expansión del nuevo coronavirus, Amaya, su esposa, Claudia, y sus hijas Julieta, Candela y Catalina tomaron una decisión: “resolvimos dejar nuestra casa en el barrio Universitario y trasladarnos a la de mi suegra, en el barrio 12 de Octubre, porque allí íbamos a estar más cómodos para afrontar el aislamiento”. Y explicó que Catalina tiene dos años y que, en casa de su abuela, podría jugar con una primita de casi su misma edad.
Debido a que es consciente de que cotidianamente está expuesto al virus, Amaya toma todas las precauciones para no exponer a su familia. “Cuando salgo del trabajo voy a bañarme a mi casa en Aguilares, y ahí también lavo toda la ropa de trabajo. Recién luego de hacer todo eso me voy a casa de mi suegra”, contó. No sólo está alerta para evitar contagios entre su esposa e hijas. “Tengo en cuenta que también debo preservar las vidas de mi madre, Margarita, y de mi suegra, Rosa, que son personas que están en situación de mayor riesgo, debido a sus edades”, indicó. Y celebró que hasta ahora no se haya registrado ninguna confirmación de infectados en Aguilares.
Afecto y recelo
Con una satisfacción imposible de disimular, admite que le llega el cariño de la gente hacia aquellos trabajadores que están afectados a combatir la pandemia en el sur de la provincia. “Pero también debo decir que cuando nos ven con el uniforme algunos nos miran con cierto recelo, porque consideran que podemos ser potenciales transmisores del virus. Es algo que por momentos te puede llegar a molestar, pero debemos entender el pánico que siente la gente por estar expuesta a esta terrible enfermedad”, explicó.