La cuarentena genera una alta carga de estrés. La mayoría busca distintas formas de ocupar el tiempo para que el aislamiento social sea más llevadero. Este no es el caso de la familia de Raúl Solórzano, que cuenta con motivos de sobra para divertirse y hacer que la estadía por la pandemia de covid-19 sea más que llevadera.
Amantes de los caballos y en especial de la equitación, Raúl, junto con su esposa Lourdes Cossio y sus hijos Pedro, Lourdes y Benjamín, viajaron en febrero rumbo a los Estados Unidos. Precisamente a Wellington (Florida), a unos 110 kilómetros de Miami, donde aún se encuentran alojados. Llegaron el 10 de febrero y a los pocos días iniciaron las pruebas en el Winter Equestrian Festival, torneo que se realiza durante casi tres meses y en el que compiten jinetes y amazonas de distintas partes del mundo. “El certamen se inicia en enero y culmina a fines de marzo. Debido a la pandemia cancelaron los últimos 14 días, que eran los más importantes para nosotros. En nuestra primera semana de competencias nos fue muy bien y logramos buenos desempeños en pruebas de 1,20 y de 1,25 metro. Todos conseguimos premios. Mi primera cucarda la gané montando a ‘Gama Corrientes’. La segunda semana subimos de categoría y mi hija ‘Lulú’ se clasificó para la fase final, Pedro realizó cuatro faltas en el desempate y yo terminé con cuatro faltas por derribar la primera valla, que a priori es la más fácil. Los caballos llegaban a punto para las dos últimas semanas. Era lo más importantes del Winter Equestrian Festival. Además luego venía la Global Longines de Miami, que era como coronar toda la gira. Ese certamen se realiza sobre la playa y se hace en las principales ciudades del mundo. Es decir que nos perdimos la mejor parte. Esa es la realidad, aunque igualmente fue una experiencia increíble”, contó Raúl en una charla telefónica.
Los caballos “Gama Corrientes”, “Gama René”, “Henry J. Helton” y “Cay Z” fueron los “compañeros” de aventura de la familia Solórzano. La idea original de los tucumanos era regresar el 6 de abril a la Argentina, pero apenas les comunicaron sobre las suspensiones de las competencias decidieron adelantar la vuelta. “Fuimos a cambiar la fechas de los pasajes. Pudimos hacerlo sin problemas, pero cada vez que se acercaba el día del regreso nos modifican las fechas. Nos reprogramaron entre cuatro y cinco veces el viaje, hasta que cerraron las fronteras. Igualmente sabemos que hay argentinos que no la están pasando bien en Miami. Conocemos personas que quedaron varadas entre un aeropuerto y otro”, remarcó Raúl.
“Al mal tiempo, buena cara”, dice un refrán, que refleja perfectamente el pensamiento de los Solórzano, que se encuentran en cuarentena en Wellington.
“Recién el viernes comenzó la cuarentena obligatoria en Florida. Antes había un aislamiento social y responsable. Se habían cerrado los colegios, pero se podían seguir realizando algunas actividades sin aglomeración de gente. Es un lugar con muchas casas quinta, donde se concentran caballos de hipismo, polo y adiestramiento. Le dicen la Ciudad de los Caballos”, reveló. “La verdad es que no la estamos pasando mal. Nunca dejamos de montar. Hace una semana nos cambiamos de casa. Ahora estamos en una que tiene boxes, pista y mucho espacio, por lo que decidimos traer los caballos del club a la casa. Estamos en el paraíso. Creo que por el momento no tenemos que movernos de acá. Somos unos privilegiados, porque estamos todos juntos, en familia, en un lugar tranquilo y haciendo lo que nos gusta”, agregó.
A Solórzano no le preocupa estar en el país con mayor cantidad de contagiados de covid-19, aunque sí se mostró sorprendido por las medidas tardías del gobierno de Donald Trump. “A nosotros nos parecía muy raro. Veíamos con gran asombro las medidas que se tomaban en nuestro país y que acá no se hiciera nada. En un momento hasta nos pareció que era muy extremo lo de Argentina, aunque con el paso del tiempo nos dimos cuenta de que se hizo lo necesario. En Estados Unidos subestimaron la pandemia. Todas las medidas se tomaron muy tarde, cuando se supone que acá estamos en el primer mundo. Las consecuencias están a la vista”, señaló.
“En Estados Unidos hay mucho temor y una crítica muy fuerte porque subestimaron todo. Algo falló. No hay dudas de que tendrían que haber tomado medidas más duras y mucho tiempo antes. Todavía no me entra en la cabeza lo que pasó. Más teniendo en cuenta que estamos en un país que es muy ordenado y donde están avanzados en todo. Nosotros, al estar alojados en una zona de casas quinta, vivimos en una burbuja. Podemos disfrutar al aire libre”, precisó.
En la casa que alquilan los Solórzano en Wellington también están alojados Luciano Benedetto (ahijado de Raúl), “Leo” Leiro (amigo que había quedado varado en Miami) y Fernando González, peón de los caballos. “La cuarentena nos hace ser más solidarios, mucho menos individualistas. Nos enseña a respetar más las normas. Siempre hay que ver el lado positivo de las cosas. Entre todos jugamos un poco a pasar el tiempo. Cada uno cumple un rol. Distribuimos las tareas, porque además de montar los caballos tenemos que cocinar, hacer las compras, limpiar la casa y ordenar todo”, comentó.
Por un momento, Raúl dejó de lado el tema del covid-19 y se metió de lleno en lo estrictamente deportivo. “A pesar de que no pudimos competir todo lo que queríamos, el balance es sumamente positivo. Es algo único y aprendimos muchas cosas nuevas. La clave está en recorrer bien la pista antes de la competencia, para ver todas las trampas que tiene el recorrido en cuanto a las distancias, que son modificadas constantemente. No es como en Argentina, donde tenés distancias tradicionales entre obstáculo y obstáculo, que es de 7,50 metros. Acá varían entre 7,30 y 8,20 metros. Y eso cambia mucho a la hora de saltar. El caballo tiene que ser mucho más ágil. Además los palos de las vallas son muy livianos. Apenas los rozás, ya caen. El principal rival no es la altura, sino las distancias modificadas. Las alturas de las vallas no cambian tanto. Juan Manuel Bolaños, un salvadoreño radicado en Estados Unidos, fue nuestro entrenador hasta que estuvimos en el club. Es un jinete profesional. Con él hicimos un contrato para que los cuatro caballos se queden en este país hasta el otro año. La idea es que sigan creciendo y puedan mostrar todo su potencial para cuando nosotros regresemos”, expresó.
Está claro que pese a los inconvenientes, la familia Solórzano ya tiene puesta la mira en la gira de 2021 por los Estados Unidos. Puro optimismo. “No tengo dudas de que vamos a salir adelante de este virus que está golpeando a todo el mundo”, enfatizó.