María Pachilla dice que siente angustia por el coronavirus y por la cuarentena dictada por la Nación. Con la ansiedad apretando por dentro, ella y todas las cocineras del Comedor Infantil Lazo de Comunidad -en Olleros y Colón- juntan fuerzas y van a cocinar de lunes a viernes unas 320 porciones para cada mediodía.

“La situación está difícil; trabajamos con viandas para evitar la aglomeración de gente; le pedimos a todos que cumplan con las medidas del Ministerio de Salud, que se cuiden y que no vengan con niñas y niños a buscar las viandas”, cuenta la mujer, coordinadora del lugar. El grupo redobla el compromiso porque los beneficiarios principales son los chicos: “les pedí a todos que pongan a los chicos a dibujar un arco iris y que traigan los dibujos el lunes así los peguemos afuera del comedor. Para que todas tengamos más fuerzas. Que ellos nos den fuerza, es mi mensaje para los chicos. El lunes quiero cocinar entre arco iris”.

El que gestiona Pachilla es uno de los más de 200 dispositivos de seguridad alimentaria que reciben asistencia de la Provincia, sumando 110 cocinas comunitarias, y más de 80 establecimientos entre comedores infantiles y centros de cuidado y nutrición infantil (CCNI). En simultáneo, se mantienen en funcionamiento 520 comedores escolares, a pesar de que se hayan suspendido las clases como parte de las medidas de aislamiento preventivo y obligatorio. De acuerdo a un sondeo de LA GACETA en distintos barrios, más personas que las habituales se acercaron a algunos de estos dispositivos a raíz del freno a las actividades de los trabajadores informales. Funcionarios de Desarrollo Social provincial explican que hubo un leve incremento de los comensales en los comedores.

Cuarentena

“No es normal lo que ocurrió esta semana. Vino más gente al comedor. (La Secretaría de) Políticas Alimentarias nos está dando para 250 porciones, pero se nos sumaron al menos 35 personas más en estos días. No les podemos decir que no porque sabemos que son carreros, que salen a cortar el pasto... Vemos que son personas que trabajan y viven del ‘día a día’. También vinieron abuelitos que cobran la pensión o la jubilación, y no tienen tarjeta o no saben usarla. Como están cerrados los bancos, no tienen plata para comer. No podemos dejar gente con hambre”, afirma Pachilla.

En este comedor ubicado en el barrio 11 de Marzo -al sur de la ciudad- cada día trabajan grupos de tres. Se van turnando Melina, Nanci, Juana, Ramona, Andrea, Agustín, Julio y Carlos, siempre bajo la coordinación de Pachilla. Usan barbijos, guantes y mantienen especial celo con la desinfección de los enseres de cocina. Empiezan a cocinar a las 8.30. Las primeras viandas las reparten entre las 11.30 y las 13.30. Antes de irse, el grupo deja picadas las verduras para adelantar trabajo del día siguiente. Si bien tienen gas natural y anafes, como el fuego no es suficiente para hacer hervir recipientes con 150 o 200 litros, algunas ollas siguen calentándose con fuego a leña.

“Es muy difícil la situación. Tengo miedo, por mi familia, mis nietos y bisnietos. En casa tratamos de tenerlos adentro y cumplir con todas las medidas. Vengo cada día hasta el comedor, a la vuelta de mi casa, para que a nadie le falte el plato de comida”, continúa la mujer. “A quienes vienen les hablamos todo el día de que se cuiden, de que cumplan con las medidas. Tengo miedo, pero me siento sierva de Dios y sé que nos van a bendecir porque trabajamos para los que más necesitan”, se da esperanza.

A 47 cuadras de ahí, en el barrio El Sifón, la situación es similar en el comedor infantil Los Lapachos. “Se han sumado en esta semana muchos changarines, que son los primeros que se ven afectados, como en toda crisis: los jornaleros. Solemos cocinar para alrededor de 200 personas y recién cocinamos para 270. Repartimos viandas para evitar la aglomeración. Hay mucho temor, pero seguimos en el equipo porque, si no, muchos no comen”, cuenta Gabriel La Pena, uno de los cocineros. “Hace unos días unos policías redujeron a un chico que salió a comprar un poco de carne y se lo llevaron. Me crié en el barrio Ampliación Kennedy y ahí la Policía actúa de manera distinta que aquí, en El Sifón. Es injusto, acá la mayoría somos trabajadores. Humildes, pero trabajadores”, agrega.

“La tarjeta Alimentar se pagó hace una semana; el bono de diciembre, de enero, la suspensión de los cobros de créditos de la tarjeta Argenta, el no corte de los servicios por estos meses y el Ingreso Familiar de Emergencia conforman un conjunto de medidas que llevan a que no se aumente la demanda en los comedores”, explicó Francisco Navarro, secretario de Articulación Territorial y Desarrollo Local. “No hubo ningún incremento significativo hasta ahora. Todo esto es pura y exclusivamente consecuencia de las medidas de Gobierno nacional que encabeza el presidente Alberto Fernández”, agregó el funcionario.

Fondos de la Nación para mercadería

El tucumano Luciano Chincarini, titular del Centro de Referencia de Desarrollo Social de la Nación en nuestra provincia, informa que la situación social en los distintos barrios vulnerables de la provincia es crítica. Adelanta que la Nación se comprometió a remitir $ 10 millones a la Provincia para adquirir mercadería.

“La gestión empezó y no había stock de mercadería en los galpones que tiene el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación en la provincia. El proceso de compra de alimentos lleva tiempo porque se hace por licitación. Por ende, no tenemos el volumen necesario para salir a abastecer en este momento”, explica el funcionario. “En los barrios se vive una situación muy difícil, muy complicada, el ministro de la Nación, Daniel Arroyo, junto a Carlos Montaña, subsecretario de Asistencia Crítica, comprometió el envío de $ 10 millones para la compra mercadería. Es un monto pequeño. Es un auxilio, pero, de todos modos, continuaré insistiendo porque la necesidad es grande y no daremos abasto con eso, lo charlé con el ministro local Gabriel Yedlin”, puntualiza Chincarini.

El funcionario nacional afirma que el objetivo es abastecer de alimentos puntos críticos, y reforzar comedores y merenderos hasta que se produzca el cobro del Ingreso Familiar de Emergencia en abril ($ 10.000 para trabajadores informales y monotributistas de categorías A y B). “Entendemos que hubo un aumento en la demanda en comedores y merenderos porque están imposibilitadas las changas. No hay dinero en las casas, entonces, un empleado de comercio en vez de pagarle a alguien para que corte el pasto, lo corta él mismo. Quien vive del día a día se quedó sin ingresos justo ahora y tiene que comer. Por eso se adelantó el deposito de la tarjeta Alimentar y de AUH. Por eso se vieron colas en los supermercados la semana pasada: no era gente que violaba la cuarentena, tenía la necesidad de comprar”, finaliza.