Por Rosalba Mirabella - Artista Plástica.-
- ¿Esta cola es para el cajero?- Me pregunta el hombre de barbijo con tono impaciente, y vuelvo de mi ensoñación en forma brusca.
Infinito, un poco menos infinito, multiversos, universos, cúmulos de galaxias, sistema solar, planeta Tierra; acelero el descenso y sigo hasta el departamento donde vivo, ahí está mi familia, el gato, y este preciso día. Hoy tuve que salir para hacer un trámite en la sucursal bancaria de la calle Maipú.
Trato de recordar las semanas pasadas en aislamiento, cómo todo se aceleraba al principio: la muestra del 28 de marzo suspendida, ¡mejor! así podremos pensar de nuevo el montaje. El año lectivo ya había comenzado y estaban subidas al moodle las clases de la especialización; sin pausa llegaban por mail las tareas del colegio de mi hija.
Mientras tanto yo, como tantos otros, intentaba entender qué era esto “en realidad”. La información llegaba por todos lados pero no parecía certera, había que leer cuanta cosa circulaba; el tiempo marcado ahora por números y noticias terribles de otros países. Imposible no escuchar sobre conspiraciones, animales en mercados lejanos, avistajes de ovnis, opiniones de renombrados infectólogos o declaraciones apocalípticas.
Después la situación fue decantando. A pesar del impacto, al menos hasta ahora no he sentido miedo, y supongo que me voy adaptando más o menos rápido; será que la práctica artística nos acostumbra a observar el mundo con cierta distancia.
Tomo de la biblioteca el catálogo amarillento de una muestra del año 97, del artista Enzo Cucci, en el Recoleta (qué lejos queda ahora). Abro y veo un dibujo hermoso y tosco en carbonilla y aguada, “Pensano ad ombra” se llama. Hay un hombrecito sentado en la cima de una montaña, que extiende los brazos al cielo con un libro en las manos. Sobre su cabeza, una mancha oscura gigante derrama unas gotas, apenas, sobre el libro que tiene abierto. Como esperando una respuesta que no llega del todo… Así me veo, y no puedo imaginar cómo será el futuro. Será mejor asumir este día y actuar lo mejor posible, ya que nada bueno va a traer esta pandemia más que amenaza de caos, desconcierto, o mayor desigualdad. Porque a pesar de ella, está claro, tendremos que hacer bastante. ¿Restaurar una especie de sensibilidad?, o quizás: no poder seguir viendo como enemigo al que piensa distinto; y también, erradicar cualquier infierno en vida para otros seres vivos, eso seguro.
- Sí señor, esta es la cola del cajero, la otra es para depósitos- por fin contesto. Y todos los que estamos cerca nos volvemos para mirar a la mujer policía que, desde la puerta, nos va haciendo entrar, de a poco.